La incorrección política de Gervais «por última vez» en los Globos de Oro

«¡Cállense, escoria humana, pervertidos sexuales!» Esas fueron las palabras que Ricky Gervais dirigió a las decenas de estrellas invitadas al abrir los Globos de Oro en 2016, la última vez que fue el anfitrión de la gala de premios menos protocolar de Hollywood. 

Así que este domingo el público estará en guardia cuando el provocador comediante británico vuelva para animar esta ceremonia por «última vez». 

El humor sin filtros de Gervais ha sido elogiado y criticado en años anteriores, cuando ha apuntado sus dardos venenosos contra muchos, desde Caitlyn Jenner hasta Roman Polanski. 

«He cambiado. Aunque no tanto como Bruce Jenner, obviamente… Ahora Caitlyn Jenner. ¡Qué año que tuvo! Se convirtió en un ejemplo para las personas trans en todo el mundo, mostrando gran valentía y erradicando estereotipos… No hizo demasiado por las mujeres que conducen, eso sí», bromeó en una oportunidad sobre Jenner. 

Jenner protagonizó un accidente automovilístico que mató a una mujer de 69 años unos meses antes de que el excampeón olímpico se presentara al mundo como una mujer trans. 

«Roman Polanski la consideró la mejor película de la historia para ver en una cita», lanzó sobre «Spotlight», que abordaba el abuso sexual de niños por parte de sacerdotes católicos. 

El director de cine franco-polaco ha estado prófugo de la justicia estadounidense desde 1978 tras admitir que había mantenido relaciones sexuales con una niña de 13 años, lo que legalmente se considera una violación. 

En Los Ángeles han aparecido vallas publicitarias con la imagen de Gervais junto al lema «Francamente, Hollywood…», mientras que los comerciales del canal NBC afirman: «Como de costumbre, no tenemos idea de lo que va a hacer». 

«Esperar lo inesperado»

Lorenzo Soria, presidente de la Asociación de Prensa Extranjera de Hollywood, advirtió a las celebridades que una vez más «esperen lo inesperado». 

Precisamente fue lo que ocurrió en 2004, cuando Gervais se catapultó a la fama mundial con la inesperada victoria del Globo de Oro para el falso documental británico «The Office», que luego se transmitió por el canal de cable BBC America, poco visto. 

«Soy de un pequeño lugar llamado Inglaterra. Solíamos controlar el mundo antes que ustedes», soltó un Gervais al que claramente había tomado desprevenido el reconocimiento mientras recogía las estatuillas para la mejor comedia y el mejor actor. 

Pero Gervais se puso cómodo en el escenario del hotel Beverly Hills, donde se lleva a cabo cada año la gala de los Globos, y subió al podio con su cerveza característica en la mano durante tres años consecutivos como anfitrión de las ediciones del 2010, 2011 y 2012. 

Las bromas sobre la Cienciología, las declaraciones antisemitas de Mel Gibson, las acusaciones de abuso sexual contra Bill Cosby y los excesos de Charlie Sheen no cayeron precisamente simpáticos, pero generaron titulares y subieron los números de rating televisivo. 

Gervais, de 58 años, se ha tomado la libertad de meterse incluso con el propio espectáculo y sus organizadores, al decir que los Globos «son como los Óscar, pero sin todo ese prestigio». 

«Los Globos de Oro son a los Óscar lo que Kim Kardashian es a Kate Middleton», dijo en 2012. «Un poco más ruidosos, un poco más vulgares, un poco más borrachos y un poco más fáciles de comprar». 

Nacido en Reading, Inglaterra, en 1961, Gervais llegó tarde a los escalafones más altos de la industria del entretenimiento. 

Después de un intento fallido de convertirse en cantante pop, Gervais se unió a la emisora radial londinense XFM a fines de la década de 1990, donde conoció al que sería años después el colaborador de «The Office» y «Extras», Stephen Merchant. 

Gracias a «The Office», lanzada en 2001 y que le generó una lucrativa oferta de hacerla versión estadounidense a partir de 2005, Gervais es ahora uno de los comediantes más ricos y exitosos del mundo. 

Continúa recibiendo acusaciones de tránsfobo, las últimas el mes pasado a partir de una serie de tuits relacionados con el caso de una investigadora que perdió su trabajo después de afirmar que las personas no pueden cambiar su sexo biológico.