Energía: Del petróleo a los recursos renovables

En el año 2001, el 48 por ciento de la electricidad se generaba en el país a base de búnker, diésel y carbón. Hoy, la utilización de estos combustibles se ha reducido a un 31 por ciento, mientras el resto se sustituye con fuentes de potencia abundantes en la naturaleza, tales como el agua, el aire y el mismo sol.

Estuardo Gasparico M.

Cada mañana, una extensión de 175 hectáreas de terreno cercanas a la población de Chiquimulilla, en el departamento de Santa Rosa, se ilumina con el brillo de 187,360 módulos fotovoltaicos pertenecientes a la planta de energía solar Horus Energy, los que generarán alrededor de 115 Gigavatios/hora (Gwh) anuales, durante 25 años de vida útil.

Este proyecto de energía renovable es el más grande de Centroamérica y el segundo de Latinoamérica, pues tiene una capacidad instalada de generación de 58 MW (Megavatios) y su producción representa 1.25 por ciento de la energía que se genera anualmente en el país:  9,780.66 GWh en 2014, según el Ministerio de Energía y Minas.

La ejecución del proyecto Horus Energy, que requirió una inversión cercana a los US$100 millones, estuvo a cargo de la corporación española Grupo Ortiz, y  fueron necesarias más de 600 mil horas-hombre para instalar 1,317 km. de cables y 374,720 m2 de vidrio (módulos), ya que la energía solar necesita sistemas de captación, concentración y almacenamiento.

Las aplicaciones más conocidas son el calentamiento de agua y la generación de vapor, que transforma la energía solar en eléctrica a través de células fotovoltaicas (fabricadas con silicio).

Es una fuente de energía inagotable, el impacto ambiental es escaso, no produce residuos perjudiciales para el ambiente, sus costos de operación son muy reducidos (una vez instalada), no depende de las compañías suministradoras y su mantenimiento es sencillo.

Como contraparte, sus desventajas son que los paneles fotovoltaicos contienen agentes químicos peligrosos que pueden afectar a los ecosistemas por la extensión ocupada por los paneles, y el impacto visual puede considerarse negativo.

Esta planta fotovoltaica no es la única que opera en el país, pues en Zacapa ya funcionan las llamadas Fontana de Trevi y Sibo, S.A.; en Chiquimulilla está comenzando a funcionar la planta Horus II (30 MW); y en Sanarate, El Progreso, está Natural Wood’s Design.

Mientras, en Jutiapa se construye Solaris; en Guatemala estará Ecogreen; y en Taxisco, Medax Solar. Entre todas, ya en operación, la capacidad instalada de generación ascenderá a 90 MW.

Agua, basura, aire y más

En Guatemala ya es posible generar 3,219.05 MW, de los cuales 1,018.3 MW (31.6 por ciento) corresponde a hidroeléctricas; 762.3 MW se producen por motores de combustión interna (23.6 por ciento); 782.3 MW en ingenios (24.3 por ciento); 284.7 MW por plantas de vapor (8.8 por ciento); 267.2 MW por turbinas de gas (8.3 por ciento); 55 MW por energía solar (1.7 por ciento); y 49.2 MW por plantas geotérmicas (0.15 por ciento).

La más conocida es la energía hidráulica (obtenida por el agua en movimiento, cuya fuerza se transforma en energía mecánica al mover las aspas de una turbina en una hidroeléctrica), ya que en el país funcionan 21 plantas que generan más de 5 MW cada una (la mayor es Chixoy, en El Quiché) y 37 plantas que producen menos que eso.

Entre las ventajas de la energía  hidráulica está la no contaminación, mientras que su principal desventaja es el costo de construir su infraestructura.

Además, su funcionamiento y producción dependen de factores climáticos y supone conflictividad, ya que para lograr los niveles de agua requeridos por los embalses es necesario inundar valles y áreas habitadas.

Por lo tanto, desde hace años ha tomado impulso la construcción de plantas que funcionan a base de materiales naturales, como las de biomasa, cuya energía proviene de la quema de residuos orgánicos de origen animal o vegetal.

Un ejemplo es la generadora del ingenio Santa Ana, inaugurada en octubre del año pasado en Escuintla, con una capacidad instalada de 62 MW, que opera liberando su energía en forma de calor (incinerando bagazo de caña de azúcar), el que se emplea para mover las turbinas.

La planta fue diseñada para operar con desperdicio en época de zafra y con carbón mineral granulado el resto del año, proporcionando energía eléctrica suficiente para servir a más de 138 mil hogares.

Las ventajas de este tipo de generación son que reduce la dependencia de los derivados del petróleo, se ahorran divisas, baja la emisión de CO2, y el uso de algunos residuos disminuye la contaminación ambiental (desechos de ganado porcino y vacuno, por ejemplo).

Entre sus desventajas están que las grandes extensiones de cultivos pueden desplazar la producción de otros vegetales, incrementando o provocando una crisis alimentaria, y que su precio puede ser mayor al de los derivados del petróleo, al considerar los agregados ambientales.

Con todo y eso, la energía a base de biomasa suma el 14 por ciento de la matriz energética actual, ya que es un sistema utilizado por más de 12 ingenios azucareros que se ubican en la costa sur, tales como Concepción, Pantaleón, Madre Tierra, El Pilar y San Diego, los que pueden generar 573 MW como potencia efectiva, y algunas de estas plantas funcionan desde la última década del siglo pasado.

En cuanto a la energía eólica o producida por el viento, es de las menos utilizadas en el país, pues solo opera la planta de San Antonio el Sitio, en Villa Canales, Guatemala, con una capacidad instalada de 52 MW, aunque se halla en construcción la de Viento Blanco, en San Vicente Pacaya, Escuintla (21 MW); y en trámite, la planta Tresa (30 MW), en Jutiapa.

Las ventajas de esta tecnología son que evita la importación de carbón, petróleo y materiales radiactivos; favorece el autoabastecimiento; no provoca grandes impactos ambientales, como la lluvia ácida o el efecto invernadero; es barata y no produce residuos; el equipo necesario para instalarla es sencillo; los espacios ocupados pueden permitir la actividad agrícola o animal, y no depende de cambios de precios en el mercado internacional.

Sus desventajas son los impactos sobre la fauna y flora; poca seguridad para evitar los accidentes provocados al caer los aerogeneradores; el impacto visual y el ruido a corta distancia.

Aprovechando los volcanes

Respecto a la energía geotérmica, es la que se encuentra en el interior de la tierra en forma de calor, en los volcanes, los géiseres, que expulsan agua caliente, y las aguas termales.

La conversión de la energía geotérmica en electricidad consiste en la utilización del vapor que pasa a través de una turbina que está conectada a un generador.

Se aplica en balnearios, calefacción y agua caliente, extracción de minerales, agricultura y acuicultura, secado de vegetales, blocks y madera, disminuyendo la dependencia energética del exterior y produciendo residuos mínimos.

Lo malo es que emite ácido sulfhídrico que, en grandes cantidades, no se percibe y es letal; emisión de CO2; contaminación de aguas próximas, con sustancias como arsénico; contaminación térmica; deterioro del paisaje, y no se puede transportar.

En el país solo hay dos plantas en operación (en Escuintla y Quetzaltenango), las que pueden producir 49 MW; una más se construye en Amatitlán y se halla en trámite una tercera en Asunción Mita, Jutiapa.

En síntesis, la era de la generación a base de combustibles fósiles y derivados del petróleo parece estar en su fase final aquí y en el resto de Centroamérica.

 

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