Daniel Ortega fue elegido presidente de Nicaragua por tercera vez por una aplastante mayoría y gobernará los próximos cinco años junto a su esposa y compañera de fórmula, según los datos oficiales.
Sin embargo hay desacuerdo entre las autoridades y la oposición sobre el índice de participación, un dato clave porque parte de los críticos al mandatario había llamado al boicot. El mandatario, líder del Frente Sandinista de Liberación Nacional, consiguió 72,1% de los votos con más del 70% escrutado, mientras que su inmediato seguidor Maximino Rodríguez, del Partido Liberal Constitucionalista, obtuvo 14,2%, indicó el presidente del Consejo Supremo Electoral Roberto Rivas al leer el segundo reporte oficial.
De esta forma, los sandinistas también ganarían de forma abrumadora en la Asamblea Nacional al conseguir al menos 70 de los 92 diputados. La participación, también según datos preliminares, se situó en el 65,8%, dijo Rivas.
Sin embargo, la oposición, que ha cuestionado la legitimidad de las elecciones e instó a los nicaragüenses a no votar, aseguró la noche del domingo que la participación no llegó a 30%.
«Más del 70% de la población a nivel nacional no se presentó a las juntas receptoras de votos»,afirmó en un comunicado el principal movimiento crítico, el Frente Amplio por la Democracia, señalando que a su juicio ese dato muestra el hartazgo de la sociedad hacia el gobierno.
La legitimidad de los comicios generales fue cuestionada antes de su celebración debido a los movimientos del oficialismo en los últimos meses para debilitar a los partidos de oposición, muchos de los cuales vieron cómo sus diputados eran expulsados del Parlamento y de la contienda electoral mediante argucias legales.
«El día de hoy el pueblo de Nicaragua dijo ¡Basta Ya! Basta ya de tanta violación a la constitución y las leyes. Basta ya de burlas a la voluntad popular. Basta ya de farsas y estafas electorales», añadió la nota del Frente Amplio. Las autoridades electorales se habían mostrado satisfechas el domingo con la afluencia de votantes, pero la organización civil nicaragüense Panorama Electoral la calificó de «rala».
Los seguidores del excomandante guerrillero de 70 años y de su esposa y compañera de fórmula Rosario Murillo comenzaron a celebrar desde antes de la lectura de los primeros datos oficiales. Pero antes de la medianoche surgieron las primeras dudas. El analista político Bosco Matamoros se mostró escéptico sobre las cifras de participación.
«Yo estimaba un 50% de participación y 50% de abstención en el mejor de los escenarios y continúa por tanto el dilema en cuanto a la credibilidad de los anuncios que hace el Consejo Supremo Electoral», dijo a The Associated Press.
Pero también dudó de los datos de la oposición. «Ni los resultados de CSE (Consejo Supremo Electoral) son aceptables ni los de la oposición, porque no coinciden con la realidad y lo que se demuestra es que estamos ante un país partido que urge de un entendimiento político para evitar que la crisis se incremente».
Esa división se reflejaba, por ejemplo, en los mensajes de autoridades de la Iglesia Católica. El cardenal Leopoldo Brenes, presidente de la Conferencia Episcopal, instó a la gente votar pero Juan Abelardo Mata, obispo de Estelí y secretario de la Conferencia, pidió la abstención «para no avalar un proceso ilegal y que no cumple con las garantías de transparencia».
Además de la candidatura de Ortega había otros cinco aspirantes a la presidencia, todos políticos desconocidos para la gran mayoría de los habitantes, a los que las encuestas no les daban ninguna opción y que no son considerados opositores reales sino aliados del actual gobernante.
Según el analista político Carlos Tünnmermann habrían aceptado participar en la contienda a cambio de obtener ciertas cuotas de poder en la Asamblea Nacional. Rodríguez aseguró que la abstención «fue mayor» que la que indizan las cifras oficiales aunque dijo que esperaría los datos definitivos para decidir si acepta o no los resultados. Su grupo obtendría 15 diputados.
Ortega llegó por primera vez al poder en 1979 tras una cruenta guerra civil que puso fin a la dictadura de Anastasio Somoza. Gobernó hasta 1990 cuando perdió las elecciones, pero regresó al poder en 2007 y fue reelegido en 2011.
Las críticas a su forma de gobernar crecieron a partir de 2010 cuando logró que la Corte Suprema de Justicia, dominada por magistrados afines al sandinismo, declarara inconstitucional el artículo que impedía que un presidente pudiera ser reelegido de forma consecutiva. Sus detractores consideran que fue el primer paso para intentar perpetuarse en el poder.
Con información de Telemundo y agencias