La fotógrafa brasileña Claudia Andujar, de origen suizo, defiende desde hace cinco décadas los derechos de la etnia yanomami en Brasil, pero esta incansable octogenaria asegura que su lucha continúa.
Andujar comenzó a documentar la vida de los yanomami en 1971, después de visitar una comunidad en las profundidades de la selva amazónica, en el estado nordestino de Roraima, fronterizo con Venezuela.
Con la mayor retrospectiva de su obra, que se inaugura este jueves en París, Andujar busca resaltar las nuevas amenazas que enfrentan los yanomami bajo un gobierno como el del presidente Jair Bolsonaro, favorable a legalizar la minería y la agricultura en territorios indígenas protegidos.
«Los yanomami son mis parientes, parte de mi familia, y yo quiero defender a mi familia», dijo la fotógrafa de 88 años en una entrevista con la AFP en su apartamento en Sao Paulo.
Enfrentando el intenso calor amazónico y la malaria, Andujar suele pasar varias semanas en el territorio yanomami de Brasil, de una superficie mayor a la de Portugal, para capturar la cotidianidad de la comunidad, con sus expediciones de caza y sus rituales chamánicos.
«Traté de seguir su modo de vida… de hacerles entender que solo buscaba una amistad», cuenta sobre sus primeros días con los indígenas.
«Nunca los habían fotografiado, no entendían lo que estaba haciendo y yo no quería invadirlos».
Experimentando con películas infrarrojo, flashes e incluso manchando el lente de su cámara con vaselina, Andujar creó imágenes distorsionadas que dan una nueva visión del complejo mundo espiritual yanomami.
«Trató de transmitir y representar cosas que eran invisibles para los ojos occidentales», comenta Thyago Nogueira, del Instituto Moreira Salles y curador de la muestra que se exhibirá en la Fundación Cartier de París.
La exposición «La lucha de los yanomami» incluye unas 300 fotografías -la mayoría en blanco y negro- tomadas en las décadas de 1970 y 1980.
Una versión resumida fue expuesta en 2019 en Sao Paulo y Rio de Janeiro, captando la atención de la Fundación Cartier.
«No fue solo una periodista que trata de contar una historia o de una antropóloga que documenta una sociedad», explica Nogueira. Andujar «se sumergió por completo y se sintió libre para experimentar», agrega.
Amenazas en aumento
La exhibición revela la conversión de Andujar de fotógrafa en activista a medida que los yanomami, con casi 27,000 miembros en Brasil, enfrentaban mayores amenazas.
En los años 1970, los gobiernos militares comenzaron a construir carreteras para abrir la selva al desarrollo.
Los yanomami y otras etnias fueron devastadas por las enfermedades propagadas por los colonos establecidos en la región, a la par que sufrían sanguinarias invasiones de buscadores de oro.
Tras ser expulsada de la zona en 1977 por las autoridades, Andujar se sumó al portavoz yanomami, el chamán Davi Kopenawa, en una campaña para obtener la demarcación legal de las tierras yanomami, que fue finalmente concedida en 1992.
Andujar usó su cámara como herramienta política para «evitar un genocidio», dice Nogueira.
Pero esos derechos ganados con tanto esfuerzo siguen amenazados.
«El gobierno, si decide que quiere ir y extraer oro y otros minerales, irá y tratará de hacerlo», afirma la fotógrafa.
Sus temores se intensificaron con el gobierno de Bolsonaro, que llegó al poder el 1 de enero de 2019 tras una campaña en la que prometió abrir al agronegocio y la minería más áreas de la rica Amazonía.
En su primer año de gobierno, la deforestación en la región amazónica aumentó 85%, según datos oficiales provisorios.
El gobierno también desmanteló mecanismos de protección ambiental que, según activistas, hicieron más vulnerables a las comunidades a las invasiones de mineros y madereros ilegales.
En los últimos meses, tres indígenas fueron asesinados en el estado de Maranhao. Una de las víctimas murió emboscada por madereros y, en un incidente separado, las otras dos fallecieron en un tiroteo.
El gobierno además prevé presentar al Congreso una ley para legalizar la minería en tierras indígenas.
«Bolsonaro no tiene ninguna experiencia con los indígenas», dice con sorna Andujar.
«Derecho a vivir»
Andujar huyó de Europa en plena Segunda Guerra Mundial, vivió unos años en Nueva York y en 1955 se reunió con su madre en Brasil.
La muerte de su padre, un judío húngaro, y de buena parte de su familia en los campos de concentración nazis en Alemania y Polonia acentuaron su determinación de proteger los derechos de los yanomami, incluso ahora que camina con dificultad.
Una lucha de ese tipo «fue algo que no pude hacer en la Segunda Guerra Mundial», explica.
La última vez que visitó a los yanomami fue hace dos años y no sabe si regresará. «Me estoy haciendo mayor», dice sonriendo.
Andujar prevé participar en la apertura de su exposición en París, donde espera conocer a líderes políticos, incluido al presidente de Francia, Emmanuel Macron, para hablar de sus preocupaciones.
Los indígenas «tienen derecho a vivir. Tienen que ser ellos quienes decidan lo que quieren, y no el gobierno».