ENFOQUE: ¡Qué horrible! Cesó la lucha anticorrupción… y todo empeora


Si la percepción de la gente es que no hay transparencia, es porque nada se hace para mostrarla… simplemente porque no existe y la corrupción es galopante».

Gonzalo Marroquín Godoy

El informe de Transparencia Internacional sobre Guatemala 2022 es contundente: apenas 24 puntos sobre 100 en el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC); un 48 % piensa que la corrupción fue peor el año pasado –no se dice cuántos piensan que sigue igual, pero serían muchos también–; y ocupamos el puesto 150 entre 180 países medidos, uno de los peores de América Latina.

Durante los tres años de Alejandro Giammattei en la presidencia de la República no hemos dejado de caer en esta medición que se hace año con año.  Nadie, local e internacionalmente cree esa frase de que respetamos la independencia de poderes.  Es obvio que no existe tal independencia y que el poder político de turno y sus aliados manejan como marionetas de circo a la CC, la CSJ, el MP, la PDH y hasta al TSE, para solo mencionar las instituciones cooptadas más importantes.

La impunidad es el marco ideal para promover la corrupción.  El mensaje que el MP ha dado durante los últimos años es que se persigue a quienes luchan contra la corrupción, mientras se deja de investigar –y hasta se ayuda–, a quienes han hecho o hacen grandes negocios turbios con, y en, el Estado.  Los primeros, son enemigos u opositores, mientras que los segundos son cuates o simplemente coyotes de la misma loma.

Al no existir persecución penal contra los corruptos, el mensaje es que la gaveta de erario está abierta para el respectivo saqueo y, aquellos que lo cometieron en el pasado, pero son parte de la misma banda, ahora pueden hasta convertirse en acusadores de quienes los acusaron.  Así de ridículo se ha vuelto el sistema de justicia en la Guatemala de hoy.

Demoledor el informe, aunque estoy seguro de que no causa ni la menor roncha a quienes dirigen el país.  No les importa un ápice esa pésima percepción que tiene la mayoría del pueblo sobre la falta de transparencia y corrupción, porque han perdido el decoro.

Veremos cuántos, entre el montón de candidatos por la presidencia, toman este tema como prioritario en sus discursos de campaña.  Algunos pueden hasta sonar hipócritas si lo hacen, porque han sido parte de la alianza oficialista que ha promovido ese marco de impunidad y propiciado la corrupción. Otros, simplemente lo ignorarán y ojalá que, si alguno lo aborda, sea por convicción y no demagogia.

Yo no quiero pasar a la historia como un hijue´puta más.  Eso dijo Giammattei en campaña, y a un año de entregar el cargo parece haber superado a sus antecesores.  Eso nos dice este Índice de Corrupción.

En este nuevo proceso electoral hay que exigir de las autoridades del TSE toda la transparencia que hasta ahora no han mostrado.  Se sabe que la mayoría de magistrados responde a los intereses de la alianza oficialista, por lo que es indispensable redoblar la fiscalización ciudadana y esperar que la observación internacional se apersone pronto y velen por los derechos de los ciudadanos.  Eso no es injerencia ni viola la soberanía, eso es colaboración internacional a favor del pueblo y la democracia. Eso es algo necesario.

El primer paso en falso ya lo dio el TSE, al responder al interés de la alianza oficialista para impedir la participación del opositor, Jordán Rodas, exprocurador de los derechos humanos.

El títere del oficialismo en la PDH, José Alejandro Córdova, denunció a Rodas, precisamente para buscar que hubiera un impedimento legal y detener su participación.  Sin embargo, solo se ha alborotado el hormigueo, porque el Movimiento de Liberación de los Pueblos y Thelma Cabrera, ya fijaron postura y afirman que no aceptarán que no se inscriba al binomio. Conflicto sociopolítico a la vista.

Por cierto, el PDH ha cumplido ya medio año en el cargo sin hacer absolutamente nada de nada.  No trabajar ni cumplir el mandato constitucional es otra forma de corrupción. Qué demuestre su independencia y analice al, al menos, la situación de falta de libertad de prensa en el país y verá que trabajo hay por hacer.

Bueno, ese no es el tema, pero encaja, porque llegar a rascarse la barriga a un cargo –además exageradamente bien remunerado­–, es corrupción.

Tampoco debe extrañar en este Estado embadurnado de porquería hasta el copete, que los magistrados de la Corte Suprema de Justicia elevaran su categoría para viajar al exterior, pagándose pasajes de primera clase y hasta el sobrepeso en su equipaje, sin importar si se justifica el derroche al que se suman sus exagerados salarios, que devengan a pesar de estar violando la Constitución.

¡Por supuesto que hay corrupción! La hay de este tipo, la hay de cuello blanco, la hay descarada, la hay en plazas fantasmas, la hay de todas las maneras posibles.  Lo que sucede es que cada vez más hay conciencia en la tolerante población de que el Estado se ha convertido en una piñata, la cual solo pueden partirla los que están en el poder o hacen alianzas con ellos.

Pobres aquellos que caen en la mira de la injusticia (MP, tribunales o cortes). A ellos se les persigue, encarcela o se les obliga a salir al exilio. 

Menos mal que publicaciones como las de este Índice desnuda cómo estamos.  Ojalá que algún día haya un despertar de los guatemaltecos.  Puede ser en las elecciones.  No tengo mucha fe, pero no pierdo las esperanzas.

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