ENFOQUE: Un informe de EEUU que desnuda nuestra realidad


En el “bosque de la información” es difícil diferenciar entre realidad y ficción.  Las fuentes confiables y desinteresadas son las que se deben tomar en cuenta para sacar conclusiones».

Gonzalo Marroquín Godoy

La Guatemala de hoy se asfixia en medio de un mundo con fuerte dosis de sobreinformación que, lejos de ayudarnos a tener un criterio sobre cualquier tema, provoca confusión y nos puede llevar a sacar conclusiones equivocadas o, al menos, alejadas de la realidad.

Por estos días no es difícil encontrarse en medio de un debate sobre tal o cual tema. Los argumentos, muchas veces, carecen de fundamento, pero las personas los dan por ciertos, sin verificar si la fuente de información proviene de forma desinteresada, imparcial e incluso si está bien sustentada en lo que afirma o pretende descubrir.

La campaña electoral exacerba esta situación.  Se dice cualquier cosa de los candidatos con verdades, verdades a medias y/o mentiras, las cuáles no pueden ser verificadas por las personas.  Esto ocurre específicamente en las redes sociales, en donde entran a funcionar un montón de grandes netcenters que tienen fines aviesos y pretenden crear un caos de desinformación y confusión.

Por eso hoy quiero referirme a un informe que tiene toda la seriedad del caso y que debe ser tomado como algo válido a la hora de sacar nuestras conclusiones cuando hablamos de la situación nacional.  En Enfoque he hablado de la pérdida de la institucionalidad, la falta de independencia del sector justicia, de la cooptación del Estado y demás.  Por ahí, alguien podría creer que se trata de una opinión sesgada o interesada, ¡qué no lo es!, simple y llanamente porque soy periodista desde hace cinco décadas y no puedo afectar mi credibilidad, construida a base de ejercer la profesión con un compromiso claro: mantener permanentemente la búsqueda de la verdad.

Ese informe es el revelado la semana pasada por el Departamento de Estado de los Estados Unidos sobre la situación general del país en 2022.  Estos informes los hace esa dependencia del gobierno estadounidense todos los años y, como es fácil comprender, no tienen ningún interés particular, más allá de mostrar lo que está sucediendo aquí, allá o acullá.

Recuerdo estos informes desde los años 70 y 80 del siglo pasado, cuando se destacaban por mostrar la forma en que sistemáticamente se violaban los derechos humanos durante los regímenes militares.  Algunos decían que eran ataques de la izquierda estadounidense, pero el tono no variaba mucho cuando la administración era de un presidente ultraconservador como Ronald Regan.  Pues esta vez, este informe es contundente y nos muestra al desnudo lo que está pasando, incluso con palabras bastante diplomáticas, para mantener las formas y la relación entre los gobiernos.

Para muestra de lo que dice el informe, voy a trasladar a los lectores uno de los párrafos que sintetiza la situación que vive la Guatemala de hoy:

La impunidad, incluida la de funcionarios de alto nivel, continúa siendo generalizada.  La corrupción, los esfuerzos de la delincuencia organizada por garantizar la impunidad y el debilitamiento de las instituciones de lucha contra la corrupción y del poder judicial por parte de agentes políticos corruptos dificultaron la investigación y el procesamiento efectivos de los delitos, incluidos los de corrupción y abusos contra los derechos humanos, en los que estuvieran implicados funcionarios públicos.

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Más claro no podría ser.  El documento es mucho más extenso, por supuesto.  De hecho, con el Resumen Ejecutivo incluido, tiene 17 páginas, en las que se describen casos específicos y acciones concretas, algo similar a lo que ha venido diciendo y repitiendo la prensa independiente guatemalteca.

Lo que deseo destacar es que se trata de un informe de una institución muy seria.  De hecho, aunque hay criticas tan severas como la que menciono, los gobiernos de Guatemala y Estados Unidos mantienen las formas, más allá de las tensiones.  Por ejemplo, los viajes del presidente Giammattei a Ucrania y ahora a Taiwán, obedecen a una agenda de política exterior que pretende congraciarse con Washington.

Nadie puede decir que Estados Unidos nos mira como país enemigo.  Al contrario, se observan esfuerzos por mantener las relaciones en un nivel aceptable, a pesar de que se han desoído, una y otra vez, los reclamos, precisamente por la forma en que el poder político ha cooptado las instituciones del sector justicia.

Yo he podido comprobar, en muchas ocasiones, que la embajada de Estados Unidos tiene las mejores fuentes de información posibles sobre la situación real del país.  En la sede diplomática se sabe al detalle lo que sucede en Guatemala, por qué sucede y hasta se enteran con anticipación de cuándo sucederán los hechos trascendentales.

De tal cuenta que el informe en cuestión se puede considerar como algo basado en hechos reales que, previamente, han sido comprobados por las autoridades estadounidenses.  A diferencia de las redes sociales, una entidad como el Departamento de Estado, no se puede dar el lujo de emitir opiniones falases y sin sustento.  Como dice el refrán popular, sin duda… Cuando el río suena, es porque piedras lleva.

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