No son fotos, son historias

“Trato que mis imágenes sean una experiencia”.  Así reza la misión de Tono Valdés (Guatemala, 1969) uno de los fotógrafos más cotizados del país, quien al conjugar su pasión por este arte con la creatividad y con “mucha locura”, ha logrado retratos con nuevos enfoques y perspectivas que tiene como común denominador el factor sorpresa.

Mi objetivo cuando capto instantáneas, y no solo de bodas, es superar las expectativas. Me esfuerzo para que lo tradicional sea extraordinario. Utilizo la acción reacción; profundizo lo más que se pueda en la psicología del o los fotografiados, incluso, cuando están posando, porque lo que deseo es contar una historia”, refiere Valdés.

Sus primeros pasos en este oficio los consiguió al poner en práctica lo que aprendió en la arquitectura, carrera que estudió en la universidad. “Elegí esta profesión porque desde niño mi interés fue el arte, pero en aquella época la carrera de educación superior que contaba con un pénsum afín a mi vocación era la arquitectura. Sin embargo, fue gracias a mi esposa que decidí estudiar fotografía, primero con Alan Benchoam, artista y entrañable amigo, y luego tomé unos photography workshops, en Nuevo México, Estados Unidos”, cuenta.

La primera boda que inmortalizó para la historia fue para un amigo y ahí como en reacción en cadena su nombre fue tomando fuerza en el mercado. Hoy en su haber se contabilizan más de un millar de eventos en los que ha puesto su sello personal, entre estos, cumpleaños, bautizos y graduaciones. “Lo que creo que no llegaría a fotografiar sería un funeral”, enfatiza.

Sentimientos

Una imagen vale más que mil palabras, reza el proverbio chino, y para Valdés esta frase se convirtió en mantra. “Me fascina el retrato porque no se trata de la foto de una persona, sino de sacar y plasmar su alma y sentimientos, por eso estoy convencido de que una buena fotografía es la que te cuenta una historia sin una sola letra. Mi referente para enamorarme de este estilo fue Kurt Marcus, uno de mis profesores en Nuevo México”, explica.

Su pasión por relatar con instantáneas una vida es su motor de creatividad para imaginar escenarios nacionales, muchos de estos exóticos, para capturar ese entendimiento mutuo, esa comunicación no verbal que siempre está presente en las parejas. Por eso en su trabajo podemos observar a novios bajo el agua, en la cima de un volcán o en un campo. Para lograr este objetivo, que muchos catalogan de surrealista, fantasioso y fuera de lo común, es importante una producción.

“Cuento con un gran equipo de trabajo, porque si bien los lugares que elijo son bellos, varios no son fáciles de acceder y siempre es necesario la correcta iluminación. Tampoco dejo de lado la seguridad y los insumos necesarios para que la estadía sea lo más placentera posible. Podemos irnos a la Laguna de Lachuá (Alta Verapaz) o a las faldas del Volcán de Acatenango (Acatenango), las experiencias serán únicas y los recuerdos tienen que serlo también y de eso me encargo”, expone Valdés.

De acuerdo con este profesional, para este tipo de imágenes, sobre todo para los guatemaltecos, quienes somos muy fieles a las tradiciones, lo mejor es planificarlas para después del protocolo matrimonial, cuando ya pasó el caos y las prisas de las ceremonias civil y religiosa, y claro está, de la fiesta. “Un novio no puede ver a la novia con su vestido antes de la boda, no forma parte de nuestra cultura, y no veo el motivo de estresar a la futura esposa si se llegara a ensuciar su vestido. Todos tenemos que estar lo más relajados posibles para ser espontáneos”, expone.

Pero Valdés no solo es fotógrafo de exteriores; también domina a la perfección las imágenes de estudio, lo que está incluido en los paquetes que ofrece. Además, es conocido por impartir cursos, talleres y ponencias.

El próximo curso será en octubre, el cual está dirigido a principiantes, en el que, entre otros aspectos, mostrará el funcionamiento básico de una cámara digital de lentes intercambiables y explicará detenidamente las funciones y parámetros para tomar buenas imágenes y sacarle el mayor provecho al equipo fotográfico.

“Vivo para y por la fotografía. En los años que llevo con la práctica de este arte he aprendido a convivir con las personas para conocerlas y ganarme el derecho de estar ahí y el derecho de tomarle una foto”, concluye Tono Valdés.