El Mecanismo se impone por sobre todas las cosas, la mano que mece la cuna, que ya se sabe ahora quiénes la conforman, se mantiene discretamente al margen, dejando los reflectores (y también el escarnio público) a sus operadores políticos e incluso a algunos de sus socios menores. La principal cualidad de un sistema sustentable y sostenible es su propia capacidad de reproducción y la depuración de sus inputs más allá de las personas que lo conforman, que son simples fusibles sustituibles en cualquier momento. |
José Alfredo Calderón E.
Historiador y analista político
Desde hace años me he empeñado en esclarecer de la forma más sencilla posible, que el problema fundamental de la crisis del país no descansa en el cambio de personas sino en el cambio del sistema. Muchos piensan que el mismo se forma de personas y que al cambiar estas, se cambia el sistema. Visto como silogismo formal, podría parecer correcto, pero la realidad es mucho más compleja y siniestra.
El espacio de un artículo es muy estrecho para exponer en toda su dimensión lo que podríamos comparar con El Mecanismo, una serie brasileña que se basó en La Operación Lavado de Autos o Lavado de Carros, en portugués Operação Lava Jato, traducible como Operación lavado a presión, en clara alusión a una cadena de car wash que servía para operaciones de lavado de dinero y que, poco a poco, fue develando un entramado mucho más complicado de redes y personajes ligados a las élites brasileñas, la clase política, líderes religiosos, la burocracia, proveedores del Estado, el Ejército y la Policía.[i]
Acudamos a esa maestra sempiterna que es la Historia para desgranar cómo surge esto que seguiremos llamando El Mecanismo, en clara alusión al Sistema, el cual es de muy larga data, de ahí su fortaleza y sostenibilidad. Durante la Colonia, las pugnas entre Peninsulares (funcionarios españoles) y los Criollos (hijos de españoles nacidos en América), únicas castas poderosas pues el resto no contaba, tuvieron un desenlace a favor de los segundos con la Independencia ya fraguada por Juan Fermín de Aycinena e Irigoyen, patriarca, primer Marqués de Aycinena[ii].
Quince días antes, el Plan Pacífico de Independencia describía el protocolo que debía seguirse el 15 de septiembre de 1821 para aparentar una efeméride patria lo más real posible (esto incluía la posterior anexión a México). Este, y la Reforma Liberal, son los hechos fundantes del Sueño Criollo, de ahí su importancia.
Posteriormente, liberales y conservadores mantuvieron luchas internas por el poder, aunque los primeros fueran tan conservadores como los otros. Esto resalta la importancia de Rafael Carrera, un conservador mestizo que, a regañadientes de las élites dominantes, había pacificado a la región y mantenido el equilibrio político en la ex Capitanía General del Reino, a la fuerza, por supuesto. El 21 de marzo de 1847 se funda oficialmente la República de Guatemala, carente aún, de un Estado Nacional que reflejara el Sueño Criollo ya mencionado.
Con la Reforma Liberal de 1871, llega el tan ansiado Estado Moderno o Estado Nacional, el cual se basó en lo que el gran historiador Severo Martínez llamó La Patria del Criollo. En resumen, crearon una estructura estatal como continuidad colonial e instrumento de dominio para mantener los privilegios elitarios, ahora, bajo formas aparentemente modernas.
Para lograrlo, institucionalizaron a las fuerzas armadas: el ejército; generando una serie de instituciones que le sirvieran a sus intereses, así como un imaginario social que le diera vida a esa Patria Grande que querían vender como única y universal.
La “modernización” del trabajo forzado por medio de los nuevos Mandamientos de indios[iii], la exención de impuestos para el incipiente sector industrial y agroexportador, la elevación del café a rango de producto nacional por excelencia, las facilidades en la repartición de tierras a ladinos a costa de la destrucción de los ejidos y terrenos comunales pertenecientes a los pueblos indígenas, así como una serie de medidas adicionales, consolidaron el dominio del capital oligárquico.
Para el efecto, las llamadas dictaduras cafetaleras (Barrios, Estrada Cabrera y Ubico) se encargaron de normalizar la represión para acallar cualquier expresión disidente y de imponer las medidas políticas y económicas para proteger los monopolios de la cerveza, licor, cemento, tabaco, azúcar y otros, los cuales, aunque parezca increíble, perviven hasta la actualidad, junto al monopolio del pollo, de data más reciente.
El Himno Nacional, El Escudo, La Monja Blanca, La Ceiba y simpáticas narrativas como la Tacita de Plata, el segundo himno más bello o el lago más lindo del mundo, fueron creando ese ideario criollo que se imponía, sobre todo, como si fuera una sola patria. Ni en la Independencia ni en la Reforma Liberal, la estructura básica de dominio y expoliación cambiaron, pero todo este imaginario, pretendía sustituir la demanda por cambios reales.
Con la Primavera Revolucionaria (1944-1954), la construcción oligárquica sufrió un golpe, pero con la invasión norteamericana, las cosas volvieron a su cauce conservador. Sin embargo, es de hacer notar que, por paradójico que a algunos les pueda parecer, la Revolución de Octubre incubó a otro sector de las élites económicas dominantes: el capital corporativo o transnacional, el cual, años después, entra en franca competencia con el primer capital. Valga decir que, a pesar de sus diferencias, en momentos de crisis se unifican, formando el ahora conocido públicamente como G-8.
Desde la Colonia hasta mediados del siglo XX, era común que familiares de las élites ocuparan puestos en la Administración Pública con el objetivo de mantener los privilegios dominantes y vigilar que El Mecanismo funcionara de acuerdo con el guion original. Al darse cuenta los empresarios que lo suyo era hacer negocios y mucha plata, crearon lo que se ha dado en llamar la Clase Política, para que estos se encargaran de lo que a ellos ya no les gustaba: administrar directamente al Estado, hacer política y exponerse públicamente.
Los nuevos personajes hicieron de la política, una profesión. Sus creadores y financistas se reservaron las decisiones importantes desde las sombras y a ellos les delegaron lo operativo y el costo del escarnio público cuando sus intervenciones motivaran la ira de la población[iv]. Con esta genial medida, las élites se evitaban desgaste público y podían dedicar su tiempo y esfuerzos al incremento de su capital, tanto de forma legítima como de forma espuria.
A pesar de los cambios que ha habido, sobre todo en reconocimiento de derechos, las élites se reservan candados importantes como el uso y tenencia de la tierra, el carácter sacrosanto de la propiedad privada, el régimen económico neoliberal, una Ley de Orden Público claramente contrainsurgente que data de 1965 durante el gobierno de facto del coronel Enrique Peralta Azurdia.
Los únicos cambios –a regañadientes, por cierto– se han dado en lo político electoral, pero manteniendo intacta la estructura excluyente y la pantomima de la existencia de partidos políticos, cuando en realidad lo que hay son plataformas electoreras delincuenciales sin programa político e ideológico.
La llamada apertura democrática de 1984 (después de una dictadura militar de 1954 a 1985) fue creando la fantasía en torno a una ampliación de la participación política mediante un multipartidismo insulso basado en el patrimonialismo y clientelismo, que lo único que aumentó fue la corrupción y el grado de independencia de esa espuria clase política, la cual, por momentos, se le hace inmanejable a las élites, sobre todo, por la irrupción poderosa y omnipresente del NARCO, del cual, ahora son socios.[v]
El Mecanismo se impone por sobre todas las cosas, la mano que mece la cuna, que ya se sabe ahora quiénes la conforman, se mantiene discretamente al margen, dejando los reflectores (y también el escarnio público) a sus operadores políticos e incluso a algunos de sus socios menores. La principal cualidad de un sistema sustentable y sostenible es su propia capacidad de reproducción y la depuración de sus inputs más allá de las personas que lo conforman, que son simples fusibles sustituibles en cualquier momento. En otras palabras, los insumos que alimentan el sistema son escogidos por los de la foto, por lo que, los productos resultantes, siempre serán de acuerdo con el diseño y dinámica de El Mecanismo.
El mejor ejemplo se tiene en 1993, cuando la mano que mece la cuna se encargó de esconder los entresijos del Serranazo y aprovechó para recetarse una reforma constitucional a su medida, tan solo 8 años después de 1985. Todo el Congreso y la Corte Suprema de Justicia fueron depurados y el presidente y vicepresidente fueron destituidos. A pesar de la “limpieza” de los tres organismos del Estado, el sistema se mantuvo incólume, pues El Mecanismo genera periódica y permanentemente las bases de su autodepuración y reproducción, velando porque lo estructural no se toque.
La ilusión de cambiar personas y, con ello, mejorar el sistema, es tan ilusa como la insistencia a creer en un Mesías político para que venga a resolver los problemas que deben atender partidos políticos de verdad, con programas políticos sólidos e ideología definida, mediante colectivos éticos y capaces.
El Sistema se blinda y detrás de cada truhan, hay mil más. Las personas decentes no ingresan y, de hacerlo, son cooptadas, excluidas, amenazadas o eliminadas. Lo que se debe reestructurar es el sistema político electoral, al menos.
El modelo económico es intocable y el sistema político-electoral puede efectuar cambios sí y solo sí, son gatopardistas. Las alegres elecciones son como los casinos: amañadas y respondiendo al principio básico: la casa nunca pierde. El pueblo vota, pero no elige, las decisiones, como lo dijo la mal recordada Roxana Baldetti, se toman antes en un cuarto de hotel, alrededor de una cama.
[i] La serie se puede ver en Netflix y describe a la perfección El Sistema o Mecanismo.
[ii] Título noble debidamente comprado y que dejaba para el olvido su precaria condición en España y su oficio como propietario de patachos de mulas en México.
[iii] Versión moderna del Repartimiento Colonial.
[iv] Esta acción es estratégica porque los políticos siguen recibiendo la vindicta pública y la gente cae en el juego de pedir sus cabezas, olvidando que detrás de cada uno hay decenas y hasta cientos para sustituir y dejar intacto el Sistema.
[v] El Narco financia más fácilmente y en cantidades mucho mayores, por lo que las élites tradicionales no pueden competirle. De ahí, la notoria sociedad que ahora ya es pública. Pocos son los grandes empresarios que no han sucumbido y la tendencia es aumentar.