Ya expliqué en columna anterior cómo en el “NO país”, los imposibles se vuelven cotidianidad. La magia de quien SIEMPRE mece la cuna, apareció de nuevo y el mapa verde que parecía irreversible, dio un vuelta dramática, histórica y muy inusual, para decir lo menos. La dinámica presidencial es historia y lo súbito y sorpresivo del resultado final queda para las estadísticas “xibalbescas”.
Una vez que las elites resuelven la continuidad de su dominación y escogen al binomio de turno, las cosas vuelven a la “normalidad perversa”, estado al que parece haberse habituado este conglomerado de gente que dista de ser ciudadanía, el cual subsiste en un territorio que dista también de ser país. Lo que queda, es una minúscula masa crítica, para quienes nos es obligatorio hacer análisis y prospectiva, por lo menos para tratar de entender, por qué la mayoría de países de la región avanzan, y este bendito territorio también lo hace, pero en sentido contrario.
Para el efecto, es importante señalar que asistimos a la derrota del capital emergente en favor de la alianza del resto de las élites, es decir, el capital transnacional y oligárquico.[1] El mecanismo sigue siendo el mismo; se aparenta una democracia a partir de lo cuantitativo: básicamente, más partidos y más binomios presidenciables que “animan” la fiesta cívica, pero lo más importante: inclusión de partidos de izquierda, de variados sabores y colores, para dar la imagen de inclusión y representación, lo cual, hace que aún con todas sus precariedades, el sistema político se mantenga. En 2023 tendremos más de lo mismo.
Mientras tanto, la mirada política debe concentrase en el Congreso, que cada vez más, desplaza al ya agotado presidencialismo. Se vienen las elecciones de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia y de las Salas de Apelaciones, proceso que es igual de importante que el proceso electoral en su conjunto. De entrada, las Comisiones de Postulación ya empezaron el “apretacanuto” por lograr poner a las piezas que cada padrino les indica[2]. El primer escollo es lograr la presentación del listado general al Congreso de la República, en los tiempos que indica la Ley. Es obvio que el atraso existente no permitirá hacerlo antes del 13 de octubre de 2019, fecha en que vence el período de los magistrados. Sin embargo, las fechas y otros requisitos, no representan ningún obstáculo para quienes diseñaron, implementaron y administran el Estado guatemalteco. Muy posiblemente tendremos nuevas Cortes hasta enero 2020, cuando la nueva legislatura tome posesión; sin perjuicio que los 108 diputados no reelectos hagan hasta lo imposible porque los nombramientos los efectúen ellos. La perentoriedad del plazo y la cercanía del receso parlamentario de fin de año lo hace muy difícil. A los pésimos resultados que la Alianza Criminal obtuvo en primera vuelta, se agregaría este otro fracaso.
Ahora bien, el escenario legislativo está sumamente complicado pues hay varios elementos sujeto de análisis, cuyo desarrollo todavía es incierto.
- UNE es la principal fuerza parlamentario por mucho: 52 diputados contra 17 del futuro partido gobernante. Pero la ventaja que esto representó en el intervalo anterior a la segunda vuelta, se atenuó con la derrota verde y peor aún, con el anuncio de la persecución política que tendrá Sandra Torres y su partido. Una posición inicial de fuerza para la negociación de las Cortes, es contaminada por el afán de sobrevivencia que seguramente concentrará los esfuerzos de la UNE en el corto plazo.
- La debilidad legislativa y del poder local por parte de VAMOS, obliga a una acción contundente pero que debe ser estratégica[3]. De eso dependen los márgenes de gobernabilidad para el nuevo gobierno, sobre todo para los primeros seis meses de la nueva administración. El caso VAMOS es interesante, pues a pesar de una contundente victoria para hacerse del Organismo Ejecutivo, muestra una gran debilidad territorial en cuanto a Poder Local y Legislativo. La gran pregunta es cómo resolverá esa debilidad y con quienes se aliará (o fortalecerá relación) para lograrlo.
Quiénes piensan que Giammattei la tiene sencilla, están muy equivocados. He oído a varias personas cercanas al nuevo gobierno, limitar la acción política a la destrucción de Sandra Torres y la UNE y luego ir a la caza de los diputados devenidos independientes.[4] Cabría recordarles, que los procesos de cancelación afectan también a FCN, CREO, PAN, VIVA Y UCN. Tengo mis serias dudas que la mano que mece la cuna, acepte el terremoto político que supondría la cancelación de todas estas organizaciones. Así mismo, dudo que vayan en solitario contra la UNE y la Doña. Lo que seguramente saben las elites, es que la naturaleza de la “clase política” –que ellos mismos crearon–, los obliga a cobijarse mutuamente cuando de intereses gremiales se trata.
José Alfredo Calderón E.
Historiador y observador social
[1] Al respecto, es necesario acotar que el Crimen Organizado transversaliza toda la operación política y ni siquiera las élites escapan a este fenómeno.
[2] Los representantes gremiales y sectoriales en las Comisiones de Postulación, no hacen más que representar los intereses de quienes en realidad los “nombran”. No es solo liberar a los del Mariscal Zavala lo que les preocupa, sino en realidad, es consolidar la cooptación del Sistema de Justicia, pues el Ejecutivo no tiene la fuerza suficiente y el Legislativo presenta algunos problemas a partir de los resultados de primera vuelta.
[3] Sobre los posibles escenarios hablaré la otra semana.
[4] Aún con la nueva normativa que impide el transfuguismo, la cooptación es posible pues lo que cuenta son los votos en los casos críticos para aprobar o bloquear iniciativas y agendas.