El país ha entrado en la recta final de la campaña electoral que menos entusiasmo ha levantado hasta el momento y, a tres semanas de las elecciones, el enemigo a vencer es el fantasma del abstencionismo, que sobrevuela sobre los 14 candidatos presidenciales, la mayoría de ellos ya sin posibilidades de llegar a disputar alguna de las dos primeras posiciones que permiten ir al balotaje o segunda vuelta.
Como bien lo han destacado analistas y politólogos, esta ha sido una campaña atípica, producto de la crisis política que surgió a finales de abril, la cual ha dejado al desnudo el agotamiento del sistema político, cooptado por la corrupción, como bien ha documentado la prensa independiente y las investigaciones de la Comisión Internacional Contra la Impunidad (CICIG) y el Ministerio Público.
Como se dice coloquialmente, varios candidatos se robaron la salida, pero particularmente Manuel Baldizón (Líder), quien mantuvo una saturación publicitaria y mítines en el interior, con el fin de consolidar su posición como el presidenciable con mayores posibilidades de ganar las elecciones. Su ritmo de gasto ha sido impresionante, lo cual le ha permitido aparecer en el primer lugar de todas las encuestas, a pesar de una serie de errores cometidos.
En principio, pareciera que los errores y sus actitudes no le han pasado factura, pero no se debe olvidar que en política lo que se hace mal siempre se paga. De hecho, se ha visto una tendencia a la baja de parte de Baldizón, aunque no como algunos analistas esperaban.
Por supuesto, mucho le ha ayudado el apoyo que le brinda la televisión abierta, en donde cada uno de los errores –por pequeño o grave que sea– se han escondido al gran público, algo que le ha servido para mantener su intención de voto duro en el interior del país.
Cuando se descubrió que había plagio en un libro supuestamente escrito por él, y poco después algo similar con la tesis que presentó para obtener un doctorado, parecía que se trataba de errores que afectarían sus posibilidades políticas. Nada cambió con la intención de voto. Algo similar ha ocurrido con otros errores -incluso los últimos- cometidos durante una entrevista que le hiciera el canal de noticias CNN en Español.
Ciertamente se ha visto una baja suya en las encuestas, pero la factura puede llegarle tarde, al menos para la primera vuelta electoral, en donde ya no hay duda que obtendrá el primer lugar, tomando en cuenta que tiene una ventaja que, al ritmo actual, es ya insuperable para cualquiera de los dos que le siguen.
Pero en una segunda vuelta parece que las posibilidades estarían abiertas. Hay que recordar que Jorge Carpio pagó caro errores estratégicos en 1990, lo que favoreció a Jorge Serrano, quien remontó una desventaja que más bien parecía insuperable.
La UCN de Carpio –que no es la misma que la actual– se mantuvo siempre en el primer lugar de las encuestas, pero finalmente se debilitaba. Así sucedió en las dos elecciones en que participó. Baldizón parece un político sagaz y agresivo, pero bastante errático en sus estrategias, lo que le abre frentes que podrían restarle posibilidades en el embalaje final que están por acometer los principales candidatos.
Sus constantes confrontaciones tampoco le ayudan a sumar simpatías, algo que empezará a lamentar a partir de ahora, porque precisamente se ha llegado al momento de tener que sumar en la intención de voto, y eso solamente se puede lograr llegando con un mensaje convincente a los electores.
Esa tarea no es fácil, porque, además, hay que tener presente el desgaste que han tenido todos los políticos tradicionales. Él, particularmente, ha visto cómo su imagen en la capital se desmorona, debido a la la crisis que arrastramos desde abril, ya que se le vincula a un partido de tránsfugas, oportunistas y corruptos.
Por supuesto que las acusaciones fuertes en contra de algunos diputados y, particularmente, su candidato vicepresidencial, Edgar Barquín, han abierto una fisura que podría costarle más caro de lo que piensa. Decir que se trata de un ataque político de CICIG no le ha servido de nada. Mejor hubiera sido que dijera que acepta cualquier investigación.
Como en la mayor parte de actividades de los seres humanos, los errores se pagan. Los políticos pueden esconderlos o evitar el pago por algún tiempo, pero tarde o temprano llega el cobro.