ENFOQUE: Mientras no nos duela… el país no va a cambiar


¿Cuáles son los problemas? ¿De quién son los problemas? ¿Qué hago frente a cada problema? ¿Cuál es nuestra realidad y cómo la cambiamos?«.

Gonzalo Marroquín Godoy

Hace algunos días escuché una breve parábola en las redes sociales. Una parábola que, aunque no aludía específicamente a Guatemala, me hizo meditar un poco sobre todo lo que está sucediendo en el país, sobre la vida de nosotros, los guatemaltecos, en el orden político, social, económico y ambiental.

En la parábola, un niño va con su padre y en el camino ven que un hombre está maltratando a su esposa. Entonces se produce una conversación, que resulta ser toda una lección en sí misma:

  • Mira papá, le está pegando.  Haz algo.
  • No es nuestro problema.  Es la respuesta que recibe, pero sin generarle tranquilidad. 
  •  ¿Y si no es nuestro problema, cuándo lo será?
  • Entonces, ¿tú crees que el problema de este mundo es la violencia? El pequeño responde:
  • No, el problema es la apatía.

Luego, el presentador de la parábola comenta que hasta que nos duela lo que sucede, haremos algo o estaremos dispuestos a intervenir para hacer que la violencia cese, que las cosas cambien, que deje de haber injusticia, abuso y destrucción en el país o el planeta.

Me impactó.  En ese momento se agolparon en mi mente imágenes de todo tipo de lo que podríamos llamar La Guatemala de hoy, que tiene mucho que ver y podría ser La Guatemala de siempre.

Mi impresión es que hoy en día, claramente, hay mucha apatía entre los guatemaltecosNo es nuestro problema, pensamos muchas veces cuando vemos a nuestro alrededor.  Y es así, porque es más cómodo que sea un problema ajeno, a que lo hagamos propio.  Sin embargo, lo que sucede en nuestro entorno, tarde o temprano termina por afectarnos.

Hasta que nos duela ver la pobreza que afecta a tantas personas, entonces empezaremos a cambiar esa realidad.  Es increíble que después de 37 años de gobiernos supuestamente democráticos, sigamos siendo uno de los países con mayor índice, solo comparable quizás con Haití, Honduras y Nicaragua.

Hasta que nos duela saber que la desnutrición infantil crónica afecta casi a la mitad de la niñez guatemalteca, dejaremos de tolerar que los gobiernos no atiendan este problema, que afecta incluso a la productividad del país, pues los pequeños crecen con muchas limitaciones –a las que hay que sumar un sistema de educación caduco e ineficiente– que más tarde les impiden ser competitivos en el mundo laboral.

Hasta que nos duela ver tanta corrupción y entendamos que ¡sí, es nuestro problema!, pues con tanto robo, los políticos limitan la capacidad de desarrollo del país.  La corrupción, además, fomenta la pérdida de principios y valores, además de promover el abuso de la clase dominante sobre el resto de la sociedad.

Hasta que nos duela ver que ríos, lagos y océanos sufren por la contaminación, porque muchos pensamos que no es nuestro problema, es posible que les transmitamos a nuestros hijos y nietos –en mi caso–, la necesidad de actuar para proteger nuestro medio ambiente.

Hasta que nos duela ver el abuso con que la alianza oficialista asalta todas las instituciones del Estado, tal como ha sucedido con la Corte Suprema de Justicia (CSJ), el Ministerio Público (MP), salas de apelaciones, Corte de Constitucionalidad (CC), Tribunal Suprema Electoral (TSE), Procuraduría de los Derechos Humanos (PDH), y hasta la USAC y ahora el Comité Olímpico Guatemalteco (COG), entonces la sociedad puede poner un ¡hasta aquí!, a la clase política.

Hasta que nos duela saber que son cientos de miles de familias las que se tienen que separar –a veces para siempre­–, por verse obligados a migrar hacia Estados Unidos en busca de un sueño que se les niega en su propio país, entonces seremos capaces de decir ¡basta ya!, a cada gobierno para que cese el saqueo y se pongan a trabajar por el bienestar de la gente para generar oportunidades.

Hasta que nos duela ver que cada cuatro años nos vuelven a engañar con un proceso electoral que lo que menos tiene es de democrático, ya que es resultado del interés de una clase política minoritaria que jamás antepone el bien común a su anhelos muy particulares, sólo entonces levantaremos nuestra cabeza y voz para involucrarnos y exigir una auténtica reforma política, que es lo que Guatemala necesita.

Hasta que nos duela la realidad que tenemos ante nuestros ojos, hasta que comprendamos que el daño al vecino nos alcanza tarde o temprano si lo vemos con apatía, solo entonces podremos reaccionar para actuar y dejar de ser esas estatuas insensibles que creen que no es nuestro problema.

Esa ha sido la actitud de la gran mayoría de guatemaltecos hasta ahora.  Sin embargo, corrupción, tiranía, impunidad, injusticia, abuso, destrucción, contaminación, impunidad, ineptitud y control, son situaciones o actitudes que deben dolernos, porque causan pobreza, desnutrición, cárcel, castigo, dolor, libertades quebrantadas y hasta la muerte. 

Hoy por ti, mañana por mí, es un refrán popular que todos deberíamos hacer nuestro en estos momentos difíciles para el país.  No es cuento que estamos mal… ¡muy mal!  Por eso debemos encontrar la salida del hoyo en el que nos mantienen los politiqueros aprovechados y hacer el esfuerzo necesario para salir en victoria.