La dirigencia deportiva camina por la misma senda de la dirigencia política. Las instituciones son vista solamente como un botín para enriquecerse.
Gonzalo Marroquín Godoy
En una conversación por chat de WhatsApp comentábamos varias noticias que trascendieron un día de estos que, dicho sea de paso, se repiten todo el tiempo. Ella, familiar muy cercana y querida, esposa, madre y abuela, lleva en la sangre el querer estar informada de lo que sucede en nuestro país y el mundo. Ese día, las noticias hablaban de carreteras sobrevaluadas, obras que se entregan a los grupos políticos, la impunidad imperante y todo lo relacionado con lo que podríamos llamar La Guatemala de hoy.
Para resumir, copio una frase suya que refleja el sentir de muchos guatemaltecos: ¡Qué asco da todo esto! No es para menos. En realidad, la actividad política se ha convertido en un medio para enriquecerse en lugar de ser el camino para servir al país y a la gente, una aspiración que brilla por su ausencia en quienes toman ese caminar.
El cáncer y la corrupción tienen muchos aspectos parecidos. Si la enfermedad no recibe el tratamiento a tiempo y se combate con determinación, se extiende a otros órganos y el desenlace puede ser fatal. Lo mismo pasa con la corrupción. Si la impunidad lo permite, avanza hasta convertirse en un mal incontrolable que se expande de institución en institución.
Eso no ocurre de un día para otro. Es un proceso. Lo malo es cuando el diagnóstico se conoce en detalle, cuando los efectos están a la vista y nadie hace nada por detenerlo.
Eso está sucediendo en la Guatemala de hoy. Muchas veces nos referimos a la corrupción de la clase política, pero ahora estamos ante otro caso de podredumbre, porque la enfermedad se ha trasladado –desde hace muchos años, por cierto– al deporte. Específicamente, han salido a luz tristes noticias de lo que está sucediendo en el Comité Olímpico Guatemalteco (COG), en donde hay una lucha de poderes que van detrás del botín que hay en esa institución. Los dirigentes deportivos se comportan de la misma manera que lo hacen los políticos y, en este caso en particular, vemos que hay detrás un afán de los políticos por manejar las instituciones deportivas, precisamente porque hay muchos millones que se manejan sin el debido y eficiente control.
La destacada nadadora Guisela Morales dijo en una conferencia de prensa: Pedimos transparencia y que la política no meta las manos en el deporte –palabras más, palabras menos–. El grupo de atletas de alto rendimiento clama porque el Comité Olímpico Internacional (COI) no deje fuera a Guatemala de toda competición del ciclo olímpico.
En medio de todo el tango que se ha armado, está la Corte de Constitucionalidad (CC), que parece ser la culpable de todo el desmadre que se ha armado, cuando en realidad no es más que el instrumento que el oficialismo está utilizando para asaltar el COG y sus recursos.
Hay dos fuerzas que deben salir, quitarse o ser repudiadas. Ninguna es una opción para avanzar en el deporte olímpico. Por un lado, están las autoridades actuales, encabezadas por el presidente de facto del COG, Gerardo Aguirre, con muchos señalamientos de corrupción y falta de atención para los atletas. El Comité Ejecutivo se aferra a los cargos, de la misma manera que lo hace la Corte Suprema de Justicia. Es una lucha por el poder, no para servir.
La otra, es una corriente que brota de la política, específicamente del oficialismo, que desea llegar al COG, para tener acceso a los recursos. Es otra joya –institución– que tomar. No se trata en ambos casos de dirigentes o personas que quieran llegar para beneficiar al deporte.
Ahora se ha pronunciado el COI y concede hasta el 15 de octubre para que se arregle la situación jurídica o se sancionará al país y sus atletas. Un escenario complicado, porque pareciera que se tendrá que inclinar por una u otra parte, lo que significa que el gran perdedor es el deporte en general. Bueno, en el fondo, pierde Guatemala y perdemos todos, hasta quienes no practican deporte de alto rendimiento.
Si al menos tienen una gota de dignidad, los representantes de ambos grupos debieran renunciar a toda pretensión y dar paso a otras opciones. Las Federaciones deportivas, que son de donde brota toda la corrupción, deben al menos buscar autoridades para el COG que sean dignas. Lo malo es que estas federaciones son como el Congreso, de dónde es difícil que salga algo bueno o tan siquiera regular.
Las dos corrientes son malas. Aguirre tiene que entender que debe dejar de mamar ya del deporte. Tuvo una trayectoria destacada como deportista, pero como dirigente ha ocupado todas las posiciones posibles y no ha destacado más que a la hora de repartir el pastel para ganar elecciones. El grupo del oficialismo debe hacerse a un lado y la CC debe dejar de influir para favorecer las intenciones de Miguelito Martínez, el ahora político de ocasión, omnipresente en todo lo que tiene que ver con negocios y la concentración de poder por parte de la alianza oficialista.
Los atletas deben tener claro lo que está sucediendo. Se trata de una lucha de poderes para controlar un feudo, de la que ambas partes quieren sacar provecho. Ninguna de las dos es buena para el deporte. Ojalá que el COI tuviera la foto completa, porque me parece que no la tiene y se puede conformar con dar una aspirina para el paciente terminal.