ENFOQUE: ¡Vamos a la obra!… ¡manos a la obra!

Gonzalo Marroquín Godoy

 El Encuentro Nacional de Empresarios (ENADE), ha vuelto a reunir a los más prominentes hombres de negocios del país con la visión de promover el desarrollo. Este año, bajo el lema ¡Vamos a la obra!, se ha abordado la necesidad de lograr que Guatemala cuente con la infraestructura necesaria, algo que se considera primordial para construir un país diferente y progresista.

Ese era el tema central del foro, en donde además se abordó otro que está íntimamente ligado a la crisis política que persiste en el país –por más que algunos pretendan que ya ha sido superada–: la corrupción. Se dijo con otras palabras que es algo que debe necesariamente continuar.

ENADE señala necesidad de infraestructura, y es correcto. Indispensable agregar el ingrediente de transparencia.

Visto así, parece que todo ha vuelto a la normalidad y que fácilmente el país puede pasar a un estadio diferente al que vivimos, sin tomar en cuenta que con los discursos y actitudes que se han dado en el último mes y medio, lo que se está haciendo es intentar desarmar o desmontar precisamente la lucha contra la corrupción.

No es simplemente con un discurso en contra de la corrupción que las cosas cambiaran. Al contrario, si el discurso llega sin acciones, es evidente que no se trata más que de palabras que se las lleva el viento.

El presidente Jimmy Morales, Felipe Bosch y el ex presidente mexicano Vicente Fox, abordaron el tema de la necesaria transparencia para alcanzar el desarrollo. Eso, me parece, es algo que muchos compartimos. Sin embargo, me pregunto si no se ve claramente que el camino que se está tratando de imponer es el de terminar con la lucha contra la impunidad, al menos en los términos que hasta ahora han dado tan buenos resultados al MP y la CICIG y, en última instancia, para Guatemala.

Por supuesto que hay imperfecciones, pero ¿será que debilitando a ambas instituciones la situación puede mejorar?

En las redes sociales hay una corriente parecida a la que se ha visto en ENADE, es decir, afirmar que se está a favor de la lucha contra la corrupción, pero sin Iván Velásquez y Thelma Aldana. Por supuesto que creo en la institucionalidad y, si esta funcionara –¡que no es el caso!–, cambiar a una o dos personas no debería hacer mucha diferencia. Pero se necesita ser ingenuo –o no entender nuestra realidad–, para pensar que un nuevo comisionado y un nuevo Fiscal General pueden luchar contra la corrupción y la impunidad… ¡que se promueve al más alto nivel de poderes ocultos!.

¡Por favor!. No es exagerado decir –aunque puede haber excepciones y matices– que quienes están contra estos dos personajes, terminan defendiendo el status quo, la vieja política y, por lo tanto, a la corrupción.

Con esa vieja política se han mal vendido las empresas estatales, se hacen compras y contrataciones y se dan concesiones espurias y corruptas. Así no puede el país arriesgarse a un ¡vamos a la obra!. Se deben fortalecer las instituciones que luchan por la trasparencia en vez de debilitarlas. Hay que forzar, de alguna manera, el cambio del sistema político. No hay que engañarse pensando ahora que el presidente Jimmy Morales y el alcalde Arzú son los dos “caudillos” del nacionalismo y lo que pretenden es corregir eventuales errores. No, lo que quieren, es que se vaya Velásquez, que Aldana termine cuanto antes su período y que las aguas no se muevan más. Pero entonces, el país es el que pierde.

Para terminar, miren como las cosas van cambiando. No entro a analizar el tema de los antejuicios contra el Presidente Morales, pero me pregunto si la gente también cree ahora que Luis Rabbé y compañía, repudiados hace pocos meses por medio mundo por corrupto, también son “víctimas” de la CICIG y el MP. ¡Por favor!. ¡manos a la obra!… pero a favor de la transparencia y cerrando filas luchar porque continpue ¡verdaderamente! la batalla contra la corrupción.