La exagente del Comité de Seguridad Estatal (KGB) ruso Elena Vavilova destacó que durante su etapa como espía ella y sus compañeros eran ‘agentes durmientes’: «Nosotros ya estábamos dentro del país, perfectamente camuflados y adaptados; en cualquier momento, si hacía falta, nos podíamos despertar».
Lo dijo en una entrevista de ‘VilaWeb’ recogida por Europa Press al publicar la traducción catalana de su autobiografía novelada ‘El secret de la clandestina‘, en que explica sus vivencias personales durante sus 25 años de espía, combinándolo con la ficción: es una experiencia que inspiró también la serie ‘The Americans’.
Vavilova comentó que, como agente del KGB, «no trabajas ilegalmente en un país extranjero, fingiendo que eres quien no eres por un sueldo: no creo que la gente pueda hacer los sacrificios que una vida como esta implica sin creer en aquello que hace. Esto que hicimos no se puede hacer sin creer que es muy importante para la defensa de tu país».
«Hicimos un trabajo porque pertenecíamos a una organización y seguíamos órdenes. Pero es evidente que no era solo una cuestión profesional. Escoges dónde vivirás y la gente con quien te relacionas por la misión que tienes, por el valor que pueden tener. Toda tu vida gira en torno a esto», añadió.
Destacó, asimismo, que era un trabajo en equipo y que cada agente iba enviando piezas de información, pero que lo importante «era el retrato final que se obtenía de todo» para que se pueda tomar una decisión concreta.
«Sabemos que se tomaron (decisiones importantes) a partir de nuestro trabajo. Pero insisto en el carácter colectivo: había analistas muy buenos y gente que era buena consiguiendo información de terceros. Había gente muy buena haciendo operaciones sobre el terreno. Todo era un conjunto, un gran engranaje. El KGB era una gran organización», compartió.
Servicios de inteligencia
Insistió en que ellos trabajaban para que sus «líderes tuvieran la mejor información posible a la hora de tomar decisiones difíciles», y asegura que esa es una característica muy diferenciadora de los servicios de inteligencia soviéticos.
«No éramos agresivos. Defendíamos nuestro país. Y en ningún momento, a diferencia de otros, teníamos la pretensión de cambiar la forma de gobierno o la dirección del país donde trabajábamos», afirmó.