Luis F. Linares López: ¡O PARAMOS O REVENTAMOS!

Luis F. Linares López

Quiero, en primer lugar, agradecer a Gonzalo Marroquín la deferencia de invitarme a continuar colaborando con Crónica. En dos últimas ocasiones le he fallado al no enviar a tiempo los artículos ofrecidos. Aparte de obligaciones laborales que se acumulan una tras otra es indudable, que como pasa en muchas actividades que se realizan en forma rutinaria, cuando se rompe la secuencia cuesta volver a tomar el ritmo. Así le pasa, por ejemplo, al que practica a diario algún deporte y me pasó luego de que cancelara mi columna semanal en Siglo21.

Pero, aparte de responder a la hospitalidad de Crónica y a la amistad de Gonzalo, creo que en las circunstancias actuales que atraviesa Guatemala no es posible callar. Uno debe aprovechar la oportunidad que ofrece un medio como Crónica para expresar opinión y contribuir a que la ciudadanía se informe y se forme. Y es imprescindible, ahora más que nunca, seguir remachando en el tema de la corrupción.

Es lamentable que, debido al miedo cerval de unos pocos, especialmente gente del sector empresarial, la ultraderecha y los grupos favorables o beneficiarios de la corrupción, hayan pasado a una ofensiva parcialmente victoriosa, al romper el virtual consenso que se había logrado en la lucha contra la corrupción cuando se desencadenó el proceso que llevó a la caída del binomio Pérez-Baldetti. A base de falacias sobre la presunción de inocencia, la mediatización de los procesos, la selectividad, el abuso de la prisión preventiva, la presión sobre los juzgadores, la afectación de la soberanía nacional, el impacto negativo sobre la economía, muchos guatemaltecos dudan o declinan en su apoyo a las acciones del MP y la CICIG. Formalmente están en contra de la corrupción, pero en la práctica favorecen a los corruptos, pues se pierde ese elemento fundamental que es el amplio apoyo de la ciudadanía.

Gracias a esa pérdida de consenso, los que están en contra de la lucha de la corrupción, comenzando por el mismo presidente Morales, pues su apoyo a la lucha es únicamente del diente al labio, se han envalentonado. Prueba de ello es la obsesión por sacar al comisionado Velásquez, las decisiones judiciales favorables a sindicados de evidentes actos de corrupción y la probable designación de un fiscal general alineado con el “pacto de corrupto”.

El título de este artículo corresponde a una expresión utilizada frecuentemente por el ilustre abuelo paterno de Gonzalo Marroquín: el gran periodista, abogado, político e historiador Clemente Marroquín Rojas. Y la recuerdo desde cuando, en la adolescencia, era un ávido lector de sus editoriales y columnas, que por sí solas llenaban frecuentemente la mitad del espacio de La Hora.

Guatemala se encuentra en una dolorosa y prolongada labor de parto, donde por momentos parece que no hay posibilidades que se logre el alumbramiento, que no es otra cosa que la derrota de la corrupción. Como diría don Clemente, si no hay parto el país va a reventar. Se va a perder por muchísimos años, con un estado que continuará capturado por la mafia convertida en gobierno.

No tienen nada de irresponsable afirmar que el Estado guatemalteco está capturado por la corrupción. Aseverar algo así no significa en modo alguno decir que todos los que están en cargos públicos o han pasado por cargos públicos sean corruptos, como tampoco el rechazo a las actuaciones que se dan en el Congreso deba verse como una condena a todos los diputados. Hay honrosas excepciones, y muchas, entre los servidores públicos de todo nivel. Pero esto no impide considerar que, desde hace muchos años, y de manera creciente, el Estado fue y sigue capturado por corruptos. No creo que alguien pueda afirmar que la rapiña existente durante el gobierno de los patriotas, y en gobiernos anteriores, no haya afectado al conjunto del Estado; y que a pesar de varios cientos de procesados, la corrupción se haya reducido significativamente y estemos transitando hacia una situación de probidad y trasparencia en la administración pública; que al caer el “rey del tenis” se acabó el tráfico de influencia en el Organismo Judicial; y que la mayoría de diputados están dedicados a legislar y fiscalizar a favor del pueblo.

Por eso resulta alentadora la creación del Frente contra la Corrupción, en donde convergen una amplia gama de ciudadanos. Debemos recuperar la unidad, convencidos de que se trata de un cáncer que deslegitima al Estado y corroe a la sociedad. Que es como la lucha contra una dictadura. Una tarea obligada para todos los ciudadanos decentes.