La prensa es un arma poderosa contra la tiranía, los abusos de poder, la corrupción y la impunidad… ¡Por eso no es del agrado de muchos!
Gonzalo Marroquín Godoy
Hoy en día, las sociedades debaten sobre el papel de la prensa. Ciertamente no se trata de una institución perfecta, pero cuando se ejerce con independencia, dignidad y profesionalismo, es la mejor aliada de la democracia y gran luchadora por las libertades de pueblos y personas que anhelan siempre algo mejor.
En esta época de híper información, nos vemos bombardeados a diario por noticias que se transmiten por redes sociales sin filtro alguno, lo que facilita la desinformación por medio de falsedades, medias verdades e incluso la transmisión de auténticas teorías de conspiración para para enredar el ambiente.
La prensa seria, independiente y profesional, debe cuidar su credibilidad, y ahora compite con los manipuladores netcenter que trabajan día y noche para distorsionar la realidad y llevar agua hacia el molino de quiénes los financian, sean estos grupos políticos, económicos, o simplemente auténticos terroristas de la información que trabajan para defender un sistema espurio que siempre necesita la opacidad y anonimato para alcanzar sus fines.
La prensa desinforma y miente decía Hugo Chávez cuando decidió en el año 2006 el cierre del canal Radio Caracas Televisión (RCTV), caracterizado por sus programas de noticias, entrevistas y análisis políticos. Se buscaba la justificación para el salvaje atentado contra la libertad de presa y el derecho del pueblo a recibir información.
Recuerdo que estuve en las instalaciones del Canal en su última noche de transmisión. Estaba con un grupo de dirigentes de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), que llegamos para expresar nuestro repudio contra aquel atropello que se cometía en nombre de la verdad y se pretendía justificar porque el canal era abiertamente opositor de aquel Chávez que de autoritario pasó muy pronto a dictador pleno.
El trabajo de los periodistas era desgastar al Gobierno y apoyaron el intento de golpe de Estado, fue –palabras más, palabras menos– otra de las justificaciones que se daban para arrebatar un canal de tendencia independiente para convertirlo en un medio vocero del chavismo.
Así empezó Chávez a callar o reducir todas las voces que denunciaban e informaban sin someterse al gobernante manipulador de la información, quien deseaba perpetuarse en el poder y lo estaba logrando hasta que un cáncer terminal cortó sus pretensiones políticas. Nicolás Maduro le sucedió y recibió, hasta cierto punto, un país apaciguado, porque el pueblo venezolano tenía –y tiene– pocas posibilidades de saber lo que realmente sucede, pues hay más prensa manipuladora, oficialista y servil, qué independiente.
De Nicaragua ni se diga. Simple y sencillamente Daniel Ortega ha barrido con la prensa independiente. Acusados de delitos diversos, se encarceló a los más destacados periodistas, mientras que a decenas de ellos se les forzó a salir al exilio para poder seguir trabajando y defender su libertad.
La declaración de Chapultepec, suscrita por periodistas, escritores y académicos del continente el 11 de marzo de 1994, establece claramente la importancia de la libertad de prensa y destaca algo que me parece pertinente para definir lo que la prensa es para la democracia. Dice así en una de sus partes:
Solo mediante la libre expresión y circulación de ideas, la búsqueda y difusión de informaciones, la posibilidad de indagar y cuestionar, de exponer y reaccionar, de coincidir y discrepar, de dialogar y confrontar, de publicar y transmitir, es posible mantener una sociedad libre. Solo mediante la práctica de estos principios será posible garantizar a los ciudadanos y grupos su derecho a recibir información imparcial y oportuna. Solo mediante la discusión abierta y la información sin barreras será posible buscar respuestas a los grandes problemas colectivos, crear consensos, permitir que el desarrollo beneficie a todos los sectores, ejercer la justicia social y avanzar en el logro de la equidad. Por esto, rechazamos con vehemencia a quienes postulan que libertad y progreso, libertad y orden, libertad y estabilidad, libertad y justicia, libertad y gobernabilidad, son valores contrapuestos.
Es curioso, pero en los países en donde el índice de democracia es mayor, también hay mayor libertad de prensa. Claro, a nuestros políticos de mente limitada o muy interesada, no les conviene respetar ni promover que haya libertad de prensa, porque los medios independientes terminan siendo una piedra incómoda en el zapato de los corruptos, autoritarios e intolerantes.
Cuando vemos que es el Estado en pleno el que intenta acallar a la prensa, que detrás están los grupos de poder más oscuros y que quienes persiguen a periodistas y medios son los mismos que liberan y favorecen a los corrutos, pues es evidente que no se trata de un ejercicio a favor de la democracia.
Me atrevo a decir que quienes están contra la prensa son, al menos, antidemocráticos, cuando no corruptos o comparsas de estos en su esfuerzo por mantener al país en el subdesarrollo y la pobreza más vergonzante.
Cada uno podemos ponernos del lado que se quiera, pero los amantes de la libertad solo pueden estar con la libre expresión del pensamiento, la democracia y en contra del autoritarismo.