Para saber si lo que estamos viendo es un pato, podemos decir que si tiene pico, plumas y alas, grazna como pato (hace cuac, cuac) y camina como pato… !ES PATO! Lo mismo aplica para conocer a las personas o instituciones. Ya es claro lo que hace el MP, ahora veremos el actuar de la CC y la CSJ.
Gonzalo Marroquín Godoy
Hay que partir de un hecho probado: hace tiempo que el sistema de justicia guatemalteco dejó de operar de forma independiente y el poder político logró cooptarlo, al extremo de poner en peligro la institucionalidad, el estado de Derecho y debilitar la democracia como sistema político funcional.
La noche del martes, Bernardo Arévalo –reconocido nacional e internacionalmente como el presidente electo–, hizo una declaración en la que exigió la salida de los cuatro personajes que han llevado a cabo una virtual cacería de brujas en contra del proceso electoral, del Tribunal Supremo Electoral (TSE) y del Movimiento Semilla, ese partido político que irrumpió en el panorama político y fue visto por más de dos millones de guatemaltecos como la opción en contra de la “viaja política”, esa que se resiste a dejar el poder y quiere mantener el imperio de la corrupción y la impunidad.
En el periodismo básico se dice que las noticias deben responder al menos a cinco preguntas: ¿Qué?, ¿Quién?, ¿Cuándo?, ¿Dónde?, y ¿Por qué? En el presente caso no es complicado hacerlo. Arévalo comprobó –finalmente– el qué: los personajes que no creen y torpedean la institucionalidad y la democracia deben salir. ¿Quién o quiénes? Ha señalado a cuatro “destacados”: la fiscal general Consuelo Porras, sus incondicionales subalternos Rafael Curruchiche y Cinthia Monterroso, y el también sumiso juez a las órdenes del MP, Fredy Orellana.
Sigamos respondiendo las preguntas básicas. El cuándo es ¡YA!, porque el daño que se está haciendo al país y el peligro que están creando es cada día que pasa más grave y de mayor magnitud. Puede traducirse en situaciones que nos lleven a una confrontación entre guatemaltecos y con el paso del tiempo aumenta también la posibilidad de que se produzca un rompimiento del orden constitucional, de inimaginables consecuencias.
El dónde es evidente: nuestro país, Guatemala, esta Patria que este año celebra 202 años de vida independiente, aunque no siempre marcada por el imperio de la libertad.
Y finalmente veamos el por qué, aunque algunas de las causas y consecuencias ya han sido mencionadas anteriormente. Seguramente Arévalo llegó a la conclusión –como tantas veces lo han dicho la comunidad internacional y diversas personas y organizaciones nacionales–, de que lo que el MP está llevando a cabo es toda una conspiración para debilitar al futuro gobierno de Semilla o, eventualmente impedir que él mismo pueda asumir el cargo el 14 de enero del 2024.
Más del por qué: lo dijo claramente el departamento de Estado de EEUU al incluir a los cuatro personajes en cuestión en la famosa Lista Engel que, por más que algunos critiquen porque dicen que no permitió la defensa de los señalados, está enfocada en sancionar a quienes Washington considera que son, por sus acciones, funcionarios o personas “corruptas y antidemocráticas”.
¿Por qué? Sí, hay más razones. Resulta que, en el nombre de la ley, el MP y el juez –que infundeterror– han violado preceptos constitucionales; se pasan por el “arco del triunfo” la Ley Electoral y de Partidos Políticos, y tratan de presentar como legal, todo aquello que hacen ilegalmente en nombre de la justicia.
Lo que está haciendo Arévalo es asumir en primer lugar el liderazgo nacional que por mandato popular le corresponde. Además, salió en defensa de la Constitución y la democracia, pero está alertando, de manera franca y abierta, que el país está en una encrucijada en la que será la voluntad popular la que tenga la última palabra.
La CC, la Corte Suprema de Justicia (CSJ) y el Congreso estarán en los próximos días y semanas bajo la lupa de la sociedad guatemalteca. Al solicitar antejuicio contra la fiscal general Consuelo Porras, Arévalo involucró al Congreso de la República, que debe conocerlo. Al hacer lo mismo con el juez Orellana, la pelota estará en la cancha de la CSJ, y al presentar un recurso de amparo, la atención irá a la CC.
Escenario complejo y complicado, sobre todo, porque estas tres instituciones están bajo el control del oficialismo y sus aliados. Pero pueden hacer, como ya lo hicieron los magistrados del TSE, buscar su independencia y anteponer los intereses nacionales a los personales o de los grupos oscuros que no quieren aceptar el resultado electoral y acceder al cambio del Ejecutivo.
Arévalo sabe que él solo no puede lograr que las cosas pasen, pero sabe también que hay muchísimos guatemaltecos cansados de los abusos, de la corrupción, de la impunidad, de ver que las cosas no cambian y que la pobreza, la falta de educación, desnutrición y mala salud y demás aspectos vitales de la vida nacional nunca mejoran.
Sabe también que la comunidad internacional, sin que sea un atentado contra la soberanía, no ve con buenos ojos lo que sucede con el estado de Derecho en el país. No ve tampoco que una democracia pueda funcionar sin una justicia independiente y en la que se han borrado los pesos y contrapesos.
La corrupción y la impunidad no son la única causa de la pobreza de la mayoría de los guatemaltecos, pero sí son reflejo de una clase política irresponsable, avorazada e incapaz, que gobierna Guatemala, esa Patria noble y buena, que empezó su lucha por la libertad en 1821 y sigue en la búsqueda de ese derecho maravilloso dos siglos después.
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