ENFOQUE: Los chirmoles que prepara el Congreso

Gonzalo Marroquín Godoy

 El chirmol, todos lo sabemos, es una salsa de tomate sazonada que sirve para comer con carne, arroz, tacos, chiles rellenos y otros alimentos. Sin embargo, la Real Academia Española (RAE) de la lengua, acepta el uso que se le da a la palabra en Guatemala, como intriga o enredo.

Pues bien, esto es lo que se está cocinando ahora mismo en el Congreso. Diferentes chirmoles para crear un ambiente confuso en el que la opinión pública –léase la ciudadanía– poco entienda y puedan hacer ellos las cosas a su sabor y antojo, siempre ¡por supuesto! de acuerdo a sus intereses y de espaldas al pueblo.

Cuando los diputados enturbian el ambiente en torno a lo que hacen, es porque algo raro están cocinando.

En este momento hay tres chirmoles en proceso: 1) las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos (LEEP); 2) la aprobación del Presupuesto’2018 y; 3) la elección de la nueva Junta Directiva.

Antes de ver lo que está sucediendo, cabe recordar que estamos ante un Organismo Legislativo que ha demostrado hasta la saciedad, que le importa un pito el sentir, deseo y necesidades de la población. Hay entre 107 y 112 diputados que han estado plenamente alineados con los intereses más oscuros de este país, al extremo de haber intentado reformar el Código Penal con el famoso Pacto de Corruptos que incluía defender a capa y espada la inmunidad del presidente Jimmy Morales.

Eso quiere decir que es un Congreso del que no podemos esperar nada bueno, al menos no por las buenas, porque por las malas ya tuvieron que recular con su disparatada, abusiva y asquerosa reforma penal para proteger a los dirigentes políticos y a los acusados por casos de corrupción.

Entonces no debe extrañar estos chirmoles que preparan.

Sobre la LEPP hemos escuchado y leído suficiente como para que sea sencillo ver lo que pretenden los diputados. Primero y lo más importante, no plantean ningún cambio a lo interno de los partidos. Nada de democratizar esas organizaciones que no sirven más que de vehículos electoreros para llevar a personas de su interés a los cargos públicos ­–­presidente, vicepresidente, diputados y alcaldes y, por medio de estos, magistrados–.

Como buenos para el engaño y como si de buenos magos se tratara, proponen una fórmula para elegir diputados que no es viable. Ellos saben que al provocar la polémica y un enredo público, el tiempo transcurre y las reformas se entrampan. Aparentan tener interés y hacerlo rápido, cuando en realidad lo que están haciendo es cocinar un chirmol a fuego lento para que nadie entienda y se retrase el proceso de aprobación.

No quieren democracia, no quieren que la voluntad popular se vea fortalecida y, mucho menos, que el TSE se convierta en un eficiente ente fiscalizador que pueda castigar las violaciones que se cometan contra la Ley.

Ya de por sí, en este momento la confusión es mayúscula. Meten tantas cosas en la canasta, que es difícil discernir entre lo que es bueno y lo que es malo y perverso.

El Presupuesto es el segundo chirmol en proceso. Para este queda poco tiempo, porque si no se aprueba el 30, se queda para el año próximo el Presupuesto 2017. Aquí lo que vamos a ver en pocos días es si la extorsión política funciona aún. El Gobierno, afanado porque le aprueben el mediocre Presupuesto como quiere, cederá seguramente a las presiones de los diputados y les dará prebendas.

Algunos quieren amarrar esta aprobación con el tercero de los chirmoles: la elección de Junta Directiva.

De esta se sabe que la están cocinando bajo la estufa. Lo peor de todo, es que entre los candidatos a la Presidencia, brillan varios de los diputados del Pacto de Corruptos. Salvo el actual presidente, Oscar Chinchilla, todos los demás son parte de esa lista negra que votó por aquellas reformas y se alineó para mantener la inmunidad del Presidente Morales.

Hay que principiar a crear conciencia en la ciudadanía para rechazar las componendas parlamentarias –entre ellos o con el Ejecutivo–. Este Congreso ha perdido totalmente la credibilidad y no tiene la calidad moral para pretender imponer nada.

No tiene nada de honorable y su representatividad es nula.

Los chirmoles están a la vista y pronto serán más evidentes. No hay que permitir que sigan jugando con los intereses de la población… al menos de la mayoría.