En las últimas tres décadas, el sobrepeso se disparó en todo el planeta. Más de 700 millones de personas —uno de cada diez— sufre de esta enfermedad, que al parecer se ha convertido en una auténtica epidemia para la humanidad, con serios efectos para la salud de las personas. México es uno de los países en donde más se desarrolla.
Carlos Roberto Jiménez
Ciudad de México –Algunos estudios de la FAO ubican a México como el país en donde la obesidad golpea a un mayor porcentaje de personas, aunque son la superpoblada China y Estados Unidos los países con mayor número de personas afectadas por esta enfermedad del siglo XXI.
Aproximadamente el 70 por ciento de la población mexicana padece de sobrepeso y casi una tercera parte (32.8 %) sufre de obesidad, mientras que en Estados Unidos ese porcentaje es ligeramente inferior (31.8 %). La razón para que esto ocurra, según algunos expertos, es el tipo de alimentación que predomina en la población mexicana.
Las alarmas se han disparado en los últimos años, porque se culpa al estilo de vida que vuelve a las personas cada vez más sedentarios, pasando horas sentados frente a las computadoras y la televisión, sin tener, además, una alimentación correcta y balanceada.
El científico y estudioso de este tema, Marcelo Alvarado, de la UNAM, dice en tono de broma, pero con seriedad, que a los mexicanos les afecta el exceso de la vitamina T, que explica llega por el consumo de Tacos, Tamales, Tortas y Tostadas. Según él, la sociedad de este país debe tomar muy en serio el tipo de alimentos que consume diariamente. La comida rápida forma parte de la dieta diaria.
El problema no es solamente el aumento de peso, sino las consecuencias que ello trae para las personas obesas. Los expertos consideran que el exceso de peso corporal está causando unas tres millones de muertes cada año, y basan sus afirmaciones en estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Nadie ignora que a diario, en los países desarrollados o en vías de desarrollo, las sociedades se ven bombardeadas por la industria alimentaria que empuja para consumir y comer más. La OMS, en el fondo, ve que se está perdiendo la batalla contra la obesidad, en parte, porque hay poca conciencia de los graves males que trae.
Efectos progresivos
Esta epidemia no mostró su dimensión en las últimas dos décadas. Desde los años 80 y 90 en el siglo XX, los hábitos de consumo sufrieron cambios drásticos. Incluso se dejó el uso de azúcar para endulzar a las gaseosas con un jarabe de maíz de alta fructosa (JMAF) de menos costo, pero más adictivo y más dulce también. Este producto se utilizó algún tiempo en la elaboración de productos sólidos como las pizzas y los pasteles, pero luego ha dejado de utilizarse en esas industrias.
Sin embargo, su efecto ha sido que se ha duplicado en el siglo XX el consumo de gaseosas, que son una fuente muy fuerte de calorías, además de que la fructuosa se convierte rápidamente en grasa en nuestro organismo, y causa otros efectos negativos.
Es importante recordar que la obesidad genera múltiples enfermedades, especialmente cardiovasculares o la diabetes, que se ha convertido en una de las mayores causas de muertes en el mundo.
A finales del siglo XX, se veía la obesidad como un problema de salud, no como una epidemia. Hoy el enfoque ha cambiado y es posible que se lleven a cabo campañas mundiales para crear conciencia en la población sobre los peligros que trae el sobrepeso.
Ahora se ha comprobado que su avance es aterrador y se hace necesario que la responsabilidad se traslade de los individuos a los gobiernos, porque hay que detener o minimizar la obesidad. Otra advertencia, esta enfermedad afecta más a las mujeres, como lo demuestran las estadísticas: Para el año 2025 habrá un 18 % de hombres obesos en el mundo, por un 21 % de mujeres.
En contraste, la humanidad ha logrado avanzar en la lucha contra la desnutrición. En cuatro décadas sucesivas el número de desnutridos ha disminuido, pero el de obesos está en alza.
Hay algunos países que muestran un cambio en esta tendencia, pero son pocos. Argentina, Polonia y Ucrania aparecían hace cinco años en las listas de los más afectados, y ahora han pasado a lugares de menor impacto.
En cambio, los países más industrializados son los que a su vez parecen crecer más en sus índices.
En las encuestas se destaca que una quinta parte de los obesos del mundo viven en países de habla inglesa: Estados Unidos, Gran Bretaña, Australia, Canadá, Irlanda y Nueva Zelanda. Todos tienen altos nivel de ingresos.
América Latina muestra un índice creciente también, con México y Brasil a la cabeza, de los efectos negativos y fuera de control, al menos en apariencia.
La OMS dice que es necesario lograr que cambien los hábitos de alimentación y se consuman alimentos saludables y dietas balanceadas, además de encontrar tiempo para hacer ejercicio, porque todo esto ayuda a evitar padecer sobrepeso y luego obesidad.
En México, las autoridades de salud estiman que la mezcla de mala alimentación y falta de ejercicio son la causa de un 32 % de las muertes de mujeres y el 20 % de hombres.
La recomendación de la OMS es que se produzcan campañas para crear conciencia y que se tomen serias medidas preventivas de salud. Piden también a las agencias de seguro que incluyan en sus planes la prevención para reducir el impacto económico de la enfermedad.
En resumen, si no se detiene la obesidad, sus efectos en la salud y costo sociales de los países seguirá en aumento, hasta provocar crisis.