Durante la primera mitad del siglo XX, Guatemala sufrió dos férreas dictaduras: la de Manuel Estrada Cabrera (1898-1920) y la de Jorge Ubico (1931-1944). En ambas, el país vivió bastante inestabilidad política, por lo que tras la Revolución del 20 de octubre de 1944, nuevos aires llegaron a la nación. Las elecciones de 1945 fueron ejemplares en la historia del país.
Redacción Cultura/Crónica
El presidente Lázaro Chacón (1926-1930) apostó por la educación y capacitación del magisterio. Uno de los premiados fue Juan José Arévalo, un docente que ganó una beca para ir a Argentina y prepararse para un proyecto que el mandatario pretendía impulsar.
En 1931 ganó la Presidencia de la República el general Jorge Ubico Castañeda, quien por medio de fraudes electorales sucesivos se mantuvo en el poder por 14 años.
Algunas de sus decisiones, como recortes en educación y suspender ciertos proyectos iniciados con anterioridad, se tradujeron en una reducción a la beca del ya Dr. Juan José Arévalo, quien preparó su retorno al país, no necesariamente con fines de participar en política.
Sin embargo, se estaba forjando la figura de quien más adelante irrumpiría con fuerza en la política nacional.
La Revolución y las elecciones
Tras la salida de Ubico, obligado a renunciar el 1 de julio de 1944, asumió Federico Ponce Vaides, quien pretendió continuar en el poder hasta que se produjo la Revolución el 20 de octubre y fue derrocado por un movimiento cívico-militar sin precedentes.
La Junta Revolucionaria, integrada por los militares Jacobo Árbenz Guzmán y Francisco Javier Arana, así como por el ciudadano Jorge Toriello Garrido, anunció pronto las elecciones para el año siguiente, lo que provocó una fuerte efervescencia y surgimiento de grupos políticos.
Entre esas organizaciones estaba el Frente Popular Libertador, principalmente formado por estudiantes universitarios, quienes buscaban una figura intachable que no tuviera compromisos políticos.
Así surgió el nombre del Dr. Juan José Arévalo, quien además tenía la etiqueta de ser una persona bien formada, tras pasar por la entonces prestigiosa Escuela Normal para Varones.
Mientras surgían otras candidaturas, era evidente que crecía la popularidad de Arévalo, cuyo nombre se coreaba: ¡Viva Arévalo, viva Arévalo!, aun en los mítines y reuniones de los otros partidos y candidatos presidenciales.
Pronto, la mayoría de aspirantes comprendió que había solamente una figura con posibilidades y fueron declinando su participación. El tiempo transcurrió con una vertiginosa escalada en la popularidad de Arévalo en todo el país, y a principios de diciembre no había ninguna duda sobre cuál sería el resultado de aquellos comicios, que además, eran novedosos para la sociedad guatemalteca porque serían los primeros verdaderamente democráticos en la historia de la nación, y en los cuales por primera vez, las mujeres podrían votar.
Tres días de urnas abiertas
A diferencia de lo que hoy se conoce en Guatemala, aquellas elecciones se programaron para ser celebradas durante tres días: 17, 18 y 19 de diciembre. Hay múltiples anécdotas sobre la forma en que la población coreaba el nombre de Arévalo con vivas, pero en realidad el ¡viva Arévalo, viva Arévalo! llegó casi a ser un himno de todos. Su figura se agigantaba en la medida en que se acercaba la fecha de los comicios.
Recientemente, en una columna de opinión escrita por René Arturo Villegas Lara, se recordó la campaña arevalista: En los radios escuchábamos que sonaban anuncios de acumuladores de carros y los patojos cantábamos unos estribillos con música de aquél corrido mexicano ¡Viva México!, y en lugar de la letra original, nosotros aprendimos a cantar ¡viva Arévalo, viva Arévalo!
En el escrito de Villegas Lara se lee: Todos éramos arevalistas… hasta los patojos que aun nos orinábamos en la cama. Y recuerda: En una vieja puerta de una talabartería estuvo pegada mucho tiempo una propaganda que tenía un corazón y dentro de este, una foto de medio cuerpo del elegante hombre de Taxisco, con una leyenda que decía Arévalo en el corazón de Guatemala.
En los días de la elección se observaba a la gente con rostros sonrientes y felices. Fue el propio Arévalo, quien acuñó la frase de las alegres elecciones, para explicar el fenómeno que se estaba dando, en el cual el pueblo estaba realmente celebrando el fin de las dictaduras y el inicio de lo que luego dio en llamarse la primavera democrática.
El pueblo se expresó
El resultado de aquellas elecciones no fue sorpresivo, pero sí muy significativo: el pueblo que gritó ¡viva Arévalo, viva Arévalo!, le dio su respaldo mayoritariamente. Nunca más ha habido un candidato presidencial que gane con tal holgura unos comicios. El resultado electoral quedó de la manera siguiente
Candidato Partido Votos (%)
Juan José Arévalo Bermejo FUPA 255,660 (86.25 %)
Adrián Recinos FDN-PDC 20,949 (7.07 %)
Manuel María Herrera PTRD 11,062 (3.9 %)
Guillermo Flores Avendaño PSD 8,230 (2.78 %)
Tomaron parte 11 candidatos más, pero ninguno de ellos alcanzó el 1 %. El triunfo fue abrumador y la respuesta del pueblo apoteósica, lo que hizo que aquella fiesta ciudadana se prolongara hasta el día de la toma de posesión, el 15 de marzo de 1945.
SEMBLANZA
Juan José Arévalo nació el 10 de septiembre de 1904 en Taxisco, Santa Rosa, donde realizó sus estudios primarios, antes de trasladarse a la capital para graduarse de maestro en 1922, en la Escuela Normal Central para Varones.
Tres años después (1925) escribió su primer libro, que durante muchos años fue utilizado como texto de lectura oficial en las escuelas e institutos del país.
En 1927 obtuvo una beca del Gobierno para estudiar en la Universidad de La Plata en Argentina, donde conoció a su futura esposa, Elisa Martínez, quien también se dedicaba al magisterio y la educación.
Laboró durante el gobierno de Ubico en el Ministerio de Educación, pero renunció al cargo por diferencias pedagógicas con el ministro Antonio Villacorta.
En 1937 volvió a Argentina para dar clases en la Universidad de Tucumán, en la población del mismo nombre, donde se encontraba al momento en que se le convoca para que se integre a movimientos que se daban en el país antes de la Revolución. Él llegó a la nación en septiembre de 1944.
Murió el 7 de octubre de 1990 en la ciudad de Guatemala, pero fue enterrado en su natal Taxisco.
Su gobierno es considerado –hasta la fecha– como el mejor que ha tenido el país, con importantes avances de orden social.
Juan José Arévalo, con la banda presidencial, junto al triunvirato que le entregó el cargo: Francisco Javier Arana, Jorge Toriello y Jacobo Árbenz Guzmán.
El retorno al país del Dr. Arévalo, lo mostraba ya como el futuro presidente.