El secretario de Estado de Georgia, el republicano Brad Raffensperger, ha descartado nuevamente este domingo que se produjera el fraude electoral que el presidente saliente de Estados Unidos, Donald Trump, ha estado denunciado desde la misma noche de las presidenciales del 3 de noviembre.
«Nunca encontramos un fraude en el sistema, no lo suficiente como para anular las elecciones», ha dicho Raffensberger, quien en los últimos días se ha convertido junto al también republicano gobernador de Georgia, Brian Kemp, en el objetivo de las críticas de Trump.
«Tenemos más de 250 casos en este momento … pero no vemos que sea suficiente como para anular la voluntad del pueblo de Georgia», ha contado Raffensberger durante una entrevista para la cadena ABC, en la que ha lamentado la derrota de Trump.
Bastión republicano
El pasado 20 de noviembre, las autoridades de Georgia, tradicional bastión republicano desde hace casi 30 años, certificaron la victoria del presidente electo, Joe Biden, por un estrecho margen de 12,284 sufragios, obteniendo así los 16 votos electorales a los que se agarraba Trump para mantener vivas sus aspiraciones de seguir en la Casa Blanca.
Raffensberger, a quien Trump ha calificado de «enemigo del pueblo» tras no sumarse a sus teorías sobre el fraude electoral, ha señalado que la derrota del todavía jefe de la Casa Blanca es «triste, pero cierta» y que «ojalá hubiera ganado«.
«Soy un republicano conservador y estoy decepcionado, pero esos son los resultados«, ha dicho Raffensberger, a quien ya le han exigido que presente su dimisión desde un sector de su partido, debido a las supuestas irregularidades que se habrían permitido en el proceso electoral.
«Mi trabajo como secretario de Estado es asegurarme de que tengamos elecciones honestas y justas. Es tan simple como eso, y creo que en mi oficina la integridad es importante», ha defendido.
Trump en Georgia
El fin de semana, Trump visitó Georgia a un mes de las elecciones que decidirán quién ocupa los dos últimos escaños en el Senado, en el que ha sido su primer gran acto después de su derrota en las presidenciales, donde pidió a los republicanos que acudan en masa a las urnas para «vengar» el «fraude electoral» del que él, insistió, fue víctima.
Si los demócratas ganan las dos últimas plazas del Senado, pasarían a controlar ambas cámaras por lo que Biden no tendría que negociar necesariamente con los republicanos la aprobación de futuras leyes.
Las últimas encuestas muestran a los candidatos demócratas, Raphael Warnock y Jon Ossof, ligeramente por delante de sus oponentes republicanos, los actuales senadores Kelly Loeffler y David Perdue.