(Dícese cuando dos personas chocan las manos como demostración de que son iguales. Por ejemplo: somos cacos: ¡chócales!)
Crispino Picón Rojas
De un día para otro, la cara se le descompuso a Allan Rodríguez cuando se enteró que, a pesar de los esfuerzos, plata y demás, no contaba con los votos necesarios para ganar su tercera elección consecutiva como presidente del Congreso.
Dicen que sintió como si le quitaran el piso y se quedara en el aire. Lo primero que hizo, fue pedir una reunión de urgencia con el mero boss de los partidos políticos, para que pusiera orden en el Congreso y las aguas volvieran a la normalidad. — Yo me encargo de citar a mi casa a los mero tenazudos y lo arreglamos–, le dijo por el teléfono nada menos que el Señor Presidente, como gusta que le llamen.
Era un sábado temprano el presi Alejandro Giammattei todavía estaba en pijama, pero con el rostro feliz, esperando que le avisaran que el desayuno estaba listo. Como sucede cuando se quiere poner en marcha una maquinaria bien engrasada, hay que hacer girar los engranajes. — Pues manos a la obra, le dijo a su inseparable compañero Miguelito Martínez, a quien le pidió hacer la lista de invitados para esa misma noche. — De inmediato, claro, claro, la tengo en diez minutos.
Las primeras en la lista serían las dos mujeres más importantes de la política criolla: Sandra Torres y Zury Ríos. Los votos de ambas tenían que estar asegurados. Luego se necesitaba algunos de los que conocen y manipulan las interioridades del Congreso. ¡Felipao Alejos!, por supuesto.
Miguelito conoce muy bien a Alejandro, y entonces la lista no debe ser demasiado grande y, además, a la mayoría de los de la alianza oficialista no hace falta que más que transmitirles la voluntad presidencial para que se pongan firmes. Por supuesto que apuntó a la mera tatascana de la CC, Leylita Lemus, para repasar el tema legal cuando se analicen todas las posibilidades.
Pensó en Pedro Brolo, uno que siempre era invitado a este tipo de reuniones, pero de inmediato lo tachó de la lista, pues recordó que ha caído en desgracia, al extremo de estar en la cuerda floja en su cargo en la cancillería. Por cuestión de imagen, no podía faltar –aunque fuera por medio de zoom–, el vivaracho panameño Poll Anria.
El último en entrar en la lista fue el ministro de Finanzas, porque finalmente si se iba a comprometer parte del erario nacional para retener el control del Congreso –pieza clave en el andamiaje de la alianza oficialista– había que tener clara la foto, para no excederse ni que faltara nada. Alvaro González Ricci entró en la exclusiva lista.
A todos se les pidió puntualidad y que no llegaran con regalos, porque los últimos que lo hicieron –los famosos rusos–, armaron gran clavo por la alfombra con billetes que llevaron.
Esa noche se cocinó la nueva junta directiva del Congreso. Felipaono se anduvo por las ramas y les explicó que el problema era Allan el Feo, porque se hizo de demasiado enemigos por su fea forma de ser –por eso, lo de feo, no por otra cosa–. Con él encabezando la planilla, hasta se podía perder. Con un solo voto en contra se decidió buscar otra cara. Sandra y Zury, que no se sentaron juntas ni intercambiaron palabras entre ellas, condicionaron su participación. La primera pidió total apoyo para recuperar el partido. Se lo prometieron y tranquila. Dijo que, con un poco de plata, hasta le serviría para debilitar al grupo disidente de la UNE. ¡Y así fue!
La guapa Zury se paró para explicar su caso, y dijo que es poco lo que le falta para que en la CC no le pongan pero a su candidatura. Ningún problema, le dijo Leyla. La alianza oficialista luce más fuerte que nunca, al menos para la elección de JD y la aprobación del Presupuesto 2022.
El presi exclamó: — Oigamos a Poll, En la pantalla gigante aparecía el flamante asesor de comunicación, quien dijo que para mejorar la imagen del Congreso sería bueno una mujer como presidenta. Es entonces cuando entre los nombres surgidos, se escoge –casi por unanimidad–, a Shirley Rivera. Todos coincidieron con la descripción que hizo Felipao: entre sus dotes destacan el saber obedecer, tener poca iniciativa y gran capacidad para seguir instrucciones al pie de la letra sin cuestionar.
— No se diga más. Conclusión presidencial, aunque no le gustaba mucho la idea de tener a una mujer al frente del Legislativo.
Llegó el momento de brindar. Todos salieron con tarea bajo el brazo. Sandra, ambiciosa siempre, debe conseguir más votos de su partida UNE; Allan, pasa a la llanura y debe terminar el año con el Presupuesto aprobado; Zury, dará la impresión –nada más– de ajarse un poquito de la alianza, y no estará representada en la JD –para no darse color–; Felipao vuelve a ser operador, su retorno soñado; González Ricci, tiene que jugar al Monopoly para favorecer a los diputados con obras y otras bagatelas.
Y así, Miguelito y el presi, se quedaron contentones por la labor cumplida. Pudieron irse a la habitación tranquilos, pues la alianza oficialista sigue como Johnnie Walker, caminando tan campante.