El año pasado fueron detenidos solo 13, pero en 2016 van más de 1,600 y la cifra aumenta: es la cantidad de migrantes africanos que han sido capturados en Guatemala, en su ruta hacia los Estados Unidos.
Según la Dirección General de Migración, más de 1,400 de estas personas son originarias de la República Democrática del Congo, dato que es difícil de confirmar porque casi ninguno de ellos contaba con un pasaporte que lo identificara al momento de su detención. El resto dice ser de Senegal, Ghana, Camerún, Somalia, Gambia, Guinea, Yemen y Togo.
Pero ¿qué hace esta gente a medio mundo de distancia de sus hogares, cansados, hambrientos, casi desnudos y sin dinero? Algunos, que logran comunicarse en un maltrecho inglés o español, cuentan una historia común: salieron rumbo al paraíso del país norteamericano, para lo cual pagaron hasta US$20 mil a coyotes que los embarcaron como polizones hacia Sudamérica (Brasil o Colombia), donde ya los esperaban para supuestamente trasladarlos por tierra a lo largo de Centroamérica y México, hasta llegar a su destino final.
Sin embargo, muchos de ellos han sido abandonados en el trayecto, por lo que no han tenido más remedio que buscar ayuda en cualquier población o son descubiertos al tratar de pasar por puntos ciegos.
Luego de su captura en territorio nacional, se les traslada al albergue migratorio ubicado en la zona 8 capitalina, donde permanecen hacinados incluso durante meses, a la espera de ser deportados hacia sus países de origen o, por lo menos, a Honduras o El Salvador, desde donde la mayoría ingresa a Guatemala.
Hoy, la policía también debe revisar autobuses, camiones y taxis, a la usanza de las patrullas fronterizas de México y Estados Unidos, pues el flujo no se detiene.