PROVOCATIO: Desgaste gubernamental y campañas anticipadas

José Alfredo Calderón E.

Historiador y analista político

Una rápida revisión de redes sociales permite verificar que ya muchos personajes conocidos por funestos, y otros no tan conocidos pero infortunados, han iniciado campaña para 2023. Cándidos ciudadanos se preguntan cómo es posible que suceda algo así, si la ley no lo permite, ignorando que ese vago concepto normativo es algo que no se respeta ni se cumple. Peor ahora que, sin la CICIG y con un Tribunal Supremo Electoral –TSE– totalmente cooptado, se corre el grave peligro que las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos (primera generación) implementadas en 2016, sufran un retroceso y sean anuladas. La segunda generación de reformas nunca fue aprobada y el escenario político nacional actual marca una regresión impresionante: Impunidad, corrupción y consolidación de la cooptación de los tres poderes del Estado y su institucionalidad por parte de una alianza ultraconservadora que aglutina una gran parte de las élites económicas, proveedores del Estado, religiosos fundamentalistas, camarillas militares y la mal llamada “clase política”. Como corolario, bandas al servicio del Crimen Organizado también se subieron a esta plataforma espuria y dolosa.

Por cierto, la mayoría de la población sigue engañada dirigiendo su encono hacia los políticos, cuando estos en realidad, son producto del financiamiento ilícito y el apoyo de unas élites ciegas que los crearon y promovieron, y que, ahora, son sometidos a extorsión y chantaje por parte del monstruo que ellos mismos nutrieron y fortalecieron.

Aunado a lo anterior, hay un segundo aspecto que influye y que es inédito en la democracia formal desde 1957[1]: El enorme, prematuro y constante desgaste del gobierno de Alejandro Giammattei, el cual se refleja de muchas formas, pero en particular, con los cambios repentinos y sucesivos de su gabinete, que ya describí en junio de 2020 (https://cronica.com.gt/provocatio-porosidad-inedita/).  De esa fecha para acá, la rotación ha continuado y la más reciente se da el martes 3 de noviembre recién pasado con la salida del Ministro de Gobernación, Oliverio García Rodas, quien, a su vez, había sustituido al general retirado Edgar Godoy Samayoa el 4 de junio de este año, persona que duró en el cargo solo cuatro meses y medio.

No está de más recordar que en esa misma cartera, el viceministro de seguridad anunciado (Elmer Aníbal Aguilar Moreno) nunca tomó posesión pues en su lugar llegó Gendry Rocael Reyes Mazariegos. También han sido destituidos dos viceministros: El viceministro Administrativo, Elizardo López y la viceministra de Tecnología de la Información y las Comunicaciones, Débora Meza.

Junto a Oliverio García Rodas llegaron Oscar Conde que venía de SENABED y Aldo Ordóñez. Seguramente habrá más cambios ya que el nuevo ministro llevará a su propio “equipo-clica” de confianza. Este descalabro prematuro es inédito en un gabinete de gobierno desde 1957, como ya apunté.

Hay un tercer elemento fundamental que abona esta campaña anticipada y lo constituye esa especie de lobotomía de la sociedad, la cual se refleja al menos en cuatro indicadores:

  1. La manipulación mediática oficial que hace que personas y grupos sociales, incluso con algún nivel de formación ciudadana, se enfrasquen en “trending topics” superficiales que los alejan de la problemática real y esencial de este bello paisaje. Por ejemplo: la salida del último ministro de gobernación fue muy bien cubierta por otro tema de moda: Provida.
  2. El nivel de discusión tan pobre, ya no solo en redes sociales, sino ahora en espacios en los que antes se hacía gala de alguna lucidez. Desde la superficialidad en la opinión disfrazada de análisis, hasta demostraciones francamente bobas sobre temas y sucesos sin ninguna relevancia.
  3. La ausencia de memoria histórica, aún la de corto y mediano plazo. Guatemala es un país preponderantemente joven y que no se informa adecuadamente, muchos menos hablar de niveles de formación política o siquiera ciudadana.  Incluso este problema alcanza a generaciones que vivieron la guerra interna y la apertura democrática. En mis conferencias y talleres hago constantes recreaciones históricas y muchas personas permanecen impávidas. Imposible que sigan siquiera la secuencia de binomios presidenciales desde Vinicio Cerezo e incluso después de la firma de la Paz.
  4. La sempiterna idea mesiánica de que una sola persona puede salvar el país. Desde la ilusión de pensar que al personaje que no ganó en contiendas anteriores “le podría tocar”, hasta la creencia en fantoches sin ningún perfil decente, ni en estudios, experiencia, seriedad y talante ético.

Por increíble que parezca, se empiezan a escuchar voces ingenuas llenas de esperanza para las elecciones de 2023 sin que el sistema político-electoral cambie. Fácil de predecir el escenario macabro que nos espera: A los impresentables perdedores de 2019, se sumarán otros iguales o peores. Todos montados en plataformas electoreras (ni siquiera electorales) caracterizadas por el oportunismo, la corrupción y la incompetencia.


[1] Primera elección después de la contrarrevolución de 1954 y primer fraude electoral. Miguel Ortiz Passarelli “ganó” y tan solo tres días después anularon las elecciones. Al repetirlas, Miguel Idígoras Fuentes llegó al poder en 1958.

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