ENFOQUE: Nos llega un agosto caliente

Gonzalo Marroquín Godoy

El país se encuentra en un momento complicado y es grande el peligro de un fuerte estallido sociopolítico.  ¡Conflictividad a la vista!

El mes de agosto se llama así, porque el emperador Octavio Agusto quiso darle gloria llevando su nombre.  También le agregó días y esa es la razón por la que este mes tiene extrañamente 31 días –julio tiene 31 y le corresponderían 30–.  En la historia patria se han dado acontecimientos trascendentales:

El obispo Francisco Marroquín pide al reino de España autorización para crear la primera universidad (1548); Chiapas se independiza de Guatemala (1821); traslado de la capital –entonces Santiago de los Caballeros, hoy Antigua– al Valle de la Ermita (1773); los cadetes de la Escuela Politécnica enfrentan y vencen a las fuerzas del “Movimiento de Liberación” (1954); se suscribe el Acuerdo Esquipulas II (1987); se firma el Tratado de Libre Comercio con EEUU (Cafta-2004) y; nace la Universidad Francisco Marroquín (1972).

Como puede verse, muchas cosas positivas durante el mes de agosto.  Pero en su inicio este 2019, nada hace pensar que puedan surgir cosas buenas a lo largo de los próximos días agostinos.  Todo lo contrario, los nubarrones son tantos, que no es difícil hacer un pronóstico del tiempo que se nos viene encima: ¡habrá tormentas!.

La temperatura sociopolítica está elevada y la primera tormenta está activa: un grupo de estudiantes de la USAC, que se autodenomina Colectivo Estudiantil Universitario (CEU), asumió el rol que antes tenía la AEU, y decidió ocupar las instalaciones de esa casa de estudio, denunciando la “privatización” que lleva a cabo el rector Murphy Paiz, de acuerdo con los manifiestos que se han divulgado.

Pero el mayor problema a la vista es que las protestas se han ampliado prontamente a censurar el controversial Acuerdo migratorio –de tercer país seguro– firmado con Estados Unidos bajo la presión más fuerte que ese país haya ejercido sobre Guatemala en los últimos cuarenta años, por lo menos.

Ese Acuerdo es precisamente otra de las tormentas.  Donald Trump no puede permitir que, en medio de su campaña electoral, un pequeño país bananero o sus cortes, no hagan lo que él exige.  De tal cuenta que todo lo que suceda durante agosto en torno a los pactado entre Trump y Jimmy Morales, puede tener gran repercusión, sobre todo, porque hay mucha oposición social.

Hay que reconocer que es casi imposible impedir que un país como EEUU nos imponga lo que se le ronque la gana, pero ha sido evidente el desastre diplomático para nuestro país, pues ni siquiera se le pudo sacar provecho a los deseos de Mr. Trump, pues los negociadores guatemaltecos –la canciller Sandra Jovel y el ministro de Gobernación, Enrique Degenhart, bajo las bisoñas directrices del mandatario–, no han hecho más que firmar los papeles que les imponen.  No han sido negociaciones, sino imposiciones aceptadas.

Pero volviendo a nuestro mes de agosto, faltan más tormentas.  La siguiente es la que ya se gesta en los diferentes procesos judiciales en los que la CICIG se encontraba involucrada con querellante adhesivo, pues el retiro ha principiado y en los siguientes días ya no habrá rastro de la que en algún momento fuera una poderosa Comisión que podía enfrentar a los corruptos y ladrones y atacar frontalmente la impunidad. Los detractores de la CICIG pensarán que es lo mejor, pero en la práctica se confirmará lo que ya se veía venir: termina la guerra contra la corrupción, al menos en los niveles que el país la necesita y los juicios ahora tomarán otro rumbo.

Lo que por ahora es una silenciosa, aburrida y descolorida campaña electoral de cara al balotaje del 11 de agosto, fácilmente puede agitarse y volverse una tormenta más.  El gigantesco –penoso y preocupante– fracaso del TSE en la primera vuelta electoral, ha terminado creando un ambiente de desconfianza y cualquier grito de fraude en la segunda vuelta puede provocar un estallido, sobre todo, si el resultado es –como se anticipa puede ser– bastante cerrado.

Si a Trump alguien se lo baboseó diciéndole que Guatemala podía ser un “país seguro”, pues el mes de agosto se encargará de mostrarle lo contrario.  Hasta el brote de dengue es una prueba más de nuestras enormes carencias sociales.

Pero no crea apreciado lector que eso es todo.  La “clase política” y los grupos oscuros que se han amparo en la impunidad, quieren seguir cooptando la justicia y desde ya trabajan en influir las comisiones de postulación para la elección de la Corte Suprema de Justicia y magistrados de sala.  Saben que si hacen lo de siempre, seguirán controlando el Organismo Judicial (OJ).

La mesa para un mes agitado está servida.  Lo extraño sería que agosto transcurra sin que alguna crisis explote.  El ambiente es denso, y no he encontrado a ninguna persona que crea que el famoso balotaje y la elección de un nuevo presidente o presidenta, pueda hacer que las cosas mejoren. Y apenas van tres días del mes.