ENFOQUE: Una de cal y otra de arena en viernes ‘caliente’

Gonzalo Marroquín Godoy

 Desde hace meses se esperaba el destape de la corrupción en torno a Alejandro Sinibaldi y el ministerio de Comunicaciones durante la administración del Partido Patriota (PP), y finalmente ocurrió ayer. La noticia, que acaparó la atención de la opinión pública este Viernes de CICIG y MP, nos vino a recordar que la batalla contra la corrupción y la impunidad no ha terminado, está vibrante y, le disguste a quien le disguste, continuará en los próximos meses y años.

Siempre ha sido un secreto a voces que dicha cartera es una de las más apetecidas, precisamente por el presupuesto que se maneja y la posibilidad de hacer tranzas con las empresas constructoras, las que dan millonarias comisiones –¡mordidas!– por cada obra que se les asigna. Incluso se ha sabido que además se les pide un porcentaje para agilizar los pagos en finanzas o, de lo contrario, los desembolsos se hace lentamente o quedan pendientes de un año a otro.

Sigue la batalla contra la corrupción, pero

se estanca ‘depuración’ de partidos políticos.

No son pocos los ex funcionarios que estarán respirando tranquilos porque la investigación de la CICIG y el MP no alcanza más tiempo en la historia, pues entonces las capturas se hubieran visto duplicadas o triplicadas, pues es un esquema corrupto que se ha mantenido en el tiempo.

Destaca en medio de esta noticia la orden de captura hacia el empresario Julio Ligorría, quien ha estado ligado a varios gobiernos, aunque de manera más destacada y visible en los de Álvaro Arzú y Otto Pérez Molina, con los que ha tenido muchos negocios de cuello blanco.

No extraña tampoco el uso de empresas de cartón, porque ha sido otra de la formas que se han utilizado para esconder los actos de corrupción y se convierten en proveedoras del Gobierno o, como en el presente caso, se utilizaban para esconder los pagos de soborno para funcionarios o personas vinculadas con el ministerio y el propio Sinibaldi.

En la otra cara de la moneda se sitúa el Tribunal Supremo Electoral (TSE), que hace ya varios meses generó grandes expectativas al anunciar sobre hallazgos que se encontraron en el financiamiento ilícito de campaña de los partidos FCN-Nación (opositor) y la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE).

Finalmente se anuncia este intenso viernes que solamente se multa al partido oficial, mientras que a la UNE ni multa se le impuso, aduciendo que desvanecieron los hallazgos, entre los cuales figuraban malos manejos con el pago hacia los canales de televisión de Ángel González.

Ya la CICIG había presentado un informe –más no investigación– en el que se destaca que la mayoría de partidos políticos han recibido financiamiento de campaña ilícito. Este era también un secreto a voces, sobre todo, el que ha provenido de los canales de González, quien no solo ha utilizado esa forma de financiamiento para hacer favores, sino más adelante los ha cobrado y con creces.

En este sentido, cabe todavía mantener vivas las esperanzas de que el MP y la CICIG profundice en la investigación que ya llevan a cabo, porque son independientes de la tibia resolución del TSE. Esa investigación está en marcha y puede traer más de una sorpresa como la que ayer pudo verse.

Desde mi perspectiva personal, el país necesita un nuevo sistema de partidos políticos. Como por reformas a la Ley es poco probable que esto suceda, entonces queda la esperanza de que se produzca una depuración que lleve oxígeno suficiente antes de las elecciones de 2019.

Por eso es que resultaba esperanzador que el TSE actuara como lo hizo con los caídos PP y Líder, porque entonces si cabría esperar un escenario político totalmente diferente. Ahora habrá que esperar para ver si este caso se destapa más adelante por el MP y el país reconfirma que se continúa con la batalla contra la corrupción contra viento y marea… por más que la clase política se oponga.