José Alfredo Calderón E.
Historiador y analista político
La pandemia me ha permitido compartir con muchos sectores y espacios, de una manera que no hubiese sido posible en otras condiciones. Mediante conferencias, conversatorios, paneles y otras formas de entrega, he llegado a todo tipo de públicos en distintos temas, con énfasis en el análisis político de coyuntura. Como siempre lo digo, el aprendizaje es un proceso de dos vías y básicamente lo que pretendo en mis charlas no es tanto enseñar sino PROVOCAR (razón del nombre de mis columnas).
Si no se logra que el receptor se sienta provocado, el posible conocimiento que uno pueda compartir no sirve de mucho porque no se inserta en el disco duro del ciudadano o ciudadana. Entra en un dispositivo temporal y con cualquier distractor sale. Entre los aprendizajes importantes está la propia realimentación del que comunica y provoca.
Resumo aquí, basado en los comentarios y preguntas recibidas en estos eventos, los principales ítems que reafirman –cual evaluación ciudadana– los porqués para comprender dos cosas: por un lado, la facilidad con la que los gobiernos engañan a la gente y, por el otro, la conclusión que sin claridad política y Proyecto no puede esperarse mucho por parte de una ciudadanía golpeada, aturdida, manipulada, amedrentada y desorientada. Hablo de ciudadanía, esa masa crítica muy pequeña y débil, que tiene información e instrucción básica y que está más o menos consciente de sus derechos y obligaciones. La población en general, las grandes mayorías, siguen agobiadas por la precariedad y la inmediatez. Nada que hacer ahí, al menos en el corto plazo. He aquí los aprendizajes en tiempos de pandemia:
En primer lugar, la ausencia o dispersión de la memoria histórica en general e incluso la más reciente en particular. Por ejemplo, la mayoría no recuerdan la debilidad con la que ganó Giammatei (14% de votos), ni el hecho de que no era la principal opción de las élites tradicionales[i] y que su victoria es circunstancial pues la gente no votó a favor de él sino en contra de Sandra Torres.
Otro elemento no retenido o entendido a cabalidad, es la predictibilidad de Giammattei, pues ningún candidato en la historia política del país ha sido tan predecible como él. Siete campañas consecutivas[ii] y una personalidad muy particular, debieron alertar a los votantes.
Si bien la naturaleza proempresarial del actual gobierno se advirtió desde un inicio, no sucede igual con el alto contenido militar de la estructura partidaria de VAMOS que se nutre de viejas iniciativas ultraconservadoras. Se calcula que al menos 74 militares de línea dura estaban y están detrás del actual gobernante. A los ya entronizados hermanos Melgar Padilla (Herbert Armando, Erick Fernando y Manfred Alfredo), se sumó otra trilogía familiar: Los Dedet Kasprowitz (Roy, Camilo y Pierre), así como otros personajes conocidos durante la guerra interna de Guatemala.
En segundo lugar, otro aprendizaje que ya conlleva un mayor grado de dificultad en su comprensión es que todo lo que pasa en la actualidad es parte de un continuum contrainsurgente que inició[iii] con el gobierno de Otto Pérez del partido Patriota, se profundizó con el de Jimmy de FCN-Nación y que se consolida con el actual gobierno de Giammattei. Muchos creen en el borrón y cuenta nueva con cada gobernante y no se dan cuenta cómo las élites juegan con la población para crearle expectativas y sueños falsos.
El asalto final a las cortes es el punto máximo del proceso de cooptación del Estado. En realidad, ya solo les falta la Corte de Constitucionalidad y la PDH para consolidar el sueño dorado del Crimen Organizado, ahora aliado a un sector fuerte de empresarios corruptos y conservadores, militares de línea dura, religiosos fundamentalistas (esencialmente neopentecostales) y una clase política cada vez más degradada en lo moral. El pegamento que une una alianza así, se basa en las prácticas corruptas, la aspiración de impunidad perenne y un pensamiento cavernario que muchos creíamos superado.
En tercer lugar, el carácter maniqueo de nuestra sociedad hace que las opciones parezcan binarias y reducidas al blanco y negro. O el derrotismo ante el que no se puede hacer nada o la esperanza vaga y difusa de un mañana mejor, sin saber exactamente cómo se dará.
Cuando la información se presenta sistematizada y el análisis se hace detallado, la mayoría se sorprende. Casi todos tienen retazos de una película que, al visualizarla completa, impacta por su crudeza. La gran mayoría de los auditorios han sido de personas con instrucción de educación media y formación universitaria, incluso profesionales y docentes, tanto de la Tricentenaria como de algunas universidades privadas. Aún así, la claridad política es muy deficiente o simplemente no existe, lo qué, aunado a la falta de un proyecto concreto, explica el por qué estamos como estamos.
Todos los espacios y auditorios coinciden en una inquietud final canalizada en dos preguntas: ¿Qué es lo que se viene? Y ¿Qué se puede hacer? Interrogantes que dejo planteadas para una próxima entrega.
[i] Las elecciones son básicamente la disputa entre los segmentos de las élites, quienes patrocinan varias opciones para dibujar una democracia formal. El pueblo solo aporta el voto para darle un poco de legitimidad al resultado del proceso político-electoral.
[ii]https://elperiodico.com.gt/investigacion/2019/04/01/alejandro-giammattei-el-candidato-desde-1999/
[iii] Realmente el continuum es desde 1954 pero explicar esto es motivo de otro artículo y complejiza más la comprensión de lo que explico.