Marta Altolaguirre
Refiriéndose al autor Thomas Mann y su obra “Mario y el Mago”, el escritor Mario Vargas Llosa nos cita: “La verdad es que la lectura de Mario y el mago en clave política es tan actual como cuando los dictadorzuelos carismáticos campeaban por el mundo entero, en nuestros días, el caballero Cipolla se encarna no solo en caudillos fascistas y comunistas, sino, también, en aparentemente benignos dirigentes democráticos, que ganan limpias elecciones y son capaces, gracias a sus poderes comunicativos, de imbecilizar a sus propios pueblos, privándolos de razonamiento y sentido común, en otras palabras llevándolos a la ruina…”* (El Periódico, 12/7/15)
Viene así como anillo al dedo, cuando comenta la situación de Grecia bajo el control del “mago hipnotizador, Alexis Tsipras, y alude a la vulnerabilidad de los pueblos en el mundo entero y su proclividad a sucumbir a los discursos populistas y demagogos.
Y es que sin duda alguna, el ejercicio democrático mediante la elección popular, es como dijera Winston Churchill “… la peor forma de gobierno excepto todas las demás”, puesto que es a partir del voto popular que se concreta el triunfo electoral de las máximas autoridades nacionales, como la del presidente de la República y los congresistas, supuestos representantes del pueblo, y por supuesto, los alcaldes.
El lado nefasto del voto popular, es el condicionamiento de fachada, que crecientemente determina el éxito electoral. Resulta poco probable que un candidato, aún con todas las cualidades de capacidad, idoneidad y honradez, y con un plan viable para retomar el funcionamiento óptimo de la institucionalidad pueda triunfar si no tiene suficientes millones para comprar los votos a cambio de las “ayudas” clientelares que hoy predominan en el quehacer politiquero.
La realidad es que si ese aspirante idóneo compite con personajes amorales y carentes de las cualidades básicas, pero no cuenta con los millones de dólares o quetzales requeridos para promoverse y comprar votos, la probabilidad de salir electo es mínima.
Lo hemos visto a lo largo de los últimos años, en los que no hubo respiro a las campañas de los aspirantes punteros en quienes se suma la riqueza inconmesurable y el descaro de un discurso populista y engañoso, que afirma lo que el público objetivo quiere escuchar, provocando aplausos a las ofertas mágicas que sin ninguna reserva, repiten en las distintas comunidades, alimentando la ilusión con ofertas inviables, difamaciones y estrategias oscuras que juegan la vuelta a la ley.
Tal es el caso en Guatemala con la candidatura del exdiputado y candidato de Líder y puntero en las encuestas, Manuel Baldizón, quien persistió en promover su figura a lo largo de los últimos años, burlándose del límite a los gastos establecidos por ley y saturando con propaganda estratégica dirigida a conseguir votos de una población necesitada, pero poco consciente de los efectos nefastos que puede acarrear una elección de papel (papel moneda y papel propagandístico).
En Guatemala vemos y escuchamos los mensajes agresivos y falaces del candidato liderista, que promete que si llega al poder resolverá todos los males, pero no dice que su objetivo primario es controlar todos los poderes del Estado y reformar la ley para permanecer indefinidamente en el poder, mostrando con su ofensiva conducta inescrupulosa, prepotente y arrogante, que él es un pobre hombre que se catapulta por razón del dinero.
Algo semejante sucede en Estados Unidos con el lanzamiento del candidato a las primarias del Partido Republicano, el otro multimillonario, Donald Trump.
En aquel caso, el lanzamiento de la candidatura de Trump y su tema xenofóbico de campaña, resulta patético y vergonzoso ante la falsedad y la generalización de sus sindicaciones hacia los (“hispanics”), latinoamericanos que tanto han aportado al crecimiento económico de aquel país con su trabajo arduo y responsable.
Sus señalamientos al afirmar que los “ilegales” que operan en aquel magnifico país son violadores, criminales y traficantes de drogas, no solo son ofensivas sino tendenciosas y falsas. ¿Será que habla sin pensar?
¿No tendrá idea el señor Trump que los seres humanos son semejantes en todas las latitudes y será tan ignorante que desconoce algo tan fundamental como las leyes del mercado? ¿No sabe él y sus seguidores que precisamente la oferta y la demanda se corresponden y que en el caso de la migración, ésta se manifiesta con los requerimientos de mano de obra que motivan la movilización de trabajadores hacia aquella nación?
¿No sería más lógica una medida que facilitara la emisión de visas de trabajo suficientes para legalizar y equilibrar oferta y demanda?
Su estrategia de campaña, a semejanza del candidato “liderista” se basa en afirmaciones falsas y lo demuestran los indicadores que reflejan los aportes de la comunidad “hispana” a la economía de aquel país.
Es curioso analizar a ambos aspirantes y su afinidad en cuanto al despilfarro de recursos y al hecho que no vacilan en mentir, engañar, difamar, calumniar y en el caso de Baldizón, también jugarle la vuelta a la ley.
“La magia y el hipnotismo colectivo pueden encaramar al poder a cualquier demagogo sin escrúpulos, sin duda, tanto en una dictadura como en una democracia…” * (El Periódico, 12/7/15, p.10)