La crisis de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos  

MARTA ALTOLAGUIRRE

Marta Altolaguirre


Veo imposible sustraerme de comentar la absurda y destructiva embestida contra los derechos fundamentales de todos los habitantes en Venezuela, que afectados por una mezquina posición ideológica y/o política —Socialismo del Siglo XXI— ha culminado esclavizando patéticamente a toda la ciudadanía.

Debe señalarse; asimismo, el impacto de una izquierda ideológica que se multiplicó en varias naciones de América del Sur y Centro América, y que actualmente se revierte, la cual insidió por varios años en las resoluciones del Consejo Permanente de la OEA, integrado por los representantes (Embajadores) de cada Estado, inclinando más el patrón político que ateniéndose a los principios y la independencia que enmarca el desempeño del Sistema Interamericano.

En esa línea de pensamiento es importante destacar que, desde décadas atrás, las organizaciones internacionales y regionales han consolidado el seguimiento a la situación de los derechos humanos en las naciones del hemisferio, y han contribuido a poner límites a las posturas tiránicas y despóticas en algunas naciones latinoamericanas, pero especialmente es el Sistema Interamericano de Derechos Humanos y su órgano principal, la Comisión Interamericana Derechos Humanos, CIDH, quienes han impactado en la protección de esos derechos fundamentales.

En ese sentido, desconsuela y angustia el comunicado publicado el pasado 23 de mayo por la oficina de prensa de la CIDH, que informa sobre la extrema crisis financiera que atraviesa la institución en una dimensión nunca vista, debido al escaso aporte asignado por la propia OEA y el recorte de donaciones de los países amigos.

Indica el comunicado que esa reducción en sus ingresos, les estará limitando su capacidad de atender las múltiples peticiones, al extremo de tener que cancelar audiencias programadas, a lo que se suma el recorte de personal: La Comisión lamenta profundamente tener que informar que el 31 de julio de 2016 se vencen los contratos del 40 % del personal y no se cuenta en estos momentos con los fondos, ni con la expectativa de recibir fondos, para poder renovarlos.*

Semejante noticia resulta ofensiva e intolerable para cualquier persona consciente del impacto favorable y garante de los derechos fundamentales y el ejercicio de la libertad, que ha tenido el trabajo de la CIDH, al mantener la vigilancia, seguimiento y verificación al cumplimiento de los compromisos adquiridos por los Estados Parte, de los Convenios que rigen la Organización, especialmente la Convención Americana sobre Derechos Humanos.

Muchas personas desconocen la forma de operar de la Comisión, y el impacto positivo que ha tenido la institución en la protección a la vida y la integridad de los habitantes del Continente, especialmente ante las amenazas, la persecución, y en muchos casos la ejecución de ciudadanos, hostigados por  funcionarios, quienes en el ejercicio del poder, ignoran esos derechos fundamentales que los Estados no solo deben respetar sino proteger.

Tuve el honor de ser propuesta por el gobierno Arzú-Flores, siendo Canciller, Eduardo Stein, para integrar la Comisión Interamericana DH logrando ser electa en la Asamblea General de 1999 y habiendo presidido esa instancia en 2003, función que absurda y politiqueramente fue ignorada por el gobierno Portillo-Reyes. Tuve la oportunidad de conocer directamente el apego admirable de los comisionados con quienes compartí mi período de gestión, así como del personal, en un desempeño, dedicado,  ágil y absolutamente independiente y consistente con la normativa establecida en los instrumentos del Sistema.

Por cierto, desde el año 2002 la CIDH dio a conocer un Informe alertando sobre la situación de Venezuela, razón por la cual le fue negado el ingreso a ese país en años posteriores.*

Por todo lo anterior no se puede pasar por alto la situación que hoy enfrenta la CIDH, y manifestar el rechazo a la indiferencia de los Estados miembros, sobre todo, los que tanto abogan por el respeto a los derechos fundamentales de las personas, pero, que cuando son señalados, se suman en el empeño por debilitar las capacidades de tan importante institución y su desempeño independiente y determinante para la protección de esos derechos.

Como bien dice el Informe: Resulta igualmente perturbador el estado de indefensión en que quedarán miles de víctimas de violaciones a los derechos humanos […]. Asimismo, la CIDH lamenta profundamente estar enfrentada a un escenario inminente de perder a valiosos/as funcionarios/as que han trabajado de manera infatigable en favor de los derechos de las víctimas, entregados/as a la causa de los derechos humanos con responsabilidad y dedicación.

*www.oas.org/es/cidh/prensa/comunicados/ 2016/ 069.asp

*http://www.cidh.oas.org/annualrep/2002sp/cap.2.htm#visitasesp

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