Norma Cruz, una vida dedicada a la lucha contra la violencia intrafamiliar

 Vivió en carne propia la falta de justicia y la ineficiencia de las leyes en Guatemala, aunado a un entramado de corrupción que opera en el país; sin embargo, estos desmanes, lejos de rendirla, le dieron el impulso para apoyar a víctimas de violencia contra la mujer, niños y adolescentes. Hasta la fecha, su trabajo ha beneficiado a 20 mil familias. Ahora entrega la dirección de Fundación Sobrevivientes.


Norma Cruz y la Fundación Sobrevi­vientes (FS), que ella creó, se han convertido en un símbolo y emblema de la lucha en oposición a la violencia intrafamiliar y sexual contra la mujer y la niñez. En los últimos dos lustros ha puesto toda su dedicación y es­fuerzo para que estos hechos que afectan a la sociedad guatemalteca no queden en la impunidad.

Ahora, a sus 54 años y aquejada por una enfermedad, entrega la dirección a su hija Claudia; aunque sus quebran­tos de salud no tienen relación con la decisión, ya que el proceso de transi­ción se empezó hace ya cinco años.

Otras entidades dedicadas a la lucha contra la impunidad y la protección de la niñez y de las féminas, reconocen que Cruz y la Fundación han sido un referente de cómo actuar para tener una mejor sociedad.

Las amenazas de muerte y su dete­riorada salud no la han detenido en su afán por buscar el castigo de los victi­marios de violencia intrafamiliar y vio­lencia sexual contra féminas y niños.

Origen de su lucha

Terminaba la década de los 90 cuando la hija de Norma Cruz sufrió violencia sexual, a partir de ahí inicio una odisea para lograr justicia en un país machista y corrompido.

Aventurándose a los juzgados, fisca­lías y a toda la burocracia de un Estado que no respondía, pudo constatar que no estaban solas en su lucha y que el número de afectados era interminable.

Poco tiempo después abre una pe­queña oficina para apoyar a las vícti­mas. En enero de 2003, esta adopta la figura jurídica de asociación y tiempo más tarde se modifica a la de Fundación.

Bajo su liderazgo, y al ver su esmero, otras féminas se sumaron a la tarea de buscar justicia y abogados y psicólogos ofrecieron su apoyo.

Hasta la fecha, la Fundación ha brin­dado asesoría y respaldo legal a las mu­jeres, niños y adolescentes que sufren algún tipo de violencia, lo cual ha bene­ficiado alrededor de 20 mil familias.

Leonel Dubón, director de Refugio de la Niñez, comenta que la Funda­ción Sobrevivientes ha sido una escue­la y un referente, pero indica que a ni­vel personal como Director del Refu­gio, Norma Cruz significa la inspira­ción del trabajo que lleva a cabo.

En tanto que Helen Mack, presiden­ta de la Fundación Myrna Mack (FMM), exalta el trabajo y mérito que ha llevado a cabo la Fundación, refe­rente a la violencia contra la mujer. Le doy todos los éxitos a la nueva directora y a Norma, todo el agradecimiento por el bien que ha hecho en el pueblo de Guate­mala, afirma la activista de derechos humanos.

Cambio de dirección

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Norma sufre actualmente limitaciones para movilizarse, debido a que padece de síndrome de neuropatía mixta motora, y ello le dificulta ocuparse con normalidad del cargo y sus actividades habituales.

En este contexto, el Consejo de la Fun­dación ha delegado las funciones de di­rectora en su hija, Claudia María Her­nández, el proceso de relevo empezó ha­ce tres años y se concretó en el pasado mes de marzo. No obstante, Norma se­guirá como directora consultiva.

Este es un proceso de transición que he­mos llevado, en aras de la transparencia y dar un mensaje a la ciudadanía de que so­mos diferentes, empezamos hace cinco años, cuando deje el Consejo Directivo de la Fun­dación Sobrevivientes, comenta Norma.

De esa cuenta, Claudia María tiene ahora el objetivo de garantizar la conti­nuidad del trabajo de la Fundación. Y desde hace tres años se inició una transición de mando, pero esta se tu­vo que apresurar para el mes de marzo pasado, cuando la salud de Norma empeoró.

Contra viento y marea

Instalada en una de las primeras ofici­nas ubicadas en el primer nivel de la Fundación Sobrevivientes, se encuen­tra Norma en su silla de ruedas, rodea­

da de arreglos florales y tarjetas de feli­citaciones. Su cumpleaños 54 fue el día anterior —24 de agosto— y los compañeros de trabajo le prepararon una fiesta sorpresa.

Ahí nos cuenta que una de las limi­tantes que se encontró cuando iniciaba el camino legal por la violación de su hija, fue que no había nada especiali­zado hacia las mujeres: fiscalías, juzga­dos, incluidos abogados.

Ese cúmulo de obstáculos fueron sus propulsores para iniciar la odisea más larga de su vida; la lucha contra la impunidad. Lo que me ha frustrado es que he visto pasar muchos gobiernos que nos regatean el dinero para atender a víc­timas, pero, por otro lado, ellos se llevan hasta diez veces más en corrupción. He­mos visto la manera en que las institucio­nes como la Contraloría General de Cuentas nos sofocan con supervisiones tratando de encontrar algo malo para quitarnos los fondos, pero a los grandes ladrones no los auditan, cuenta Norma.

Luego agrega que es lamentable que los gobiernos no inviertan en la pre­vención para que se opte por el diálogo y no por la violencia. Estamos, de algu­na manera, solo cubriendo el dolor, pero seguimos contando los muertos y violacio­nes, porque el Estado no ha querido in­vertir para cambiar el modelo de masculi­nidad que se tiene en el país, enfatiza.

Fundación Sobrevivientes inició ope­raciones en 2006 con un presupuesto estatal de Q1 millón, monto que fue aumentando con el paso del tiempo; contando a la fecha un techo presu­puestario de Q6 millones. Sin embar­go, algunos gobernantes quedaron adeudando este aporte estatal, como fue el caso de Álvaro Colom, quien no le destinó Q1.5 millones.

Casos emblemáticos

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Una pintura de oleo de la Virgen de Guadalupe ocupa casi toda una pared de la pequeña oficina de Norma. Es un obsequio de un reo que cumple conde­na por asesinato, este se lo regaló en agradecimiento por haber apoyado a su sobrina, quien fue víctima de vio­lencia sexual en el 2005.

Norma aparta su mirada y se queda en silencio por un momento, cuando se le pide que nos cuente uno de los primeros casos que atendieron en la Funda, como ella le llama a la institu­ción que ella creo.

Rosa María sufrió violencia familiar, comienza luego a relatar, y llegó con un cinto marcado en el cuello; sin em­bargo, su rostro se llena de alegría al mencionar que en ese caso lograron medidas de seguridad y sacar al agre­sor de la casa.

No obstante, lamenta que a los seis meses Rosa María decidiera regresar con su esposo, quien la mató a ella y a su hija, y dejó a su hijo más pequeño con heridas. Por estos asesinatos, tiem­po después, el victimario fue sentencia­do a más de cien años de prisión.

La institución también brindo acom­pañamiento al caso del atentado con una bomba en un autobús de Ciudad Quetzal, ocurrido en enero de 2011 y que dejó nueve personas fallecidas. Los pandilleros responsables fueron capturados y posteriormente senten­ciados a más de cien años de prisión.

Sin embargo, una de las satisfaccio­nes más grandes de Norma fue haber­le dado acompañamiento a la desarti­culación de la banda de violadores de la Roosevelt, quienes operaban como una estructura a diestra y siniestra.

En este caso se logró que las victimas, amparadas en el Código Procesal Penal, no se identificaran, a ellas se les puso un número y con esto se guardó su identi­dad, ni nosotros las llegamos a conocer. Ha sido un caso exitoso, puesto que era otro nivel de estructura y se utilizaron pruebas científicas, recuerda la mujer que ha luchado incansablemente con­tra la impunidad.

El apoyo de la Fundación fue vital en los asesinatos de las tres hermanas Su­ruy —de 7, 8 y 12 años—, ocurrido en mayo de 2009, los responsables fueron sentenciados a 163 años de cárcel. A la lista se suma, entre muchos otros, la desaparición de Cristina Siekavizza.

Rotman Pérez, secretario de Política Criminal del Ministerio Público, comen­ta que el apoyo que brinda Sobrevivien­tes es importante, debido a que por me­dio del acompañamiento se busca el for­talecimiento institucional.

Han apoyado justamente en identificar algunas debilidades en los procesos y a pro­poner medidas o decisiones que nos faciliten el mejorar nuestra dinámica. Hay un im­portante acompañamiento en el fortaleci­miento de la institución, subraya Pérez.

Sin darse por vencida

Pero no todos los casos han sido exito­sos, como lo sucedido con Ariana en Chiquimula, cuando un hombre, al probar su pistola, puso de blanco a la menor, quien recibió un balazo en la cabeza; pese a que el responsable fue sentenciado, magistrados de apelacio­nes en Zacapa le dieron libertad.

Antes era muy emotiva, hasta lloraba y pataleaba cuando daban sentencia baja o absolutoria, después aprendí que esos re­veses los podíamos reparar por medio de las apelaciones, dice Norma.

Tal es el caso de la niña de 8 años que era vendida por su madre al con­cejal de Chiquimula Max Eduardo Cor­dón, de 72 años, quien fue capturado infraganti saliendo de un motel con la menor. Pero a quien jueces de ese de­partamento dieron la absolución.

La Fundación apeló la decisión y se ha logrado un nuevo debate contra el exconcejal, sumado a ello, también se abrió antejuicio contra los dos jueces que dictaron la absolución a Cordón.

Olga López, una víctima de la vio­lencia que azota al país, está buscando justicia y comenta que ha sido impor­tante el apoyo y la asesoría que le ha brindado Norma. Resulta que le roba­ron a su hija, la cual fue dada en adop­ción ilegal en Estados Unidos hace diez años. Lo que buscamos es que la persona responsable sea sentenciada, por­que a mi hija ya no la puedo ver, dice López, con un dejo de tristeza.

Uno de los litigios que se ha alarga­do, ha sido el caso Siekavizza, en cinco años no se ha logrado deducir respon­sabilidades, aunque se tenga en pri­sión preventiva a Roberto Barreda, cónyuge y supuesto asesino de Cristi­na Siekavizza.

Juan Luis Siekavizza, padre de Cris­tina, indica que Norma fue el primer rayo de esperanza y de orientación de cómo actuar. La primera persona que me dijo como abordarlo fue ella y su equi­po, de una manera muy humana, re­cuerda Luis Siekavizza.

Un gran legado

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Norma ha sido amenazada de muerte e incluso fue advertida de la colocación de una bomba en la sede de la Fundación; sin embargo, tras una inspección de los agentes antiexplosivos de la Policía Na­cional Civil, este acto criminal se descar­tó. Pero nada de eso la ha logrado dete­ner en su afán de que se haga justicia en los casos de violencia y violación sexual contra mujeres y niños.

En el año 2010 fue una de las acti­vistas más amenazadas del país, y ello le generó un cuadro de estrés postrau­mático, porque recibía un promedio de 20 amenazas de muerte al día.

Mónica Donis, madre de Mindy Ro­das —asesinada por su esposo en 2009—, comenta que al quedar solo ella con su nieto, Norma ha sido deter­minante con el apoyo que les ha brin­dado. Mi nieto la aprecia mucho, siem­pre me pregunta cuándo vamos a ir con seño Norma, dice la entrevistada.

Para Ana Grace Cabrera, coordina­dora de Área de Mujeres, Paz, Seguri­dad y Acción Humanitaria de ONU Mujeres, el legado que deja Norma Cruz, no solamente es la creación de la funda­ción, sino decir, se puede, estamos aquí para ganar los casos y hacer justicia. El legado que ella deja a la fundación es pri­mordialmente esa seguridad que están en el camino correcto para abrir paso contra la impunidad.

Miriam Domínguez, defensora de la Mujer de la Procuraduría de los Dere­chos Humanos (PDH), reconoce el tra­bajo que se hace desde la Fundación So­brevivientes, la mística y liderazgo con que Norma ha atendido a las mujeres, lo cual asegura ha servido de aliento para las víctimas y familiares para recuperar la con­fianza en las instituciones y recibir apoyo, ya sea legal, psicológico o social.

En sus años mozos, Norma monito­reaba noticias y se movilizaba a las es­cenas del crimen para apoyar a las fa­milias; sin embargo, ahora su padeci­miento le impide dicha movilidad, lo cual ha colaborado a su retiro. Pero ase­gura que estará en la Fundación hasta que su enfermedad se lo permita.