La verdad, no me sorprende la destitución del fiscal Juan Francisco Sandoval, porque era una piedra en el zapato de Consuelo Porras, encargada de ser la tapadera.
Gonzalo Marroquín Godoy
Lo que tenía que pasar, ¡pasó! Era de esperar que finalmente la fiscal general, Consuelo Porras, quitara del camino al incómodo fiscal de la FECI, Juan Francisco Sandoval, para allanar el funcionamiento de la impunidad que priva en ese sumiso sistema de justicia que responde a los lineamientos de la alianza oficialista, empeñada en terminar cualquier intento de lucha anticorrupción en el país.
Poco le importaron a la fiscal general los reconocimientos y el apoyo público que Sandoval recibió de la comunidad internacional y de sectores sociales del país. De nada sirvió que la vicepresidenta Kamala Harris aplaudiera la labor del valiente fiscal. Era una jugada cantada –hasta cierto punto–, porque hay fuerzas oscuras que exigían el cierre del círculo perverso.
Si. Ya se controla como marionetas las cortes (CSJ y CC) y se acosa a los pocos jueces no alineados. En el MP Consuelo Porras tiene el control de todas las fiscalías obedientes y no beligerantes, pero Sandoval y la FECI resultaban ser el pelo en la sopa, porque insistía en perseguir a los corruptos y no se dejaba manosear, mucho menos quería que le pusieran un cascabel, como la jefa pretendía.
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Es decir, que el único lunar en ese feo rostro dominado por corrupción e impunidad, era Sandoval. Ahora que lo han quitado –y de forma en que incluso se pone en peligro su integridad y seguridad–, el círculo se cierra. Ya era cuesta arriba que Sandoval realizara su trabajo, pues era casi imposible obtener resultados sin respaldo institucional, pero ahora, con una FECI mansa, nada se puede esperar.
Es triste ver como se está destrozando el país, en medio de una pandemia que tiene a la sociedad adormecida, temerosa y también desinformada.
Nuevamente la fiscal Porras vuelve a rasgarse la vestidura con palabras con las que pretende adormecer a los guatemaltecos. Dice en el comunicado oficial, que la población puede tener la certeza que la labor investigativa de la institución continuará. ¡Patrañas! Lo veremos pronto, porque hasta donde tengo entendido, la FECI tenía varios casos de gran impacto, que ahora se esconderán en el secreto baúl de los recuerdos oscuros del MP, mientras que los casos vigentes, perderán la fuerza acusadora.
Ya era evidente que en los procesos que tienen que ver con corrupción e impunidad, la fiscal general no mostraba interés, más que para apaciguarlos. Ahora habla de propiciar una cultura de respeto y legalidad, cuando su actuar confirma que tiene poco interés en combatir, auténticamente –no solo de palabra–, a los corruptos.
Es posible que ella sea de la misma filosofía brillante, del expresidente Jimmy Morales, quien llegó a decir que, si alguien está haciendo actos de corrupción, que se persiga el delito, pero que no se persigan personas, porque la justicia es para perseguir a los delitos, pero no a las personas. Claro, así todos sus amigotes quedan libres de cualquier persecución penal.
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Hay muchos que dicen que el brazo de la justicia es largo y siempre llega al culpable. En el caso de nuestro sistema judicial, la alianza oficialista o Pacto de corruptos –como quiera llamársele– ha amputado ese brazo, además de dejarlo débil y sin intención si quiera de buscar a los que se aprovechan de la impunidad.
Las palabras de la vicepresidenta Harris, del embajador William Popp, de los diplomáticos europeos y voceros del Departamento de Estado, se van como el viento. Menos mal que nos enviaron todas esas vacunas con anticipación, porque por cierto aquí, el MP ni siquiera ha podido investigar lo que pasó con las famosas Sputnik. Quizá uno de sus temores era que Sandoval metiera ahí su nariz.
Tal vez el error fatal de Sandoval haya sido husmear en torno a Miguel Martínez, el compañero del mandatario, porque eso pudo acelerar su caída. Ahora, eso sí, Consuelo Porras es candidata a la reelección por parte de su amigo, el presidente Giammattei.