Estudiantes de la UNIS en defensa de la academia

Aunque no lograron su objetivo, al menos actuaron, y eso es digno de elogio y de réplica.

Gonzalo Marroquín Godoy

Antaño, eran los estudiantes sancarlistas los que solían protestar y salir a las calles para asumir la defensa de los derechos ciudadanos, tantas veces pisoteados por gobernantes autoritarios o dictadores.  Se les llegó a poner el calificativo de bochincheros, aunque muchas de sus luchas han sido verdaderamente heroicas a favor de la libertad y la democracia.

Ahora mismo, la sociedad guatemalteca parece sumida en un marasmo en el que se ve con indiferencia la corrupción, el abuso, la impunidad y hasta se tolera esa actitud autoritaria de un sistema que no nos lleva por la senda del desarrollo, sino más bien nos encamina a una confrontación social que tarde o temprano explotará.

Pero siempre hay acciones que llevan algo de esperanza de que algún día tendremos una Guatemala mejor.

Esta vez fueron los estudiantes de derecho de la Universidad del Istmo (UNIS), los que elevaron su voz para censurar el papel que tuvo en la Comisión de Postulación para fiscal general su decano, el abogado Alejandro Arenales Farner, a quien ven como alguien que no respondió al ideario de esa universidad.

Los estudiantes –que aparentemente son muchos–, expusiron que Consuelo Porras no reúne las cualidades de debida honorabilidad y censuraron que Arenales Farnerinsistiera en votar a su favor para integrar lista de 6 candidatos finalistas al cargo de fiscal general, entre los cuáles, el presidente Alejandro Giammattei procederá a nombrar a quien considere su más cercano colaborador.

La historia ya es conocida \penosamente\ y todo se decidió a favor de Porras por la intervención de una pieza importante de la alianza oficialista, la otrora honorable Corte de Constitucionalidad (CC).

Para los estudiantes, un decano que representa los principios de la UNIS no debería votar por una persona que tiene tachas –muy serias– por plagio de su tesis doctoral y a la que Estados Unidos ha incluido en la lista Engel, formada por personas calificadas de “corruptas y antidemocráticas”. 

En una democracia medianamente funcional, cualquier candidato con alguna de estas tachas se vería obligado a abandonar la candidatura o sufriría el castigo de expulsión por parte de los comisionados.

Aquí en cambio, se ve que hay una fuerza superior que hizo todo el esfuerzo necesario para que Porras pueda continuar en el cargo, pues son muchos los que necesitan un marco de impunidad.

Por eso, los estudiantes de la UNIS merecen un reconocimiento.  No actuaron por intereses particulares.  Lo hicieron en defensa del estado de Derecho, lo hicieron por Guatemala y lo hicieron por el prestigio de su universidad.  En última instancia, buscan que se recupere el prestigio de la academia en las comisiones de postulación.

No son pocos los que se preguntan: ¿En dónde estuvieron los estudiantes de derecho de las demás universidades?  ¿Será que están conformes con el estándar que sus decanos tienen para calificar a los candidatos?

Aunque muchos –la mayoría– no lo crea, la democracia guatemalteca atraviesa un momento crítico, pues las instituciones más importantes del Estado son alineadas bajo los intereses de grupos políticos, económicos, mafias, crimen organizado y demás integrantes de la “alianza oficialista”.

Esa alianza controla del todo la CC –que por cierto intervino mañosamente en este proceso de postulación–, la CSJ, el MP, el TSE, y muy pronto tendrá también al PDH, sin olvidar a la Contraloría, siempre un fiel alfil a favor de la corrupción.

Yo he sido catedrático de la UNIS en dos ocasiones –en periodismo, claro–, y me consta que se busca siempre que haya un perfil ético importante de catedráticos y autoridades y que se transmita así a los estudiantes, algo que seguramente ha influido para que estos aspirantes a abogado quieran que su decano actúe en la postuladora como a ellos se les enseña en las aulas: defender las causas con valores éticos y los principios democráticos plasmados en nuestra Constitución.

Aunque no se quiera reconocer, nuestra democracia sufre con este asalto del poder político al sistema de justicia.  Por razones de defensa a la libertad de prensa me ha tocado ver de cerca lo que sucede cuando no hay independencia de la justicia. He comprobado que los regímenes autoritarios, corruptos o dictaduras, hacen siempre esfuerzos por controlar la justicia, con el fin de detentar más poder.

La democracia –y nuestra Constitución así lo dice y manda– debe tener pesos y contrapesos.  La justicia independiente es el contrapeso del poder político.  Cuando el segundo prevalece y aplasta al primero, la democracia se debilita.

Ojalá que esa voz de los estudiantes de la UNIS persista, ojalá que otras voces se escuchen, porque Guatemala está urgida del crecimiento de la conciencia ciudadana para hacer que el país busque un camino diferente, un camino democrático, de desarrollo, de igualdad y prosperidad.  Que tengamos una Guatemala de oportunidades, pero para la gran mayoría, no para unos pocos nada mas.

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