ENFOQUE: ¡Baño de sangre!… y el país patas arriba

Gonzalo Marroquín Godoy

 Que terrible lo sucedido el pasado miércoles en el Hospital Roosevelt. ¡Qué triste!, pero tampoco es nada que sorprenda demasiado en nuestra Guatemala, este lindo país que está literalmente patas arriba, no solo en materia de seguridad, sino en casi todos los aspectos, por más que escuchemos a cada rato del presidente Jimmy Morales que está haciendo cosas “como ningún gobierno las hizo antes” –esto puede ser cierto en algún sentido, pero no quiere decir que estén haciendo lo correcto y necesario­­–.

Comparto lo que dijo el Presidente al explicar lo sucedido, en el sentido que la crisis del sistema penitenciario “no es de ahora, sino que viene de mucho tiempo atrás”. Por supuesto que así es, pero no se debe olvidar que su administración lleva 19 meses y ni siquiera se ha visto la intención de principiar el trabajo de reformar el problema de las cárceles.

Es para meditar: hacia donde veamos, encontramos descalabro, confusión, incapacidad y/o malas intenciones.

Lo sucedido es algo parecido a lo que se dio en marzo pasado en el dizque Hogar Seguro de San José Pinula. Ya se sabía de las condiciones y situaciones que se daban en dicho centro –a cargo de la Secretaría de Bienestar Social de la Presidencia (SBS)–, pero nada hicieron las autoridades por corregir toda la podredumbre que se daba, en detrimento de la seguridad de los jóvenes a los que se debía proteger. Cuarenta y un niñas y adolescentes murieron.

Hace ya varios meses preguntaba en este mismo espacio ¿Cuántas muertes tendrán que darse para que haya una corrección por parte del Gobierno? –palabras más o palabras menos-. Tristemente hemos visto varios casos más después de aquél y los cambios radicales no llegan. Es peor, ni siquiera principian.

Recordemos que lo sucedido en el Roosevelt no es la primera vez que pasa. Ya antes se han fugado, han sido rescatados o incluso atacados otros reos. El Hospital San Juan de Dios vivió un ataque similar. Las voces de protesta por el traslado de los reos de manera antojadiza se han elevado. La inseguridad que se traslada a los demás pacientes o visitantes a los centros asistenciales es grave.

No tener siquiera la capacidad para extraerle sangre en el presidio es algo que llama a meditar. ¿Por qué el sistema penitenciario nunca mejora? ¿A quien se beneficia? Ahora nos enteramos que dos reas –Daniela Beltranena y Anabella de León­– reciben el beneficio de salir periódicamente a ver a sus familias y tomarse hasta los tragos. Las cárceles del país son un verdadero desbarajuste.

Si solamente el sistema penitenciario estuviera patas arriba, las cosas no estarían tan mal, pero si hacemos el ejercicio de dar una mirada de 360 grados ­–es decir ver por todos lados–, caemos en la cuenta que el país está de la patada.

Carreteras en pésimo estado, sistema de Salud con problemas de todo tipo, la Educación no mejora, la transparencia brilla por su ausencia en el sector público, la lucha contra la impunidad encuentra freno de los grupos de poder del país ­–oscuros y no tan oscuros–, la desnutrición es cada vez más crónica y la vieja clase política se resiste a los cambios y trata de que se mantenga el status quo que les ha beneficiado tanto. ¡Hasta el fútbol está en trapos de cucaracha por la corrupción e incapacidad de sus dirigentes!.

Lamentablemente no faltan quienes piensen que expresar lo mal que está el país es ser “pesimista”. La situación mencionada y la conclusión de que estamos en un país ¡patas arriba! se sustenta con hechos como el del Roosevelt. Este es un ejemplo claro e irrefutable. Ahora se escuchan muchas voces, pero quienes pueden y deben actuar, poco o nada hacen. Por eso estamos como estamos, por eso nunca mejoramos. Hay que pensar en sacar a la vieja clase política, porque si no, nunca llegara el cambio.