Dícese cuando se quiere matar a alguien o algo… como puede ser un bosque en pleno corazón de una ciudad que se asfixia o a su propietario»
Crispino Picón Rojas
Esta es una narrativa basada en hechos reales que da pena, tristeza y nos debiera preocupar a todos… y mucho.
Se trata de dos intereses que se entrecruzan. Por un lado, la vida, visión y pasión de un adulto mayor de 79 años, propietario de un bosque magnífico que sirve de pequeño pulmón en plena 20 calle de la zona 10 –por cierto una de las vías más contaminantes por el tráfico de vehículos que circula diariamente–, y por el otro, el afán desmedido de hacer riqueza, aún a costa de dañar el ambiente y pisotear la voluntad de un hombre que soñó con dejar esa joya ambiental como legado.
En un video que cayó en mis redes sociales, este personaje admirable se identifica a sí mismo como José Roberto Raúl de la Rosa Sánchez y dice que la fecha de grabación es el 11 de febrero de 2024. Luego añade que él es el legítimo propietario del terreno en cuestión, y que, no lo he vendido, ni quiero venderlo y quiero que se conserve como el bosque que hay en la ciudad de Guatemala.
¡Imagínese querido lector! El 11 de febrero, hace menos de 4 meses, don Roberto –como se le conoce– aseguraba que el terreno era suyo y no estaba dispuesto a venderlo, pero los desarrolladores vendían ya en planos el proyecto IRANTU, disponible en varias corredoras de bienes y raíces, el cual se pretende construir en un bosque natural rico en flora y fauna.
¿Cómo así? ¿No huelen muchas cosas mal en esto que vecinos y ambientalistas han dado en llamar el ecocidio de la 20 calle?
Lo que pretenden es darle matarile al bosque y tal vez llevar a la tumba a su propietario legal y moral.
Se han logrado establecer muchas cosas desde que los propios vecinos y gente con conciencia ecológica hicieron la denuncia pública. Todo indica que hay una trama de engaños gigantesca detrás de IRANTU, aunque todavía no hay nombres y rostros, más que algunos improvisados estudios aprobados por el ministerio de Ambiente de Alejandro Giammattei –lo que no extraña a nadie por la enorme corrupción imperante en esa administración y en todos sus ministerios–, una sociedad anónima que dice haber pagado más de US$9 millones por el terreno –¿a quién o en dónde está ese dinero?– y las sombras y rastro, que habría que seguir, de una serie de amañados documentos para crear una fachada legal y lograr el despojo a don Roberto.
Por supuesto, los potenciales compradores de apartamentos no saben todo esto ni les han informado sobre lo hecho y lo que se piensa hacer, más allá de que hay un proyecto de más de 500 apartamentos, el cuál destruirá un bosque pulmón de oxígeno para todos, chupará más agua del ya peligrosamente agotado manto freático de la ciudad, y tendrá un fuerte impacto vehicular en una de las zonas más congestionadas.
MIRA ESTE VIDEO-TESTIMONIO:
Algunos pensarán que se trata de gritos de ecohistéricos, otros dirán que son fumadas de los fanáticos ambientales, pero la realidad es muy distinta. Aquí no solo se pretende llevar a cabo un ecocidio –qué sí lo es–, sino que se trata de un despojo ilegal de una propiedad para una persona que, como he podido comprobar por diversas fuentes, ha tenido una vida ejemplar, desde su juventud, por lo que no se trata del comportamiento de alguien chocho que ha perdido la razón. Ese terreno, en dónde él vivía hasta que desapareció misteriosamente después de un accidente que tuvo este año, era parte de su sueño de vida, de un legado ambiental que pretendía dejar después de su muerte.
Por supuesto que el escándalo sale a luz por la intención de botar un bosque primoroso y necesario para construir un proyecto habitacional. Pero detrás está toda esa trama que brevemente he descrito, la cual mantiene en el ambiente muchas interrogantes sin respuesta, al menos por el momento.
Veamos: ¿En dónde está don Roberto? ¿Alguien lo obligó a firmar algún documento o se hizo con engaño? Si hay un documento que dice que HADRIANI S. A. pagó por el terreno US$9,445,027, ¿dónde está el dinero? Y, preocupante: ¿Por qué desapareció don Roberto?
Finalmente queda ver lo que harán las autoridades: Medio Ambiente (MARN), la Muni de Ricardo Quiñónez y, por supuesto, el adormecido MP.
Cómo dicen los refranes populares: en Guatemala se pueden ver muertos acarreando basura y que aquí todo pasa, pero no pasa nada. Seguramente la trama de la 20 calle no termina aquí.
Recomiendo leer el blog: Villa Lolita (https://www.villalolitablog.com/) bien escrito y muy descriptivo para conocer a don Roberto).