¿Por qué el coronavirus afecta menos a los niños?

Los niños se ven menos afectados por el nuevo coronavirus por motivos todavía desconocidos por los científicos, pero eso no quita que se contagien y que sean vectores de la enfermedad, lo que explica el cierre de las escuelas en varios países. 

Desde el brote de la epidemia a finales de diciembre en la ciudad de Wuhan (China), apenas se han registrado casos de niños infectados con el coronavirus.

Según un informe de la misión conjunta China-OMS publicado a finales de febrero, únicamente 2.4% de los más de 75,000 casos confirmados hasta entonces en China correspondía a menores de 18 años. 

Y solo 2.5% de ese total había desarrollado una forma grave de la enfermedad y 0.2% una forma crítica.

«No parece que se pongan muy enfermos ni que mueran» debido al COVID-19, resumió Justin Lessler, epidemiólogo de la Universidad Johns Hopkins, en Estados Unidos. Pero «sabemos que los niños se contagian», aseguró a la AFP.

Los niños «son tan susceptibles de contagiarse como los adultos», corrobora un estudio en el que Lessler participó sobre la situación en Shenzhen (China), un trabajo no sometido al proceso habitual de revisión por parte de otros colegas («peer-to-peer»).

Un sistema inmunitario robusto

¿Por qué entonces los niños no figuran en las estadísticas?

Incluso si están contagiados, «los niños se encuentran bien y no van al hospital, por lo que no se someten al test», explicó a la AFP Sharon Nachman, profesora de la Escuela de Medicina Renaissance del hospital infantil Stony Brooks, cerca de Nueva York.

Los motivos por los cuales los más pequeños solo manifiestan síntomas ligeros no están por ahora claros, pero los expertos barajan varias hipótesis.

«Para ellos, toda infección es una infección nueva. Están en contacto con tantas enfermedades durante sus primeros años de vida que su sistema inmunitario es robusto y responde bien a este nuevo virus», asegura Nachman, especialista en infecciones pediátricas.

Pero esta experta también subraya que la ausencia actual de casos graves «no significa que no vayan a darse nunca».

«No está muy claro, pero en mi opinión, (los síntomas ligeros) están relacionados con la biología fundamental del virus y los tipos de células que infecta», explica por su parte Ian Jones, profesor de virología de la universidad británica de Reading.

En cualquier caso, los niños contaminados pero que no están enfermos «no se van a autoconfinar (…) con lo cual el riesgo de que propaguen el virus es mayor», indica a la AFP.

El cierre de escuelas

Este riesgo de propagación plantea la cuestión del cierre de escuelas, decidida de forma masiva en algunos países como China, Italia, España y Francia.

Si bien no existe «una sola buena respuesta», «es una medida muy razonable en esta fase», según Nachman, para quien el cierre de los establecimientos escolares puede contener la progresión del virus.

Si los niños no están todos juntos en una escuela, contaminan menos a los adultos, evitando saturar los hospitales.

Esta medida «ayuda a frenar la propagación de la epidemia, pero también crea otros problemas a la sociedad», con niños privados de educación y padres que no pueden ir a trabajar, estima el doctor Thomas House, de la Universidad de Manchester.

Y todavía es más problemático para los padres que forman parte del personal médico y que son solicitados en sus puestos para tratar a los pacientes.

Otros expertos creen que el cierre de escuelas es incluso contraproducente. Por ejemplo, algunos padres pueden verse obligados a confiar a sus hijos a los abuelos, «un grupo de mayor riesgo», según Keith O’Neal, epidemiólogo de la Universidad de Nottingham.

En el caso específico de Irlanda, donde cerraron las escuelas con únicamente unos 40 casos, O’Neal estima que es «demasiado pronto para saber si es una medida de prevención inteligente o una reacción excesiva en esta fase de la epidemia». 

«Todavía no sabemos cuál es el papel de los niños en la propagación del virus», añadió.

En cuanto a UNICEF, no se pronuncia sobre las decisiones soberanas de cerrar las escuelas. 

En una guía publicada el martes junto a la OMS y la Cruz Roja, esa agencia de la ONU estima que si se mantuvieran las escuelas abiertas se podría combatir la propagación del virus enseñando a los niños las buenas prácticas para protegerse como lavarse las manos, para mostrarlas luego al resto de la población.

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