La olimpiada fiscal

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Rodolfo Bay


Finalizada la olimpiada de deporte, que tanto nos alejó del mundanal ruido, perdidos en el culto de grandes deportistas, a veces no tanto buenas personas (pues ser buen deportista no implica que seas buena persona, como un par de casos durante la olimpiada de Río demostraron). Ahora comienza en Guatemala la olimpiada fiscal.

La llamo olimpiada, pues debería ser una competencia deportiva de líderes de todos los sectores por encontrar el método para un país mejor en el que todos ganemos. Y digo deportiva, pues debería ser una discusión sana y justa por ser todos mejores. El riesgo, que en el camino se mezclen intereses egoístas. Lo que en deporte serían los dopados, que hacen cualquier cosa por su beneficio personal a corto plazo, aquí pudiera ser la vieja forma de hacer las cosas, y que se siga pensando más en ganancias egoísta a corto plazo, que en el bien común a largo. En esa encrucijada se encuentra Guatemala.

Pero Guatemala tiene una ventaja que otros no tienen. Y esa es que a pesar de que en el cambio ha habido errores, que en el camino ha pagado algún justo por pecador (y eso esta mal, pues es mejor cien culpables en la calle que un inocente privado de libertad), también se ha abusado de mirar demasiado al pasado, en vez de mirar al futuro. Mas la realidad es que a pesar de todo, y que el proceso ha sido duro, muy duro, de la nada han surgido varias personas de luz, como Barrondo surgió en Londres, y aunque el pasaje se ve muy, muy difícil, al menos se ve la luz al final del túnel.

Y la luz es lo que se busca con una reforma fiscal, un encauzar el camino. Se puede no estar de acuerdo con la forma en que se presentó, se falló quizás en la misma. También algunas de las políticas sugeridas pueden no ser las correctas. Pero lo bueno es que ahora viene la discusión, y si todo va bien, pues hay que ser optimista, se puede encontrar un buen método. ¿Por qué no?

Quizás sea un vitalista, pero quiero creer y creo que las personas que lo presentaron quieren lo mejor. Y cuando alguien me demuestre lo contrario, pues también lo diré, pero siento que esta vez sí es diferente.

Mis recomendaciones a estos valientes que se metieron en la política en tiempos tan convulsos; con el objetivo, estoy seguro de que la mayoría de ellos lo tenía, de hacer mejor las cosas, son las siguientes. Espero que se consideren válidas, como todas las críticas constructivas que ha habido, que han sido muchas. Solo tienen un poco sentido común, el menos común de los sentidos.

Primero, establecer el objetivo del ingreso extraordinario, en temas concretos, que el ciudadano pueda ver al final de la legislatura. El pueblo esta cansado de ver promesas que luego se desvanecen en el aire, dinero que se va al gasto superfluo, al malgasto, o lo que es peor, al bolsillo de la corrupción.

Así me parece bien un impuesto al combustible (hasta un límite, como se sugiere, si es que el petróleo sube de cierto monto). Pero se debe impedir que aquellos que han tenido beneficios mucho mayores por la bajada del petróleo, ahora usen la excusa para establecer un sobre costo abusivo. Y lo que es más importante, este dinero debe dedicarse cien por ciento a dos temas fundamentales para la economía y el país.

Uno, es la mejora de las carreteras, el corredor del norte, la finalización de la vía de circunvalación de Ciudad de Guatemala, una vía de circunvalación de Chimaltenango, o finalizar la autopista del Atlántico, y por qué no, a largo plazo, una autopista norte-sur. En dicha encomienda puedan intervenir fondos públicos, pero también fondos privados. Pues se puede, por un tiempo determinado, cobrar unos montos moderados, pero adecuados, de peaje, que ayuden a pagar las mismas, para que éstas sean finalizadas más rápidamente. Guatemala no puede esperar.

Además, a quién le molesta pagar en la autopista del Pacífico, yo creo que a nadie. El ahorro solo en tiempo y en combustible es fundamental. Y eso es lo que se busca, ahorro en tiempo y combustible, para que el gasto de más por pagar un poco más de impuestos indirectos, se compense con creces.

Por supuesto, habría que hacer concursos muy transparentes para el desarrollo de estas carreteras, con fianzas de cumplimiento al máximo exigentes, para que no se convierta en tentación de los oportunistas. Pero el esfuerzo, valdría la pena.

El otro tema al que dedicaría ese ingreso extra por el pago de combustible, es a la protección del medio ambiente. No puede ser que la necesidad de unos, y el abuso de otros, esté haciendo desaparecer los bosques y selvas de Guatemala, el pulmón de Centro América, se deben seguir ejemplos de protección como los de Costa Rica.

Siguiendo el tema ambiental, establecería un impuesto a la contaminación, gradual, que se implemente poco a poco, para que todos nos ajustemos sin grandes sacrificios, pero con el objetivo de que de aquí a quizás 10 años nadie contamine con sus autobuses, camiones o fábricas.

Sobre el impuesto del cemento discrepo un poco, pues los que más lo van a sufrir van a ser las clases medias-bajas que quieren tener su casa decente, y me parece muy cruel que a los mismos se le impida dicha posibilidad. Más bien, se debería regularizar el pago del IUSI, en el que muy pocos pagan la obligación que realmente les corresponde por su bien en propiedad. Para que no fuera muy dura dicha regulación, pues no es cuestión que nadie sufra de más en el proceso, se pudiera procesar gradualmente en, quizás, 20 años, tiempo de sobra para que todos hagan los ajustes necesarios.

Y el dinero extra que los municipios obtengan al respecto, que se comprometan en desarrollar, en colaboración con los ministerios de salud y educación, hospitales y colegios públicos de primera, con profesionales también de primera, que es lo que los guatemaltecos de buena fe se merecen. De nuevo habría que hacer concursos transparentes para que no se pierda el esfuerzo en el camino.

Finalmente, yo no subiría el IVA, sobre todo en productos y servicios de necesidad, pero sí en servicios y productos de lujo. Que solo le cueste al que quiera darse el lujo. De nuevo lo haría gradualmente, no quiero afectar a los negocios en cuestión, solo quiero mostrar que quizás hay un camino mejor.

Este dinero extra, obtenido del lujo, lo dedicaría a eliminar el hambre, pues sin comida para los más necesitados, no se puede pensar, y no vamos a ningún lado.

Sé que se me pasan muchas cosas, muchos factores, tangibles, intangibles, a considerar, pero ese dinero debe ir a temas concretos, y el esfuerzo valdrá la pena. Para mi patria adoptiva, para mi hija y familia chapina, de un extranjero que siempre estará agradecido al país que le acogió. Bendita tierra, que sus líderes sean como su tierra

Dedico este artículo a un exejecutivo del FMI, José Pablo Valdés, que estuvo estacionado en Guatemala y ahora se va a Washington a un nuevo trabajo, y que aunque nada tiene que ver con estas opiniones vertidas en este artículo, en estos tres años aquí, supo amar y entender a este país. Seguro nunca lo olvidará.

 

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