ENFOQUE: “En el país de los ciegos, el tuerto es rey”… las postuladoras


Coloquialmente se dice esta frase para explicar cuando terminamos viendo lo malo o mediocre como bueno, en parte, porque no se puede ver más allá o nos hemos conformado con las circunstancias..

Gonzalo Marroquín Godoy

Guatemala, esa Patria que desde niños nos enseñan que es “grande y bella”, viene dando tumbo tras tumbo desde hace mucho tiempo… me atrevería a decir que de forma permanente.

Los gobiernos sucesivos desde 1986 han sido incapaces de atender la educación, salud, crear infraestructura y encaminar al país por la senda del desarrollo.

¡Ah!, pero eso sí, cada presidente habla de las “maravillas” que ha logrado y no dejan de repetir que, el suyo, ha hecho “lo que nunca antes se hizo”.

A nivel municipal, tenemos que es una vergüenza que la metrópoli más importante de Centroamérica sea una ciudad con movilidad peor que precaria… pero maquillada con pasos a desnivel, parquecitos por aquí y por allá –tampoco muchos– y, para colmo de males, cada cuatro años los unionistas reciben el beneplácito popular y siguen “reinando” en suMuni.

Y ahora estamos ante otro ejemplo patético de nuestro mundillo político, sin duda, hundido en una cloaca que tiene mucho que ver con corrupción, actitudes antidemocráticas, ambición y, sobre todo, ausencia de justicia, porque finalmente esta es la llamada a corregir cuando hay abusos de poder en el Estado y no se cumple con los mandatos constitucionales.

Si se hunden en la porquería de la corrupción el poder Ejecutivo, Legislativo y las municipalidades –porque este mal abarca a lo largo y ancho del país a la gran mayoría de corporaciones edilicias–, la única forma de recuperar los principios democráticos queda manos de un sistema judicial independiente que obligue a todo funcionario estatal al fiel cumplimiento de su deber y, en caso de abusos o incumplimiento de las leyes, lo someta a la justicia, como corresponde.

Menciono esto, como un marco de referencia y para mostrar lo que ha venido sucediendo en nuestra “bella Patria”, en donde el quehacer político se ha convertido en sinónimo del trabajo que permite alcanzar riqueza, en vez de ser la profesión más noble del mundo por ser la que tiene la oportunidad de ayudar más a los habitantes.

De tal manera que se ha ido creando –¡y fortaleciendo!– un círculo vicioso, en el que la corrupción compra los poderes del Estado, controla instituciones y mantiene un muro de impunidad que protege a la “camarilla” de turno.

Es por eso que hemos visto como absolutamente todas las instituciones del sector justicia –no han dejado ningún cabo suelto–, han sido cooptadas para proteger a los corruptos.  No es por casualidad, mucho menos por intereses foráneos o “intervención extranjera”, que la comunidad internacional ha tenido que sancionar a un buen grupo de magistrados, jueces, la fiscal general, fiscales y “operadores de justicia”, quienes no pueden viajar a varios países que los consideran “corruptos y antidemocráticos”.

Lo que tenemos es un sistema de justicia podrido, plegado a la corruptela y trabajando para servir a las estructuras criminales que nunca descansan. Es decir, que son funcionarios sin ética y que no trabajan para el país, sino para los intereses propios y de quienes los patrocinan.

Y a este punto es al que quería llegar.  Somos tan “ciegos”, que ahora mismo dejamos de ver –o al menos toleramos–, que en las Comisiones de Postulación para elegir magistrados de la corte Suprema de Justicia (CSJ) y de salas, se siga jugando con el futuro de la justicia. 

Imagínese en qué empresa no se tendría en cuenta las cualidades éticas de cualquier postulante a cualquier empleo. 

Pues bien, en la famosa tabla de gradación aprobada para la elección de magistrados a la CSJ, ¡no se toman en cuenta los méritos éticos! Si en toda empresa los méritos éticos se toman en cuenta para cualquier contratación, no se diga cuándo hay que elegir a magistrados, encargados –como debiera ser– de velar por el cumplimiento de las leyes.

Claro que no es fácil medir los “méritos éticos”, pero al menos se pueden medir en entrevistas técnicamente bien realizadas y, además, con cartas de personas que hablen del proceder ético en la vida de los aspirantes.

Recientemente había una convocatoria para un puesto en un organismo internacional, y uno de los aspectos en el que se ponía más énfasis era el de cartas que recomendaran al candidato.  Lógico, a más cartas y elevadas recomendaciones de organizaciones o personas reconocidas, aumentan las posibilidades de ser tomado en cuenta.

Aquí, los comisionados decidieron que así se calificaría a los aspirantes:

  • Méritos académicos:  24
  • Méritos profesional: 74
  • Méritos de proyección humana: 2
  • Méritos éticos: sin punteo 

¿De qué sirve que alguien tenga méritos profesionales o académicos, si es un largo? Claro, lo que sucede es que muchos de los candidatos serán actuales magistrados, esos mismos que han entregado la justicia en manos antidemocráticas y corruptas.

A mi parece, hay pocos escenarios de lo que será este proceso de postulación:

Escenario pesimista 1: (Bastantes posibilidades). Se retrasa la elección y continúan un tiempo los actuales magistrados.

Escenario Pesimista 2: (Algo más probable). Se tendrán nuevos magistrados, pero seleccionados por la fuerza de las mafias en las comisiones de postulación y poco o nada cambiará.

Escenario optimista: (Alguna posibilidad). Se cumplen los tiempos y se evita que las fuerzas antidemocráticas impongan la totalidad de candidatos y se logra una fuerza mixta, que haría que las cosas mejoren, aunque sea algo.

El escenario ideal no existe, porque sería aquel en donde participarían buenos candidatos y se escogería a los mejores, con valores éticos.  Así que ese es un sueño o utopía.  Mientras, ojalá recuperemos la visión como sociedad, pues mientras eso sucede, hay que contentarse con la visión del tuerto.  Pero no dejemos de ver, por favor.


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