Microfinanzas: Confiando en los pequeños

Crónica Económica

En 2015, la cartera de préstamos otorgados a los microempresarios por los ban­cos sumó Q2 mil 700 millones, mientras que las cooperativas otorgaron Q6 mil millones, y el resto de entidades que se dedica a financiar a este segmento otorgó créditos por más de Q5 mil millones, a pesar de que el marco legal aún no está aprobado por el Congreso.

Estuardo Gasparico M.

egasparico@cronica.com.gt

En el 2014, Petrona Pérez quedó viuda, con deudas y cuatro hijos pequeños, lo que le impedía trabajar fuera de su casa, ubicada en una aldea de Panzós, Alta Verapaz.

Inicialmente, se sumió en la desesperación, pero un año después, envía a sus ni­ños a la escuela, mientras ella se queda atendiendo una pequeña tienda que pudo instalar en su propio hogar, gracias a un crédito que reci­bió de una financiera local que confió en ella y le prestó Q3 mil como capital semilla, el que pudo multiplicar y pa­gar a tiempo.

Como ella, más de un mi­llón de personas se beneficia con pequeños créditos que otorgan unas 300 institucio­nes de microfinanzas que funcionan en el país, muchas de las cuales están afiliadas a entidades más grandes, co­mo la Red Centroamericana y del Caribe de Microfinan­zas (Redcamif), organización de tercer nivel que se integra con 7 redes que incluyen a 135 instituciones —cooperati­vas, bancos, financieras y asociaciones no lucrativas— de Centroamérica y Repúbli­ca Dominicana, formada por 1,060 agencias que atienden a un millón 600 mil perso­nas —el 65 por ciento de las cuales son mujeres— con una cartera de US$1,645 mi­llones prestados en un 50 por ciento en las áreas rura­les de estos países.

Una de ellas es la Red de Instituciones de Microfinan­zas de Guatemala (Redimif), cuyo presidente, Reynold Walter, explicó que la entidad consta de 19 instituciones, 160 agencias, 213 mil clien­tes y una cartera de Q875 mi­llones. El 84 por ciento de estos clientes son mujeres —que especialmente en el interior del país son exclui­

das de las oportunidades y de los sistemas formales de cré­dito— y el 78 por ciento de ellas habita en el área rural.

Estas instituciones atienden, más que todo, a personas indi­viduales y pequeñas empresas porque su misión es contribuir a mejorar la calidad de vida de las personas y no el lucro, como en el caso de la banca comer­cial, afirmó.

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El monto promedio de los créditos es de Q4 mil, a los que se les debe dar un uso productivo durante el plazo normal, que es de un año, pagando una tasa aproxima­da de dos por ciento mensual —24 por ciento anual— lo que incluye asesoría sobre manejo del negocio, asisten­cia técnica y seguimiento de los proyectos, que en un 50 a 60 por ciento, son de tipo co­mercial, seguidos por activi­dades agrícolas, artesanales y actividades propias de peque­ñas industrias.

Agregó que algunos clien­tes tienen acceso a créditos mayores, debido a su récord crediticio y el éxito de sus ne­gocios. En cuanto a la carte­ra en riesgo —mora después de 30 días o 2 meses de atra­so—, es inferior al cinco por ciento del total, y cuando al­guien se atrasa, se renego­cian las condiciones para fa­cilitar el pago, lo que tam­bién crea vínculos de con­fianza y fidelidad.

Enfatizó que este dato es diferente al sobreendeuda­miento, que es una de las causas de la propensión al riesgo de morosidad.

Si de todas maneras, la per­sona no paga, hay regulaciones que ordenan realizar provisio­nes para ese tipo de contingen­cias, mientras se aprueba una Ley de Microfinanzas, proyecto que se encuentra en el Congreso desde 2013, aunque, así como está, no permite la inclusión financiera ni fomenta el fortale­cimiento del sector, añadió.

Walter ejemplificó que di­cha iniciativa establece la creación de Microfinancieras de Ahorro y Crédito (MAC) y Microfinancieras de Inver­sión y Crédito (MIC) cuyo monto mínimo de capital pa­gado inicial sería de US$5 millones en el primer caso y de US$1 millón 800 mil pa­ra el segundo, lo que deja fuera a prácticamente todas las entidades de este tipo que existen en el país, situación que impide la inclusión finan­ciera.

Generación espontánea

La Asociación de Investiga­ción y Estudios Sociales (Asíes) expone en el estudio Fortalecimiento institucional de las microfinanzas en Gua­temala, que dada la necesidad de contar con entidades que atiendan el microcrédito, han surgido estas organizaciones para atender a personas y pe­queños empresarios que afrontan dificultades para ob­tener financiamiento banca­rio.

Estas entidades han operado en el marco de la legislación co­mercial, pero urge una ley espe­cífica para evitar que cometan delito de intermediación finan­ciera, indica.