¿Limpiar el Congreso?

RENZO ROSALRenzo Lautaro Rosal


En el corto plazo, empujar para que los trece diputados que tienen solicitudes de antejuicio no lleguen a tomar posesión en enero próximo, es un objetivo deseable. No se trata solamente que el TSE les impida asumir nuevamente sus curules. Para ello, es indispensable el alineamiento de la Corte Suprema de Justicia y de la impredecible Corte de Constitucionalidad. Sería histórico y aleccionador que eso ocurriera, precisamente cuando una nueva correlación de personas asumirá la nueva legislatura. Pero debemos tener presente que la mesa no se está limpiando del todo. Por delante tenemos más personajes, unos reelectos y otros de nuevo ingreso, sobre quienes penden cuestionamientos y dudas razonables. Se podrá cerrar un capítulo, pero se abren otros. Observar el Congreso y lo que en él sucede, corre un doble riesgo. Ver el conjunto y dejar de lado sus partes, implica culpar al organismo, generalizar, desgastar la institucionalidad y seguir postergando a los verdaderos responsable de los desmanes parlamentarios. Por el contrario, si vemos solo las partes, asumiremos un papel reduccionista; se personalizarán las responsabilidades, pero se invisibiliza el juego de la totalidad.
A lo largo de los últimos años, hemos satanizado la reelección. Claro que ese fenómeno tiene mucho de negativo, pero, además de ser legal, no es posible caer en la simple relación de considerar que los reelectos son los malos y los nuevos, los buenos y ungidos. Ese pensamiento lineal fue el que llevó a plantear que contar con parlamentarios jóvenes era una buena noticia. La realidad fue totalmente distinta. Las olas de diputados novatos fue evidencia de marcadas precariedades y, lo que es peor, la reproducción, e incluso profundizamiento de las mismas pautas utilizadas por los diputados tradicionales. Ser joven no es indicador de cambio, mejora o nuevos paradigmas. Algo similar ocurre con las mujeres que han ocupado curules. Además de ser pocas, su paso ha sido intrascendente (en su mayoría), fácilmente atrapadas en las marañas intrincadas de las diversas formas de ejercitar el poder.
Los primeros indicios de lo que está por ocurrir con la nueva correlación de fuerzas en el Congreso, ha sucedido en las últimas semanas. Diputados patriotas y de Líder abandonaron sus respectivos barcos, se han hecho independientes y buscan incidir en el reparto de recursos del presupuesto 2016, ya sea para potenciar sus labores de control territorial o preparar el terreno para volver por sus fueros, en caso de quienes no resultaron reelectos. De quedar Morales, deberá agenciarse de operadores con experiencia en las andanzas parlamentarias, para tener alguna posibilidad de maniobra. Su bancada no solo es limitada en número y saberes, sino, además, novata y obligada a pagar por el derecho de piso. Bajo ese escenario, la UNE se convertiría en la principal piedra en el zapato, jugando a llevarle la contraria, con más diputados que acumulan horas de vuelo. Ese conjunto de hoy, independientes, estarán agazapados esperando los resultados de segunda vuelta para ver por dónde se aglutinan; incluso algunos seguirán como independientes, aunque en sus procederes y votaciones claramente se vislumbren sus nuevos quereres. De eso se trata las idas y vueltas en el Congreso, dinámica que indudablemente dará como resultados un nuevo grupo de legisladores grises, que sacarán las uñas para comenzar a edificar un nuevo modelo de conducción, que dejará atrás los que hoy vemos como los impresentables.
Estamos ante un ciclo que se repite cada cuatro años, donde algunos reelectos asumen el papel de conductores, operadores que saben y dicen qué, cuándo y cómo se mueven los hilos, dejando que los nuevos asuman el papel de masa. Algunos de ellos pronto comenzarán a hacerse sentir como los más aplicados, que aprenden rápido. Otros, la mayoría, se moverán según donde vaya el viento, se convertirán en carne de cañón, buscarán quedar bien con los electores de sus distritos, hacia donde girarán cuanta oportunidad llegue a sus manos, todo al mejor precio posible. No hay condiciones para pensar que ese conjunto de movimientos cambie para mejorar la calidad de la representación política, o bien, las funciones de legislación y fiscalización.
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Diputados patriotas y de Líder abandonaron sus respectivos barcos, se han hecho independientes y buscan incidir en el reparto de recursos del presupuesto 2016.