Los barras bravas del futbol reactivan la violencia de las protestas en Chile

Chile atraviesa desde hace más de 100 días una grave crisis social y el clima de zozobra se vio alimentado esta semana con la muerte de tres personas en un nuevo brote de violencia desatado por disturbios con hinchas del club de fútbol Colo Colo.

Con los colores de los diferentes clubes locales, en las redes sociales se compartía el mensaje: «Perdimos mucho tiempo peleando entre nosotros. Marcha de todas las barras», con el que se convoca a manifestarse en la tarde de este viernes contra el gobierno de Sebastián Piñera en Plaza Italia, en el centro de Santiago rebautizada por los manifestantes Plaza de la Dignidad.

La violencia durante las manifestaciones bajó de intensidad las últimas semanas. Pero la noche del martes se recrudecieron los disturbios con la muerte de un hincha del club Colo Colo, atropellado por un camión policial en medio de enfrentamientos posteriores a un partido de fútbol.

Barristas de Colo Colo, Universidad de Chile y Universidad Católica, se reunieron en Plaza Italia con camisetas y banderas de sus equipos para protestar por la muerte del hincha. Algunos se enfrentaron a la Policía en calles aledañas, confirmó un periodista de la AFP.

En tanto, Hinchas del club Coquimbo Unido interrumpieron el partido que su equipo jugaba con Audax Italiano en el norte de Chile por la segunda fecha del torneo local, atacaron a guardias de seguridad y destruyeron cámaras del canal que trasmitía el juego.

En las dos últimas noches, hubo saqueos a supermercados e incendios de autobuses, con saldo de tres muertos. Según el último balance de la Fiscalía, hasta el 28 de enero se contabilizaron 31 fallecidos.

Por su parte, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) entregó un informe en Santiago sobre el estallido social y estimó que Chile «vive una grave crisis de Derechos Humanos» ante «abusos, detenciones y uso desproporcionado de la fuerza», por parte de agentes de seguridad del Estado.

Chile cierra una semana más con un panorama incierto, sin la paz social para la consulta del 26 de abril que definirá si se cambia la Constitución heredada de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) y considerada la madre de las desigualdades que reclaman los manifestantes.

Macarena Orchard, investigadora en la Escuela de Sociología Universidad Diego Portales, considera que «el error de interpretación más grande del gobierno es sobre el rol de la protesta social».

«Creo que las autoridades han mostrado una cierta intransigencia a este respecto, y que han tenido un discurso criminalizante de la protesta social», dijo a la AFP.

– Sin tregua ni victoria –

Parte del país funciona con normalidad, como en barrios residenciales de Santiago o en sectores financieros que operan sin grandes sobresaltos. Pero bancos, oficinas de administradores de pensiones y farmacias aún protegen sus vitrinas por los disturbios.

La protesta se hace latente más cerca del centro de la capital y de los suburbios de clases obreras, donde se ve una batalla cansada pero sin intención de bajar los brazos.

«La mayoría de la ciudadanía rechaza, al menos en términos declarativos, acciones como saqueos, incendios o destrozos al mobiliario público. También hay una alta condena al uso de violencia desmedida por parte de Carabineros», afirma Orchard.

El respaldo a las demandas sociales que originaron la crisis fluctúa entre el 55 y 60% de la población y el rechazo a la violencia supera el 70%.

El desplome de las instituciones es profundo: el presidente tiene 6% de aprobación; el Congreso, 3%; los partidos políticos tradicionales, 2%; y el 72% de los consultados no se identifica con ningún flanco político, según la última encuesta CEP, la más reconocida del país.

«Yo quiero un Chile sin abusos, más justo, pero que ya dejemos estas peleas en Plaza Italia. Tenemos que concentrarnos en cambiar la Constitución», dijo a la AFP Hermógenes Quintanilla, un empleado bancario de 50 años.

Altibajos económicos

El FMI rebajó su previsión de crecimiento para Chile a un 0.9% desde una proyección en octubre de 3%, antes del inicio de la crisis.

El ministro de Hacienda, Ignacio Briones, destacó que esa previsión está en sintonía con las cifras que maneja el Gobierno. «La verdad es que no nos sorprende», apuntó.

«Vamos a tener un año complicado, pero no un año de recesión, sí complicado. Vamos a ir retomando el crecimiento», aseveró.

Este viernes el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) anunció que el desempleo subió a 7% entre octubre y diciembre de 2019, 0,3 puntos porcentuales por encima del mismo período del 2018.

Entre las sorpresas positivas, figuró la actividad minera, que subió un 2,8% en diciembre respecto a igual mes del año anterior, mientras que la industria manufacturera creció un 4.2%.