Los ministros de Exteriores de los Veintisiete redoblarán este lunes la presión contra el régimen de Alexander Lukashenko en Bielorrusia con el nuevo paquete de sanciones, además de tratar el futuro de las relaciones con Rusia y Turquía, y estudiar cómo apoyar a Latinoamérica.
Este lunes los ministros se reunirán en Luxemburgo con la líder opositora bielorrusa Svetlana Tijanovksaya, marco en el que adoptarán nuevas sanciones contra los responsables de la represión en Bielorrusia y del secuestro del avión de pasajeros de Ryanair obligado a aterrizar en Minsk para detener al periodista disidente Roman Protasevich y su pareja.
Sansiones
Fuentes europeas ya han confirmado que la nueva tanda afectará a unos 80 personas y varias entidades, lo que significa doblar el número de personas en la lista negra europea. También se esperan medidas en positivo como la adopción del programa de 3,000 millones de euros para apoyar la transición democrática en el país una vez se den pasos hacia la apertura.
En todo caso, para la cita del lunes no está previsto más que el acuerdo político sobre las sanciones económicas que estudia la UE para asfixiar a sectores clave para el régimen. Este tipo de medidas suscita más dudas entre los socios europeos y, tal y como reconoce un alto cargo de la UE, el texto legal debe ser muy detallado y entraña una complejidad mayor que las restricciones individuales.
«Las medidas económicas son más difíciles, lleva más tiempo. La idea original era tener el paquete listo para el lunes pero esas medidas se adoptarán un poco más tarde», indicó el alto cargo, mientras fuentes europeas apuntan a julio para adoptar las sanciones contra las exportaciones bielorrusas.
Un diplomático europeo ha asegurado que pese a que Rusia pueda aumentar su influencia sobre el vecino ante las sanciones europeas, «no hay vuelta de hoja» y considera que la gravedad de lo ocurrido con el vuelo de Ryanair obliga a responder a la UE.
Rusia y Turquía
Asimismo, los ministros tendrán un breve intercambio sobre la estrategia que presentó esta semana el Alto Representante de la UE para Política Exterior, Josep Borrell, que busca poner en práctica la política europea hacia Rusia adoptada desde hace años y darle un aire más proactivo.
Entre las capitales, el plan conjunto de Borrell y la Comisión Europea ha generado disparidad de opiniones, y aunque se valora positivamente que Europa evite una posición reactiva ante el Kremlin, se pone el foco en que quede claro que Europa no cambia su política hacia Rusia. La conversación de ministros, en todo caso, servirá de preparación para la reunión del Consejo Europeo del próximo jueves y viernes en la que los líderes estudiarán cómo encauzar las relaciones.
En una situación similar se encuentra Turquía, ya que serán los líderes los que marquen el camino para proceder en una «agenda positiva» con un vecino ineludible para la UE. De todas maneras, en la capital comunitaria se valora positivamente la mejora de las relaciones con Grecia y la desescalada en el Mediterráneo oriental, pero se piden más «hechos», como avances en la situación de Chipre, un conflicto en el que todavía Bruselas y Ankara mantienen posiciones muy alejadas.
Latinoamérica
Borrell también ha incluido en el guión de la reunión un punto sobre Latinoamérica. En concreto, la UE estudiará cómo respaldar a la región desde el punto de vista económico, político y sanitario, en un momento en el que la pandemia azota a varios países de la zona.
Para ello se repasará la cuestión de los acuerdos comerciales, como Mercosur, un acuerdo que en la actual situación se considera clave para poner los cimientos de la recuperación postcrisis en Latinoamérica. También se insistirá en canalizar vacunas para el continente, siguiendo el compromiso de España, que ha apalabrado hacer llegar 22 millones de dosis.
En la reunión se espera que se toque el futuro en Venezuela y los procesos electorales en Nicaragua y Haití. En todos ellos, la UE aspira a jugar un papel para que los comicios salgan adelante con garantías democráticas.
Ante todo, el Alto Representante ahondará en su objetivo último para la región, convocar este mismo año una cumbre de la UE con Latinoamérica que lleva sin celebrarse desde 2015. «No tiene sentido que con una región tan importante y con vínculos con Europa tan grandes no haya cumbres regulares. Seguimos trabajando en este objetivo», ha reiterado un alto cargo comunitario.