LO NUESTRO: Para unos San Simón, para otros Maximón

El culto al santo mestizo:

Cada 28 de octubre los pobladores de San Andrés Itzapa ven pasar romerías frente a sus casas. Todos se dirigen a la iglesia de San Simón, la deidad en la que se fusiona el mundo cristiano y el pagano; el conflicto y la ambivalencia.

En este poblado de Chimaltenango se le conoce como San Simón, pero a lo largo de las tierras altas del Occidente se le llama Maximón, quien cuenta con muchos fieles seguidores, pero no con la venia de la Iglesia Católica o de cualquier otra religión.

Los orígenes de su culto nos remiten a Santiago Atitlán, donde grupos tradicionalistas le rinden culto haciendo que asuma perfiles de un mestizaje cultural, que hace coincidir en un mismo ícono aspectos asociados al dios maya Mam con los de personajes bíblicos como Judas Iscariote, cita la socióloga Sylvie Pédron Colombani en el libro El culto a Maximón en Guatemala.

El culto a Maximón o San Simón es común en muchas regiones del altiplano occidental. (Foto Orlando Estrada)

De igual manera, en otros pueblos ribereños al Atitlán, Maximón se transfigura y asume identidades de los apóstoles, los santos patronos de esas localidades desde su fundación como pueblos de indios, dice Pédron Colombani, experta en las religiones, rituales, migraciones y antropología del mundo maya contemporáneo e integrante de la prestigiosa Casa de Arqueología y Etnología René Ginouvès, de Francia, y agrega: Maximón es un claro ejemplo del mestizaje intercultural y de las identidades negociadas.

Pero para muchos de los lugareños, es un santo que les concede milagros. Pedro Diego, vecino de Santiago Atitlán, asegura con absoluta convicción que todo lo que le pedimos nos lo concede, e incluso asegura que ha visto curaciones de personas con enfermedades graves.  Cuando no se sana, es porque algo bueno no hemos hecho, concluye.

El antropólogo Samuel Lothrop en su trabajo Further Notes on Indian Ceremonies in Guatemala indica que este ídolo es un ser sobrenatural y potente, con cuerpo grotesco, como de espantapájaros, con un puro en la boca y que resucita (…) Es la encarnación del conflicto y la ambigüedad; es tratado con temor y respeto, pero también despreciado y objeto de burla.

Una mujer le «fuma el cigarro» a la figura de Maximón, como parte de los ritos conocidos. (Foto Orlando Estrada)

Para el investigador Néstor Felícito Véliz Catalán, San Simón es patrono de los rezadores, viajeros y comerciantes y es en las dimensiones de estas profesiones que ejerce su influencia, ayudando al éxito en los negocios, viajes y transacciones. También se le solicita frecuentemente para obrar curaciones, pero suele castigar enviando la locura a algunos transgresores de las costumbres y mandatos de la iglesia, como los adúlteros. Asimismo, se ocupa de preservar la fidelidad y lealtad matrimonial, preservando al ser amado de las tentaciones. A cambio de favores obtenidos, se le ofrenda dinero, cita en el libro Hegemonía, Historia y religiosidad popular en Guatemala: el diálogo de los pueblos mayas con la cultura occidental a través de la política, el mestizaje cultural y el imaginario.

Tanto la iglesia católica como las evangélicas advierten a las personas sobre este personaje y niegan que sea un ser sobrenatural y milagroso.  Terminan siendo un engaño para los incautos, dicen algunos pastores protestantes en Santiago Atitlán.

Culto

Los devotos hacen largas colas para llegar al santuario donde permanece la imagen del santo de madera, sentado en una silla y vestido con traje negro.  Todo en un ambiente

En los días de peregrinación, la imagen está cubierta con un plástico transparente, pues es costumbre que los fieles le lancen escupitajos de aguardiente a la cabeza y la cara, antes de suplicarle milagros y favores como salud, amor y dinero.

Los rituales en torno a la fiesta Maximón evidencian su carácter sincrético: altares con frutas, flores, puros artesanales, velas y licor, combinan con elementos de los cultos católico e indígena.

El olor del tabaco y el aguardiente se mezcla con el de las hierbas aromáticas que esparcen los brujos entre devotos que les pagan para que les alejen los malos espíritus y atraer prosperidad.

Los guías espirituales explican que San Simón recibe a todos, es imparcial y justo con sus seguidores, por lo que es frecuente hallar entre los visitantes a prostitutas y pandilleros.

Se le ofrendan dándole a fumar tabaco en puros y cigarrillos, así como a beber aguardiente, todo lo ello depositado en el orificio que hace las veces de su boca.

Vengo a dar gracias, no a pedir, cuenta Norma, quien viajó desde Los Ángeles, California para agradecerle a este personaje, ya que en 1990 se fue como migrante indocumentada a Estados Unidos, pero ahora regresa como ciudadana de esa nación y asegura que se lo debe a San Simón, por eso le pagó tres horas de mariachi.

Antonio salió temprano de la capital junto a su esposa e hija. Lleva 8 años de visitar en estas fechas a quien reconoce como su deidad y a quien agradece haberlo a alejalo de las drogas y el alcohol.

La espiritualidad mestiza encontró en los santos católicos los recipientes adecuados para vaciar el contenido de algunas tradiciones perpetuadas por siglos en estado sincrético y que se encuentran con lo occidental en el período colonial, tiempo de la implantación forzada del catolicismo. Esta deidad se acerca a los indígenas no como ídolo ni como un dios, sino como santo, como entidad protectora de la cual se puede obtener favores, explica Véliz Catalán.

El Maximón en Santiago Atitlán no es el único que hay en los pueblos a orillas del bello lago.  Los hay también San Lucas, San Antonio, San Juan la Laguna y San Jorge.  Cada uno tiene su particularidad, como el de San Lucas Tolimán, que con su máscara negra pretende hacer recordar a Ek Chuah dios negro de los comerciantes mayas.

El 28 de octubre es una fecha especial en todos estos pueblos de Atitlán.  Ese día, en todos ellos, se pueden escuchar cohetes y marimba, a manera de celebración.  Los comerciantes de aquellos lugares lo han convertido en una especie de patrón, y lo mismo hacen muchas prostitutas, que consideran que es su protector.

No es extraño ver que por las noches, muchos fieles se aproximan para entregar ofrendas a Maximón, para luego esperar que les conceda el milagro que le han solicitado. De acuerdo a las autoridades de algunos de estos pueblos, lejos de disminuir la atracción al santo, ha aumentado el número de sus seguidores a lo largo de las últimas tres décadas.

Lo que puede verse cotidianamente en esta zona turística, es que su nombre ha trascendido internacionalmente y un recorrido por sus templos es actividad obligatoria para miles de extranjeros que se aproximan para tener la experiencia de ver interactuar a los fieles que creen ciegamente en la santidad de este personaje.

Es el diablo

Es el diablo, advierte el sacerdote católico Hugo Estrada, del templo de La Divina Providencia. Con él coincide Abelardo Pérez Ruiz, de la diócesis de Sololá. Maximón es un fenómeno de gravísima corrupción religiosa, del cual solo Dios sabrá el daño que tendrá en los cuerpos y en las almas, comenta.

Aunque el catolicismo lo ve como un personaje oscuro, las creencias mayas difieren. El ajq’ij Pedro Ixchop, de la Asociación de Sacerdotes Mayas de Guatemala (ASMG), señala que en Maximón solo fluye energía positiva. Nosotros no tenemos celos de las imágenes católicas; somos más tolerantes en cuestiones de fe que ellos, afirma.

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