La pandemia de coronavirus provocó que las economías latinoamericanas sufran retrocesos en la renta variable, una depreciación importante en los tipos de cambio, una subida grande de los diferenciales de deuda soberana y, en definitiva, «una vuelta a la aversión al riesgo», según un análisis realizado Mapfre Economics.
Según el documento, hasta finales de marzo las salidas netas de flujos de capitales habían sido superior a eventos del pasado como la crisis financiera de 2008, el ‘Taper Tantrum’ de 2013 o la volatilidad de la bolsa china en 2015.
El informe elaborado por el Servicio de Estudios de Mapfre estima que las previsiones de cara a la recuperación de la actividad económica siguen siendo positivas, apoyadas por el aumento en el precio de las materias primas, las condiciones actualmente favorables de financiación y un retorno de los flujos de capitales que siguen lejos de los niveles prepandemia aunque con expectativas optimistas.
Por el contrario, cuestiones como la baja protección de los sectores económicos informales, el aumento de la brecha de desigualdad y el deterioro institucional de los gobiernos, podrían tensionar los mercados financieros y ralentizar el ritmo de crecimiento en América del Sur.
La pandemia revivió la vuelta a dinámicas negativas
Pese a no haber registrado desequilibrios estructurales en las balanzas de pagos, la negativa dinámica vivida anteriormente volvió a presentarse en América del Sur en la segunda mitad del año pasado.
Así, en países como Brasil o Colombia, las respectivas monedas sufrieron una fuerte depreciación a lo largo de la segunda mitad del 2020, efecto que se incrementó por factores como el descontento social en el país colombiano, la tensión electoral en Perú o la variante brasileña del Covid-19, entre otros.
Al margen de estos condicionantes, los países de la región fueron incapaces de recuperar todo el terreno perdido durante la pandemia, al no poderse sumar a los beneficios de la cadena de valor global conforme el mundo entraba en una nueva fase de restricciones más laxas.
Con esto, la depreciación de las monedas locales fue más acusada en países como Argentina, Brasil o Colombia, donde el espacio fiscal para contrarrestar los efectos del coronavirus era más estrecho, y que como resultado han tenido problemas de sostenibilidad fiscal.
En un contexto económico tan incierto y complejo, las monedas de la región sufrieron un duro revés, que, según el texto, fue acrecentado «al no poder sumarse a la reavivación del ciclo de precios de materias primas».
Por todo ello, los países latinoamericanos presentan una situación tan deteriorada, con una deuda externa mucho más elevada, unos movimientos de capitales similares a los de la crisis financiera de 2008 y unos tipos de cambio relativamente estables gracias al mantenimiento del nivel de reservas y el saldo todavía favorable de la balanza por cuenta corriente.
Asimismo, las continuas revueltas sociales y la inestabilidad política, que definían el panorama de la región antes de la pandemia, han recuperado el protagonismo perdido durante la crisis.