Historia del corto sueño que fue el Ferrocarril de los Altos

Cultura-Historia

Uno de los proyectos de ingeniería más ambiciosos que ha visto el país es la construcción del Ferrocarril de Los Altos, que sin embargo, tuvo una vida efímera. Cuatro presidentes de la República se vieron involucrados en las obras y su financiamiento, pero finalmente solo logró operar durante tres años y medio. Este es un reporte histórico-periodístico de lo sucedido entre finales del siglo XIX y principios del XX.


Lo que principia como un sueño mencionado por el presidente Justo Rufino Barrios en 1881 durante una reunión en Totonicapán con la corporación municipal de Quetzaltenango, se convierte años después en un ambicioso proyecto para construir el novedoso Ferrocarril de los Altos.

Luego de aquella reunión, queda en el ambiente lo importante que sería para la economía de la región unir Quetzaltenango con San Felipe, Retalhuleu. Sin embargo, no es sino hasta 1896 cuando se registra la primera gestión formal para llevar a cabo la construcción de la obra. De acuerdo con el historiador Encarnación Soloj Rodas en su obra Remembranzas del Ferrocarril de los Altos, menciona que la iniciativa surge de un vecino al que identifica únicamente como Sr. Sánchez, y quien debe ser Delfino Sánchez, empresario –uno de los fundadores de Cantel– y político, quien propone ante el Ayuntamiento la necesidad que hay de aquel transporte.

Se tiene conocimiento, sin una fecha claramente establecida, que en esa época se inicia el trabajo de exploración por parte de un grupo de doce ingenieros extranjeros, quienes presentan un estudio favorable para llevar a cabo la construcción.

Se crea entonces el primero de tres comités Pro-Construcción del Ferrocarril, y el presidente Manuel Estrada Cabrera (1898-1920) avala una concesión de 75 años con el ingeniero Luis Buerón. Los trabajos formales de construcción se inauguran en dos direcciones: Principian en Quetzaltenango el 21 de noviembre de 1910, y el 15 de marzo de 1911 en San Felipe Retalhuleu.

Un tren único

El presidente Estrada Cabrera apoya el proyecto desde su inicio. No se trata únicamente del Ferrocarril, sino que también se debe proveer la infraestructura necesaria, que incluye construir una hidroeléctrica –la de Santa María de Jesús–, con el fin no solo de generar electricidad para los vecinos, sino particularmente para alimentar de energía al tren.

El famoso ferrocarril era eficiente y cómodo.

Además, se necesita la perforación de un túnel en las montañas de Zunil, lo que demuestra la envergadura de la obra, que también debe resolver el problema de tener que hacer escalar el tren nada menos que 1,723 metros en un recorrido de 40 kilómetros, lo que representa para el momento, nada menos que la cumbre más empinada del mundo para un tren (9.35%).

El economista e historiador, José Molina Calderón, cita en un documento sobre el tema una publicación del diario El Porvenir de Guatemala que dice lo siguiente: El Ferrocarril de los Altos, proyecto desde San Felipe a Quetzaltenango. El presupuesto en oro para este ferrocarril es de $2,000,000 oro, patrocinado por la empresa de los capitalistas quezaltecos y el Gobierno.

Las obras avanzan con lentitud, pero la situación se complica cuando en 1914 se inicia la Segunda guerra Mundial y por las consecuencias que se registran en el plano doméstico, Estrada Cabrera, tiene que enviar el siguiente mensaje el día 3 de octubre:

…suspendan los trabajos por el término de tres meses, mientras pasa la carestía de víveres y la siembra de los trabajadores.

No es sino hasta el 14 de marzo de 1915 que se reanudan y el informe de este acontecimiento dice textualmente:

…fueron reanudados oficialmente los trabajos de terraplén, suspendidos temporalmente por necesidad que hubo de dedicar todos los brazos posibles a la agricultura del país, con el objeto de evitar la carestía de granos de primera necesidad que se esperaba con motivo de la Conflagración Europea, de la falta de lluvias en su oportunidad y de la invasión de la langosta en varios puntos de la República.

Los trabajos continuaron con lentitud por los problemas internacionales y la situación interna del país.

Una fotografía de la época en el museo del Ferrocarril.

La dictadura Estrada Cabrera es derrocada el 8 de abril de 1920. El breve gobierno del presidente Carlos Herrera (1920-1921) se apresura en declarar de utilidad pública, la construcción del Ferrocarril, y se crea un impuesto de 3 pesos por cada botella de aguardiente, para financiar aquella obra.

El sucesor, José María Orellana (1922-1926), convoca a licitación pública para retomar los trabajos. Finalmente se firma contrato con la empresa alemana Allgemeine Elektricitats-Gesellschaft (AEG). El nuevo arreglo financiero es por US$2.5 millones, a través de una emisión de bonos.

Con los nuevos constructores se decide utilizar un sistema eléctrico para las locomotoras por lo empinado de la cuesta y el uso de vagones de madera. Esta empresa es la que construye el túnel y la hidroeléctrica, la primera planta estatal de generación con embalse y dique propios. La planta inició operaciones en 1927. La mejor tecnología del momento.

En 1929 se produce un acontecimiento histórico a nivel mundial, el cual impactará en el Ferrocarril de los Altos. El 29 de octubre se desploma la bolsa de valores de Wall Street y los precios de los productos tradicionales cayeron rápidamente. Luego vendría la llamada Gran Depresión.

Finalmente, en medio de aquella crisis mundial, aquel anhelado proyecto –que buscaba impactar fuertemente en la economía de la zona y el país en general– se inaugura el 30 de marzo de 1930. Rodeado de dudas e incertidumbre.

Los preciso del café han caído un 75%, lo que hace que la demanda de carga disminuya con rapidez, lo mismo que el flujo de pasajeros, afectados los guatemaltecos por los sucesos internacionales.

Corta vida

Como se ha descrito, el cuadro de negocios en torno al Ferrocarril no respondía a las expectativas previas por la crisis económica mundial y nacional, pero la suerte final la marca el inicio de un fuerte temporal que azota al país a desde el 19 de septiembre de 1933. Según refieren los historiadores, particularmente Molina Calderón, sucedió lo siguiente:

…lluvias torrenciales causaron la destrucción de varias vías férreas y puentes del Ferrocarril de los Altos. Los rieles en Santa María de Jesús quedaron inservibles por la gran cantidad de agua, lodo y otros elementos destructores.

Ya para entonces la presidencia de la República estaba en manos de Jorge Ubico (1931-1944) un dictador que, según algunos historiadores, no tuvo ningún aprecio hacia Quetzaltenango, razón por la cual nunca responde a las solicitudes de asistencia que hacen las autoridades de aquel departamento, deseosas de mantener el tren en servicio.

Ubico se opuso a la reconstrucción de las vías férreas y el Ferrocarril no pudo resurgir, a pesar de lo que representaba para la zona y el país.

De tal cuenta que una obra de tal envergadura, esfuerzo y avanzada tecnología, apenas pudo sobrevivir tres años y medio. Hoy Guatemala no cuenta con servicio de ferrocarril por la decisión de Ubico en aquel momento y por la privatización que se llevó a cabo en 1999 por parte de la administración de Álvaro Arzú.

Herencia de aquel ambicioso proyecto queda la hidroeléctrica de Santa María de Jesús –en operación– y la melodía escrita por el compositor Domingo Betancourt, titulada precisamente El Ferrocarril de Los Altos.