Sobre el viaje a Moscú de Pedrito Brolo
Crispino Picón Rojas
¡Vacunados!
(Dícese cuando te obligan a hacer algo que no te gusta; cuando te trincan con un negocio).
En esta época del año, Moscú es más bien una ciudad calurosa, aunque los rusos no lo son tanto. Hasta allá viajó Pedrito Brolo, el primer canciller guatemalteco –al menos que yo recuerde– que viaja a la capital de Rusia, con el fin de averiguar que diablos pasó con las famosas vacunas Sputnick V.
Conseguir información de todo lo que sucedió en ese viaje y los detalles de las conversaciones entre Pedrito y el canciller ruso, Serguéi Lavrov, no ha sido nada fácil, pero incluso cayeron en mis manos datos interesantes, como saber el sobrenombre con el que se conoce por el mundo al jefe de la diplomacia rusa: El señor NO.
Primero les cuento que Serguéi –que significa pastor o protector en ruso– no habla español, y se incomodó cuando tuvo que aceptar la solicitud de una cita por parte del canciller de un país que se llama Guatemala. Tuvo que acudir a un mapamundi para ver en dónde queda nuestro lindo y sufrido país.
Luego preguntó el motivo de la sorpresiva visita de Pedrito. Se le informó que llegaba para averiguar sobre el montón de vacunas Sputnik V que, según el gobierno chapín y su presidente, Alejandro Gimaneti –cómo ahora se le conoce en círculos internacionales– compraron supuestamente de manera directa del gobierno ruso.
Con la eficiencia de una potencia como Rusia, en diez minutos tenía un amplio expediente sobre la compra de las vacunas y todo lo que se ha dicho sobre esa negociación.
…Y por qué viene hablar conmigo??? Si tiene que reclamar algo, que lo haga con Alexander (Chistyakov), le gruñó a su asistente, tras comprobar que Guatemala no le compró las vacunas directamente al gobierno ruso, sino que lo hizo por medio de una empresa recién creada, intermediaria, que se llama Human Vaccine.
Con atención leyó el contrato: ¡Jajajaja! Este Alexander si que es bueno para babosear gente. Lo malo es que ahora me toca la pacaya, porque tenemos que cuidar la imagen de Rusia en el exterior. Ya hablaré con el Señor presidente (Putin) para contarle lo que hace su “amiguito”. Pero eso sí, ordenó: Díganle a Alexander que les envíe aunque sea otro pushito de vacunas –200.000–
Su conclusión fue que esta vez se le pasó la mano a Alexander y Human Vaccine, porque ningún otro país había sido tan ingenuo… o tan avorazado. Seguro se quedaron con una jugosa ganancia ambas partes, porque les vendió las vacunas a casi el doble de precio de lo que nosotros, como gobierno, las vendemos.
Cuando llegó el día de recibir a Pedrito, se le veía incómodo, porque tendría que dar explicaciones por algo que no le correspondía al Kremlin, sino a esa empresa que ni los rusos conocían, más allá de los contratos que firma para la venta de vacunas. Él (Alexander), ya sabe que no tiene ningún privilegio con fechas cuando nos compra las vacunas, lo que significa que no tiene el respaldo del Gobierno, ¡por supuesto!
Pero el chico chapín, abogado que es, sabía que no tenía nada que reclamar oficialmente. Lo único que podía esperar, es que el Sergéi, como buen protector, se apiadara de los guatemaltecos y nos despachara aunque sea un pushito Sputnik V, para aplacar las criticas contra Giamaneti y su ministra, Amelia Flores.
Haciendo honor a su sobrenombre –apodo le decimos nosotros–, el señor NO, le explicó que sabía del contrato firmado por el Estado de Guatemala, y que lamentaba que se hubiera pagado tan caro por las vacunas, que no se hubieran dado cuenta que no hay compromiso de tiempos para la entrega y un montón de cosas más, que hacían que Pedrito cambiara la cara de colores.
En dos platos: un NO rotundo, pero muy elegante y hasta cariñoso. Por favor, me saluda al presidente Giamaneti –dale con cambiarle el nombre al pobre Giammattei– y dígale que cuando podamos, le enviaremos algunas Sputnik para allá.
Pedrito, que de antemano sabía que la ministra y el presi la chorrearon al hacer esa compra tan babosa, se dio por satisfecho, le estrechó la mano a su colega ruso, y corrió para disfrutar del tiempo libre que le permitía conocer el Kremlin, museos, uno que otro restaurante y algunos barys, como se les dice en Rusia a los bares.
En la cancillería rusa comentaban todos sobre el famoso negocios de la compra de vacunas por Guatemala: O son muy tontos por pagar tan caro por algo que no saben cuándo van a recibir, o son unos grandes negociantes que saben como cobrar su comisión… y así, todo el mundo feliz.
Moscú es reconocido como un antro de mucha corrupción, pero no me extrañaría que después de esto, puedan poner mayor atención al quehacer de los políticos guatemaltecos, porque, aunque somos un país chico, el Gobierno es grande para hacer negocios oscuros y bien retribuidos.
Espero que la próxima vez no me cueste tanto conseguir la información, porque esta vez tuve en contra la secretividad que se manejó, el idioma y la distancia. En conclusión, los rusos ¡nos vacunaron!, como bien pensó para sus adentros el canciller en su largo viaje de retorno.