Cansada de ver a habitantes infringir las normas de cuarentena a riesgo de propagar el nuevo coronavirus, una funcionaria indonesia decidió dar una lección a aquellos que ignoren estas medidas encerrándoles en una «casa embrujada».
«La idea es que si hay una casa vacía o una casa embrujada en un pueblo, hay que aislar ahí a los infractores», declaró a la AFP Kusdinar Untung Yuni Sukowati, jefa de la división administrativa de Sragen, en la isla de Java.
En Sragen se publicó un nuevo decreto para regular la afluencia en la región de indonesios provenientes de la capital Yakarta y de otras grandes ciudades. Algunos no respetaban las normas de un aislamiento de dos semanas tras su llegada.
Los responsables locales fueron encargados de identificar viviendas abandonadas, que se consideran embrujadas, sacando partido de las arraigadas creencias en seres sobrenaturales que abundan en el folclore indonesio.
Cinco personas ya han sido encerradas en estas moradas hechizadas.
En el pueblo de Sepat, los dirigentes locales escogieron una casa abandonada desde hace mucho tiempo e instalaron camas separadas por cortinas y algunos muebles.
Esta aldea aisló a tres recién llegados, que fueron forzados a pasar el resto de su cuarentena de dos semanas en esta lugar de siniestra reputación.
Entre ellos, Heri Susanto aseguró que aún no había visto fantasmas desde el inicio de su estancia en la casa encantada.
«Pero ya veremos qué ocurre después», dijo. Este castigo «es por el bien de todos, he aprendido la lección», reconoció el hombre, proveniente de la isla de Sumatra.