Fariseos a la tor-trix

En Guatemala, según los acontecimientos políticos y ciudadanos del 2015 se hizo sentir un fuerte sismo sacudido por el repudio a la corrupción enraizada en nuestro sistema, así como al descaro de funcionarios que no solo fueron sorprendidos con las manos en la masa, sino también los cuales se sentían en una absoluta impunidad, ya que sus actos viles e inescrupulosos llegaron a un lejos inimaginable o posible de existir para muchos de nosotros.

Este despertar ciudadano fue una bocanada de aire fresco para Guatemala, en la que muchos sectores que tenían tiempo de no coincidir en la plaza o tan siquiera coincidir en un proyecto de nación, se les vio unidos, respetando sus ideologías, pero firmes y contundentes enfrentando juntos el sentir ciudadano que a todos nos afectó y nos indignó.

Menciono todo esto porque pareciera que lejos está el 2015 como un referente de cambio, como un hito que pasará a la historia de un logro común. Ya estamos por finalizar el 2017 y seguimos estancados sin saber cuál es el rumbo correcto o el mejor. Así también lejos quedó la indignación ciudadana y el repudio hacia la corrupción de entonces, ya que al ver los recientes acontecimientos en la Dirección General de Migración para sacar o renovar el pasaporte, se puede sentir un retroceso respecto a años anteriores en este trámite.

Es verdaderamente indignante lo ineficiente que es el servicio de una oficina que por adelantado sabe cuales son sus temporadas altas, y no solo eso, sino también sabe que de su servicio depende tanta gente que planifica viajar y se jactan de su torpe trabajo. A esto sumémosle que perfectamente se prestan para solapar a tramitadores abusivos que cobran por los turnos y que con ventaja en horas compran los espacios y los revenden a precios absurdos. ¿Acaso esto es legal? ¿Por qué el Director General de Migración se hace de la vista gorda? ¿No le da vergüenza? Este trámite que usualmente debería durar, si mucho, unos cuarenta y cinco minutos, hoy está demorando hasta 10 horas. ¡Es el colmo!, entre tantos colmos que nos aquejan a todos los guatemaltecos.

Esta es una cara de la moneda, pero en la otra están los que compran los turnos, los que están dispuestos a pagar sumas risibles para optar a unos cuantos lugares adelante en la fila. ¿Acaso esto no es corrupción? ¿En dónde quedó su indignación por el caso La Línea y demás casos que cooptaron el Estado de Guatemala? Es una mezcla de tristeza e impotencia saber que en grupos de chats de amigos haya quienes promuevan a su tramitador “de confianza” para ir a renovar pasaporte. Ah, pero si de señalar a las autoridades se trata somos los primeros y los mejores. Al mejor estilo de los fariseos actuales.

¡No señores! Corrupción es eso, comprar turnos, sabiendo que hay quienes madrugan, faltan a su trabajo y llevan sol, lluvia y frío para poder llegar al escritorio en donde finalmente se les va atender para su necesidad. También corrupción es parquearse en lugar de señoras embarazadas, comprar facturas, quedarse con el vuelto y pagar para que le extiendan la licencia de conducir a sus hijos e hijas. No se puede pregonar ser limpios y probos cuando de juzgar acciones ajenas se trata. Bien reza el dicho popular … El que está limpio, ni de jabón necesita.

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