ENFOQUE: La Libertad de prensa en trapos de cucaracha


Sin libre flujo de información, sin intercambio de opiniones y sin debate respetuoso, no hay auténtica democracia. El Estado está llamado a defender la libertad de expresión.

Gonzalo Marroquín Godoy

Siendo presidente de los Estados Unidos, Thomas Jefferson dijo una frase para la posteridad que debe llamarnos a la reflexión: Prefiero tener Prensa sin Gobierno, que Gobierno sin Prensa.  Una frase que muestra a un mandatario tolerante –estaba en medio de críticas en su contra–, demócrata y visionario.

Al decir Prensa sin Gobierno, se refería al periodismo independiente, a ese periodismo que es inquisitivo fiscalizador y ejerce su función al servicio del pueblo, pues finalmente es ese pueblo el que tiene derecho de recibir la información.  Esa Prensa es la que cumple un rol importante en las democracias, pues es la que se preocupa por el respeto a los derechos individuales y colectivos de las personas y trabaja como un contrapeso del poder político.

Por otra parte, el Gobierno sin Prensa, es aquel que no permite la libertad de expresión. Tampoco acepta las críticas, fiscalización e informaciones que no le son favorables.  Un Gobierno así cae, obligatoriamente, en el autoritarismo, pues al acallar la voz de la prensa independiente, el pueblo pierde a su principal defensor y los gobernantes pueden hacer y deshacer a su sabor y antojo.

La Prensa independiente debiera ser vista como un aliado del Gobierno, ya que es la encargada de señalar los errores que se puedan estar cometiendo, para corregirlos y que no vuelvan a cometerse.  Así la entendía seguramente Jefferson y así la entienden los auténticos amantes de la democracia y de las libertades.

A lo largo de mis más de cinco décadas como periodista he podido comprobar que a mayor libertad de prensa, mayor democracia.  He visto que cuanto más se restringe a la prensa, mayor es el autoritarismo de los gobernantes.

Como presidente de la Comisión de Libertad de Prensa y luego presidente de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), pude ver como el autoritarismo de Hugo Chávez crecía en la medida en que borraba la prensa independiente en Venezuela.  La misma situación se dio con varios gobernantes, como Fujimori (Perú), Correa (Ecuador) y Evo Morales (Bolivia), para citar unos pocos, pero no hay que olvidar que lo mismo sucedió con las dictaduras militares de Latinoamérica en el siglo pasado.

La semana anterior tuve uno de esos encuentros múltiples por medio de videoconferencia, en el que intercambiamos puntos de vista varios periodistas guatemaltecos con algunos colegas extranjeros.  Repasamos la situación de libertad de prensa del país y, como era de esperarse, se hizo evidente la situación endeble en que se encuentra el periodismo independiente, ese que se resiste a morir, porque sigue sintiendo y palpitando la esencia de su existencia: informar, aún a riesgo de su propia integridad.

Hay cárcel, exilio, persecución judicial e intimidación contra la prensa y los periodistas. No se respeta la Ley de Acceso a la Información, ni funciona la Fiscalía de Delitos Contra Periodistas, además de utilizar la publicidad oficial como premio y castigo. Se da pauta a los medios amigos, y se niega a los opositores.

Esto ocurre a nivel del Gobierno Central, pero también con las autoridades municipales.  Los medios que sufren son los que no están alineados y ejercen con independencia su función.

La lista de casos de esta represión al periodismo independiente es larga.  Se destaca que hay temor entre periodistas, e incluso entre empresarios, quienes retiran sus anuncios de los medios que son mal visto por las autoridades, por temor a cualquier tipo de represalias.

Lo importante a destacar es que el mayor daño se hace en contra de la sociedad, porque a menor flujo informativo, se debilitan sus derechos y libertades. 

En esta era moderna, muchos creen que la prensa tradicional –independiente– ha dejado de ser pilar para el traslado de información, viendo que alguna parte de las noticias y comentarios de opinión se trasladan por medio de las redes sociales.  Sin embargo, está comprobado en todas las democracias que la prensa sigue siendo el contrapeso necesario para que los gobiernos funcionen de mejor manera.

Las redes sociales, si bien cumplen en expandir la libertad de expresión ciudadana, también han resultado una herramienta manipulable para desinformar e incluso atacar a los periodistas independientes para que pierdan credibilidad.  Los netcenter se han convertido en otra arma –junto a la persecución judicial– para intentar debilitar a la prensa independiente.

Hoy en día, cuando tenemos los famosos índices para todo, podemos comprobar que en los países que tienen mejor índice de democracia, tienen también un buen índice de la libertad de prensa.  La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), que próximamente se reunirá en Madrid para debatir sobre el tema, dará a conocer también el índice de todos los países de América para el presente año.  Estoy seguro de que no será halagüeño para nuestro país.

Estoy convencido de que, cuando los periodistas defendemos nuestro derecho a informar y opinar, también estamos defendiendo el derecho de la población a recibir información.

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