Médicos rusos que trataron a opositor Navalni rechazan haber recibido “presiones”

Los médicos rusos del hospital de Omsk, en Siberia, donde estuvo ingresado el opositor Alexéi Navalni antes de ser trasladado a Alemania tras arduas discusiones, aseguraron el lunes que no sufrieron «ninguna presión» exterior o injerencia oficial. 

«No nos pusimos de acuerdo sobre el diagnóstico con nadie. Nadie del exterior ejerció ninguna presión contra nosotros, ni de la parte de médicos ni de otras fuerzas«,

declaró Alexander Murajovski, médico en jefe del hospital de Omsk, en una rueda de prensa virtual. 

«Mediante grandes esfuerzos, le salvamos la vida«, afirmó.

Decisión política

El rechazo inicial de trasladar al extranjero a Navalni, principal líder opositor, fue denunciado por su entorno como una «decisión política» que «amenazaba la vida» del activista. 

Su esposa, Yulia Navalnaya, dijo que «no confiaba» en este hospital. Según ella, al principio le impidieron hablar con su marido, y luego no pudo comunicarse con los médicos alemanes que se habían desplazado hasta Siberia.

  • Su entorno asegura que Navalni fue «envenenado»
  • y, con el retraso de la autorización de su traslado
  • se ganó tiempo para que la posible sustancia tóxica se disolviera y no pudiera ser detectada.  

¿Veneno?

Anatoli Kalinishenko, otro responsable del hospital de Omsk, indicó que, según dos laboratorios, en Omsk y Moscú, «ninguna sustancia que puede ser considerada como veneno (…) fue identificada» en el organismo de Navalni.

«Fue desagradable que periodistas y médicos de renombre internacional hicieran comentarios sin tener ninguna información», lamentó. El responsable afirmó también que había recibido «decenas de amenazas».

Navalni, un abogado de 44 años que se ha convertido en el principal opositor del Kremlin y cuyas publicaciones sobre la corrupción de las élites rusas son muy seguidas en las redes sociales, fue hospitalizado el jueves en Omsk, en coma, después de sentirse muy mal a bordo de un avión. 

Actualmente, se encuentra en el hospital de la Charité de Berlín, uno de los más prestigiosos de Europa.