ENFOQUE: Hace 198 años empezó nuestro caminar independiente

Gonzalo Marroquín Godoy

Al poco tiempo, por intereses mezquinos, nos anexamos a México.  Luego fracasa la República Federal de Centroamérica y principia el caminar de nuestra Guatemala.

Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar

Estas profundas estrofas del poema Caminante no hay camino del escritor español Antonio Machado (1875-1939), nos pueden servir para analizar los 198 años que han transcurrido desde que se firmó el 15 de septiembre de 1821 nuestra independencia del reino de España.

Mientras el fuego independentista tomaba a otros pueblos latinoamericanos que se alzaban militarmente contra los españoles, en el llamado Reino de Guatemala no pasamos de algunas conjuras y reducidos levantamientos que prontamente eran aplastados por el represor Capitán General, el español José Bustamante y Guerra.

Entre estos intentos independentistas, destacan el levantamiento que se dio en la provincia de El Salvador (noviembre 1811) y dos que ocurrieron en la provincia de Nicaragua, uno en Granada y el otro en León, ambos en diciembre del mismo año.  Y aquí en Guatemala se reporta la conjura de Belén, en donde estuvo involucrado José Francisco Barrundia –más tarde presidente de la Federación Centroamericana– y el líder indígena Manuel Tot.  La conjura fue reprimida y todos sus líderes condenados a muerte, aunque luego perdonados de la pena máxima.  Tot, sin embargo, murió en prisión por las torturas a las que fue sometido.

Pero aparte de esos alzamientos, la Capitanía General se mantuvo en calma, hasta que en el vecino México se agitaron las aguas y Las Chiapas –que sí se llamaba Chiapas–, decidió independizarse de España, pero también de Guatemala, para anexarse al naciente imperio que pretendía forjar en México Agustín de Iturbide.

En los colegios y escuelas se habla de la independencia y los acontecimientos del 15 de septiembre, pero poco se dice que se trató de un movimiento que aprovecharon ciertos grupos de españoles y criollos poderosos, aprovechando que España estaba en franco declive como potencia mundial.

Así, el traidor español Gabino Gaínza, traiciona también a Guatemala y promueve la anexión a México, que dura tan poco como el imperio de Iturbide.  Todo esto ocurre entre enero de 1822 a junio de 1823.  Al recobrar la independencia, ya las divisiones entre las provincias eran evidentes y no era fácil sostenerlas, por lo que se forma la Federación Centroamericana en noviembre de 1824, la cual se sostuvo en medio de guerras civiles, hasta su disolución en 1840.

Nada fácil el inicio, como nada fácil ha sido el caminar posterior, marcado por dictaduras de mano dura, breves períodos democráticos y vuelta a gobiernos militares.  En 1986 se inicia la actual era democrática, que tampoco ha tenido un caminar como debiera ser, cuando se tiene amor por la patria y no amor por el poder o la ideología que se practica.

¿Hemos hecho camino al andar? Hemos caminado –lógicamente–, pero no siempre en la dirección correcta.  Ha faltado indudablemente ese amor mencionado hacia Guatemala, porque ha prevalecido el interés personal –de los dictadores–, o de los grupos dominantes, en los períodos democráticos.

Esa senda que nunca se ha de volver a pisar, la hemos repetido una y otra vez.  En el siglo pasado con las dictaduras –Estrada Cabrera, José María Reina Barrios, Jorge Ubico– y los gobiernos militares –casi todos–, y en la era democrática actual, con presidentes que han respondido más a la tentación de la corrupción, que al trabajo para cambiar el país.

Por eso el resultado es el que tenemos.  Un sistema político caduco, inoperante y corrupto, la justicia cooptada por el poder político y el pueblo en el abandono de siempre –salud, educación, empleo–.  Por si eso fuera poco, no hemos aprendido del caminar y tras el conflicto armado interno –producto en buena medida de la guerra fría de entonces, se sigue promoviendo la división ideológica.

Triste ejemplo el que dieron dos personajes radicales y limitados en su visión, Jimmy Morales y Álvaro Arzú Jr., quienes en un acto solemne se dedicaron en el Congreso a alimentar la confrontación entre los guatemaltecos, lo mismo que ha sucedido desde la llegada de los españoles y algo que no cambiaron la independencia, la anexión, la Federación, las dictaduras y, por lo visto, tampoco la democracia.

El día que logremos dejar los extremismos, que nos respetemos y busquemos soluciones a los graves problemas del país, dejando a un lado intereses particulares, entonces si podremos decir que en nuestra vida democrática, estamos haciendo camino al andar.  Por ahora, seguimos sin un camino que nos lleve a puerto seguro, por más que al Presidente le moleste la verdad.